Después de una desilusión viene el dolor, el sufrimiento y la constante desesperación de decirle a alguien lo mal que te sientes. Después de una desilusión lo primero que quieres hacer es gritar, llorar, recordar los buenos momentos y preguntarte una y otra, y otra, y otra vez ¿en que demonios fallaste?. Después de varias desilusiones no solo te preguntas en que fallaste, si no también ¿Que tan mal debo de estar para que siempre me pase lo mismo?.
Después vienen respuestas aleatorias, "Son ellos, son ellos los que fallan, nunca yo", "Si, por supuesto, tú vales más que eso", "Nada te puede dañar, eres indestructible"... Indestructible... No creo que un humano sea indestructible. De hecho creo que un humano es lo más débil y frágil que puede existir, más fragil aún que los pétalos de las flores o que una hoja de papel ondeando en el aire. Más fragil incluso que la delgada tela de una araña que teje en un árbol para capturar su próxima presa.
Yo soy frágil, todos somos frágiles. A veces deberíamos pensar en nosotros mismos antes que en los demás, ser un poco egoísta con nuestros sentimientos y no dejar que cualquier otra persona los tome con ambas manos y los destruya a pedazos.
Quizá algún día piense las cosas como esta noche en la que mi corazón no puede unirse ni con cientos de hilos tejidos en cada músculo, siempre habrá un hueco que nunca sane... Y pronto olvidaré todas estas palabras y volveré a mi ciclo vicioso de donde solo yo podré salir.
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Pensamientos de una noche en vela
Short StoryA veces deberíamos tomar un tiempo para escuchar nuestra cabeza antes del corazón.