Desobediencia

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Había una vez una dulce jovencita de tan buen corazón, el nombre Akari se oía hablar cada vez que ella hacia su aparición. Esta joven muy hermosa a todas dejaba boquiabierta, muchos decían que era un ángel, su forma y su pensar, no daban a entender que dentro de su corazón existiera el mal.

La joven sencilla con cabello rojo como el fuego, apreciaba a dos personas por encima de cualquier otra. Su madre una doncella bella igual que Akari, una mujer humilde que trabaja para darle siempre lo mejor a su pequeña, Ayano era su nombre aunque no lo pareciera, otra belleza más de las praderas. La otra aquella a quien Akari ama de corazón, no es más que su inigualable abuela, a veces cabeza hueca y a veces... perdón... siempre loquita y despistada pero señora a veces sin razón.

Mas había una tercera que les abandonó, sus recuerdos son borrosos pues a temprana edad de Akari se alejó. Pero su madre era optimista y suspirando siempre decía que algún día volvería, pero sus lágrimas a veces le contradecían recordándole que ese momento tal vez jamás llegaría.

Akari bajaba la mirada cada vez que el tema le venía en mente, preguntándose si fue ella la causante de tal desastre, proponía ideas para calmar el dolor de su madre y recuperar ese amor que Ayano un día gozó, pero sin idea del paradero de su otra madre, le quedaba solo sufrir en silencio hasta el momento aquel que su mamá regrese.

Un día mientras Akari dibujaba los paisajes hermosos que la naturaleza le entregaba, su madre le llamó para pedirle un favor.

"Akari Akari" dijo su madre llamando desde el portón de su casa cargando una canasta "ven... necesito que me hagas un favor"

"voy..." grito ella y recogió papel y lápiz y dentro de una mochila coloco, misma que después de sus hombros colgó. "¿Que se te ofrece mamá Ayano?" preguntó al llegar a la puerta de su casa donde su madre le esperaba.

"me llegó una carta de tu abuelita Sakurako, su malestar está pasando y ya se siente algo mejor" dijo Ayano a la niña "me dijo que quiere verte y por eso le he preparado algo para que le lleves. Ten"

Akari tomo la cesta que estaba algo pesada "¿qué es?"

"un pequeño pastel y algo más para comer, seguro le sentará muy bien a tu abuelita"

Akari era feliz por aquella repentina propuesta, su abuelita estaba mejor y siempre sabia como contarle las mejores historias... a veces de terror. Sin poder ocultar su emoción, Akari quiso apurarse para pronto ver a su abuelita, mas su madre no la dejaría sin antes darle una advertencia.

"recuerda Akari, debes ir directo hasta su casa, si partes ahora podrás llegar antes de que anochezca. No hables con nadie en el camino, no te distraigas, y por ningún motivo abandones el camino"

"sí señora, Akari promete que obedecerá" dijo Akari

Ayano sonrió con ternura y con su mano el cabello de Akari acaricio "ten cuidado, pequeña"

Así pues Akari partió cantando siempre una alegre canción, los pasos que ella daba eran diferentes a cualquier otro, un brinco por aquí uno por acá al ritmo de una melodía que le daba su imaginación. Pareciera que de esa manera el tiempo y el trayecto se acortarían considerablemente, no miente pregúntenle a cualquiera que Akari su singular andar no parece detenerle.

Las horas pasaban y por el camino iba ella sin prestar atención a lo que le rodea, los bosques que transita eran alegres casi en su mayoría. Pero en eso una paloma pasó volando cerca de ella, la pequeña señorita la miró imaginando que se sentirá andar volando por todo el lugar.

Seguramente eso le ayudaría mucho en esos momentos, con esa capacidad ya estaría mirando la casa de su abuelita desde los cielos.

"Ahora que lo pienso..." se dijo así misma deteniéndose por completo "madre dijo un día que la casa de la abuelita se llegaba más rápido cruzando por el bosque"

Akari sabía muy bien la ubicación de ambas casas, no era muy difícil, pero la línea recta a veces podía resultar algo difícil "si cruzó por el bosque llegaré en la mitad del tiempo pero..." pero eso significaba desobedecer a su madre, aunque ella no tenía por qué enterarse y nadie andaba por ahí que le viera desobedecer, además ya había perdido tiempo al detenerse a pensar en esa posibilidad.

"no será la primera vez que Akari entra al bosque" se dijo teniendo la razón, sin embargo no todos los bosques son iguales.

Y así desobedeciendo la orden de su madre, Akari se adentró en el bosque creyendo que sería mucho más fácil y rápido llegar a la casa de su abuela Sakurako. Aun sabiendo lo difícil que era orientarse ahí, Akari no tomó las medidas adecuadas y pronto se vio aprisionada. Las horas pasaban y el final nada que llegaba, ya Akari empezaba a cuestionar su decisión y si eso no mejoraba le esperaba una buena tunda que su madre le tenía.

"Akari ya debería haber llegado"

Pero contrario a lo que pareciera una señal a lo lejos le dio la esperanza, un pequeño sendero y un claro le ayudaría por ese momento "allí Akari puede saber dónde esta"

Un momento y un ruido llegó a sus oídos, era un grito como de un animal mal herido. Akari dio la vuelta preguntándose que había sido, miró y miró pero nada por ahí hasta que otro lamento le llegó.

Aquí es cuando Akari siente algo en su corazón, lo apretuja preocupada por la vida de aquella criatura. Otro grito esta vez más acallado le da la señal de que algo estaba mal. Corrió apresurada para poder ayudar hasta que algo o alguien detuvieron su andar.

Boquiabierta miraba que sobre la hierba el cuerpo de una chica que se retorcía, estaba débil y muy mal herida eso lo sabía viendo que a alrededor de sus piernas la sangre que fluía. A prisa se abalanza para poder ayudarla en ese momento ve una trampa para oso que un pie le mordisqueaba.

La pobre chica gemía por el dolor que sentía, Akari intentó tranquilizarla haciéndose notar "tranquila Akari puede ayudar..." pero otra sorpresa que había dejado pasar, la chica tenia orejas sobre su cabeza, y algo violenta se sacudía sobre su cuerpo una cola peluda que a ella le pertenecía.

Akari Y El Lobo FerozWhere stories live. Discover now