6.- Una mirada del alma

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¡Yay! ¡Nuevo capítulo! Este salió un poco mas extenso que lo habitual, pero les aseguro que vale la pena leerlo. Yo me divertí mucho escribiéndolo. Espero que ustedes lo disfruten también.

Según mis propias estimaciones, dentro de dos o tres capítulos mas, esta historia estará llegando a la mitad. Espero pronto poder subir mas avances y cambiar la portada por una más personalizada. Lo que tengo en carpeta les va a encantar.

Como siempre, en la sección de multimedia, les he dejado un enlace con la canción para escuchar al final del capítulo. La letra de esta canción está muy relacionada a Sheri, por lo que si gustan, les recomiendo encarecidamente que la lean. 

¡Eso es todo por hoy!

No se olviden de regalarme un comentario, porque me ayuda a saber si voy por buen camino, o si gustan, pueden escribirle algo a los personajes de la historia. Solo les tomará unos segundos. ¡Anímense! ¡Es divertido y es gratis!


¡Nos leemos!

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La joven, muy expectante y curiosa de saber lo que el ermitaño trae entre sus manos, mantiene siempre su actitud recelosa.

— ¿Y cómo sé yo que no tienes un objeto peligroso ahí? —le dice con tono desconfiado, mientras le mira entrecerrando los ojos.

— ¿Vas a usar un prejuicio otra vez? —cuestiona él, con toda pasividad.

Sheri se traga su recelo y deja que su curiosidad fluya. Aunque no le gusta aceptarlo, ella, desde aquel primer día en la plaza, quiere saber lo que este hombre quiere enseñarle.

— Bien, acepto tu reto —afirma la chica, segura de sí misma—. Pero si no me logras hacer sonreír ni una pizca, entonces te irás y me dejaras en paz. ¿Está claro?

Sheri se muestra muy confiada de si misma. Ella sabe que, cuando se encuentra molesta o se siente incómoda por algo, no hay nada ni nadie en el mundo que pueda hacerle cambiar de humor, y la presencia de este extraño hombre no le hace sentir muy confortable que digamos.

— Trato —contesta el hombre, cerrando el acuerdo.

El ermitaño, con mucha tranquilidad, abre sus manos, mostrando entre ellas un objeto redondo como una esfera, de color oscuro y con apenas algunos destellos de sol sobre la superficie. No parece algo sorprendente. Luce como aquellos adornos que se usan en las casas para arreglar una sala de estar. Es extraño. Parece hecho de algún cristal o metal precioso, el cual, al no emitir brillos, luce opaco y apagado.

— Y eso ¿Qué es? —pregunta la joven, con rostro desentendido.

El ermitaño, aun con sus manos extendidas y sin moverlas, le responde:

— Sigue mirando con toda atención —indica el ermitaño, mientras hace rodar la esfera desde una palma a la otra un par de veces.

Con los movimientos que aplicó el hombre a la esfera, el material oscuro en el interior se ha movido. Es una especie de gel que parece girar lentamente. Ella lo nota y se sorprende. Ahora se da cuenta que la esfera, en sí, es de cristal, y que, en su interior, existe una materia extraña que es más densa que un líquido. Sheri se mantiene observando por unos segundos, y empieza a apreciar pequeños fragmentos diminutos que parecen tener luz propia. Ella se siente atraída por estos pequeños trocitos de luz que se esparcen como polvillo entre la sustancia oscura. De pronto, comienza a escuchar una suave y armoniosa melodía. Ella no lo sabe, pero esta sonoridad solo se oye en su cabeza.

El sueño de un ermitañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora