February // one-shots de NCT

Stay (JungKhei / WooCas)

No puede estar realmente quieto pese a que lo intenta con todas sus fuerzas; sus pies simplemente vagan de un lugar a otro, caminando sin descanso desde una punta de la sala de estar hasta llegar al extremo más distante. Afortunadamente su compañero de departamento está demasiado ocupado en el cine con su cita —aunque considerando lo tarde que es, de seguro que su hyung DongYoung ha logrado meterse en la cama de JaeHyun, compañero suyo de la clase de Expresión Escrita y crush de DongYoung desde que lo había invitado fatídicamente a una sesión de estudio en el departamento que ahora se encuentra vacío—, por lo que no hay riesgos de que alguien escuche sus nerviosos pasos traicionando la máscara que intenta ponerse en el rostro antes de que él llegue.

Porque si hay algo en lo que está seguro, es de que llegará.

—Cálmate, JungWoo...

Justo cuando está en el borde mismo del colapso, un par de golpes en la puerta detienen por completo su caminata sin sentido. Se demora. Vuelven a sonar golpes en la puerta, y su teléfono, hundido en el sofá rojo para dos que DongYoung y él ya no utilizan al mismo tiempo, vibra. Lo toma antes de atender la puerta.

"Estoy afuera. Ábreme"

Arregla su atuendo mirándose en el espejo que permanece apoyado contra una de las paredes de la sala, y cambia uno de los mechones castaños largos de lugar para que su frente quede despejada a medias. Luce lo suficientemente casual, con un suéter de cuello alto color negro y unos pantalones grises holgados, los que dejan entrever que su cuerpo es realmente delgado detrás de toda aquella ropa sobrante. Abajo, sus calcetines negros completan el look. Como si no estuviera esperándolo. Como si no hubiera notado para nada la manera en que reacciona al teclearle apenas unas palabras, después de ignorarle olímpicamente durante casi una semana entera.

Unas palabras, y una pequeña explicación de lo que ellas significaban.

"Es mi dirección. Pásate cuando quieras"

Lo había esperado y planeado cuidadosamente, pero incluso así había superado un poco sus expectativas. Ya eran las dos un cuarto de la madrugada. Solo habían transcurrido cuarenta minutos.

—Cas, hola.

Decirle por su apodo —el que había personalmente bautizado— después de ni siquiera dirigirle una mirada por largos y tortuosos días, se siente liberador. Más que eso, produce lo que estaba exactamente buscando. Lucas, el alto chico de primer año de Artes Escénicas, el mismo al que había conocido en una fiesta para los recién llegados hace apenas un mes, entra como si hubiera estado antes allí; sin tapujos, sin siquiera pronunciar un "permiso" mientras sus grandes pies marcan territorio en su departamento. Le ve cerrar detrás de sí y se cruza de brazos, ladeando el rostro hacia la derecha, mientras el rubio mantiene su vista fija en él.

—¿Deseas beber algo? ¿Jugo, un café? No te puedo ofrecer alcohol, mi compañero de piso se tomó todo después de su examen final del otro día y...

—Por qué me ignoraste.

Enarca una ceja y se muerde el labio inferior, el que se curva de todas formas en una sonrisa. Lo sabe por su manera de preguntar, en más una demanda que en una duda sincera.

Está molesto.

—Pensé que era lo mejor —susurra, asintiendo y encogiéndose de hombros—. Ya sabes, creía que íbamos en cierta dirección, que tu cercanía era porque yo significaba algo para ti, y luego me enteré de que-

No alcanza a decir más, porque Lucas lo toma del rostro violentamente y le obliga a juntar los labios con los suyos.

Y queda en blanco.