Prólogo.

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''La música es lo que nos une. No sabría deciros cuántos amigos he hecho con la música. Es un lenguaje universal que puede describir cualquier momento. Oigo una canción y me recuerda a mi primer desamor, mi primer amor... Como cualquier persona oyes una canción y te atrapa, es una reacción visceral, tu mente no trabaja pero tus entrañas, tu corazón, tu alma, como quieras llamarlo, la siente.''

Justo esa sonrisa.

Era aquella maldita sonrisa, para tantos una curva más en su cara, para él la maravilla más deslumbrante del universo.

Aquella maldita sonrisa tan fácil de provocar para algunos y tan inaccesible para otros muchos.

Su enorme mano jugueteaba con el bolígrafo sobre la mesa, estaba inquieto, aunque desde fuera no pareciera posible por su expresión serena, era un torbellino de sentimientos contradictorios.

Tensó su mandíbula y llenó sus pulmones sin apartar la mirada de la pantalla de su portátil, la imagen era muy nítida.

Aquellos dos jóvenes se revolcaban en el verde césped entre risas.

Apretó su puño sobre la mesa marcando fuertemente sus nudillos y un leve gruñido se escapó de entre sus labios. Sus ganas de lanzar el portátil a través del cristal de la ventana iban en aumento pero como muchas otras veces se controló, si se dejaba llevar por los impulsos aquel plan se iría al traste en cuestión de tiempo.

''No hay cambios en la última hora, solicito el regreso''

Una voz joven le sobresaltó a través del altavoz y él aclaró levemente su garganta.

- Mantén tu posición, acércate más.

''Imposible, los guardaespaldas ya hace rato que no me quitan ojo.''

- Pues cierra la puta boca, quiero enterarme.

''Señor''

- Dylan, cállate.

De nuevo el único sonido que pudo apreciarse eran los murmullos de ambos jóvenes disfrutando el uno del otro en mitad de la naturaleza. Era una de las pocas veces que había logrado tener una imagen sin interrupciones debidas a paparazzi o gente curiosa, se encontraban en una zona perdida de una pequeña ciudad situada en Canadá, prácticamente despoblada.

Levantó nuevamente su mano y con tan sólo un click la imagen se acercó considerablemente y la audición se hizo más perceptible.

- ¿Soy yo o alguien tiene hambre hoy? - sonreía el joven de la imagen contemplando a la chica que tenía tumbada sobre él.

Ella amplió su sonrisa comenzando a hacerle cosquillas en la nariz con una pequeña hoja de césped.

- No eres tú, tengo hambre... - susurró acercándose poco a poco a la cara de él.

Como si estuviese degustando el dulce más increíble de la pastelería, atrapó su labio inferior y tiró de él, dándole nuevos mordisquitos.

- Me encanta besarte... - murmuró él aún sobre sus labios.

- Por mí no pararías nunca.

Él entrecerró sus ojos contemplándola en silencio hasta que, sin previo aviso rodó agarrándose a ella y segundos después la tenía bajo su cuerpo.

- ¡Justin! - reía ella.

- ¿Qué?

- Odio que hagas eso, ahora viviré con el miedo.

- ¿Miedo?

- Ni se te ocurra hacerme cosquillas.

Él rió acercándose a ella hasta que sus rostros quedaron a escasos milímetros, acarició su nariz con la de ella y continuó observándola con detenimiento.

- Joder. - Susurró entonces.

- ¿Qué ocurre? - Ella sonrió dándole en el pecho al ver que no contestaba.

- Es sólo que... - exhaló un débil suspiro casi sin moverse y ella levantó su mano rozando las yemas de sus dedos sobre la mejilla de él - no me lo creo.

La chica se quedó muy quieta durante unos instantes, parecía que sus ojos nunca tenían suficiente con los de él, cuando se producía aquella conexión, el corazón de ambos parecía latir al unísono.

- Seremos sólo tú y yo, será todo como antes. - Le repitió él. - Gracias, no sé qué habría hecho si tú hubieras dicho...

Su voz se apagó gracias a los labios de ella, ambos parecieron entrar en un trance, algún lugar fuera de este mundo al que sólo tenían acceso ellos. Cuando por fin se separaron, ya a falta de aire, ella esbozó una tímida sonrisa.

- Yo ya soy incapaz de seguir siendo completamente feliz sin-

Su voz se vio repentinamente interrumpida por el fuerte golpe que provocó la tapa del portátil al cerrarse de forma tan brusca.

El robusto hombre se levantó del sillón creando un fuerte estruendo y dispuesto a dejar de soportar aquella ira que iba creciendo cada vez más, salió de la sala dejándola completamente a oscuras.

Inalcanzable {2ª temporada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora