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Dos semanas han pasado y tenemos que regresar a Seattle, luego de tantos días a solas rodeados por el agua, el sol y mucho amor, es hora de volver a la realidad. Podríamos haber hecho un viaje más largo, pero, el trabajo es trabajo y hay un hijo que mantener. Me hubiese quedado toda una vida alimentándome con afán, tragando hasta desfallecer, disfrutando de la magnífica y siempre exquisita gastronomía, nos tomamos un par de días para recorrer más allá de las playas, y yo la que acaba comiendo ricos tamales y tacos de todos sabores... No morí de intoxicación alimenticia por milagro, eso de medir lo que trago... ¡No pasará jamás! Soy feliz comiendo. Miro mi tripa cada mañana y ya no sé si es por mi bebé o por todo lo que llevo a mi boca y queda estancado porque me la pasó echada todo el tiempo. Ah, ni qué decir de mi agüita de coco, desfallezco de amor cada vez que le bebo... Bien heladita. Las playas fueron testigo de todo el amor que puede existir entre ambos, muchos besos, abrazos, dedicatorias, canción y una que otra cosita más. Peeeero, era Zimmerman el que no quería el ujú, luego no hay quien le pare, si donde se prueba la miel se desfonda la olla. Sol radiante, aguas cristalinas, manjares mexicanos y mucha miel... El resumen de los mejores días de mi vida.

Antes de tomar el vuelo, hemos visitado a unos amigos de su familia. Dexter, el famoso tipo de las canciones bonitas y frases exóticas, además de su esposa Graciela, ¿Algún día dejaré de conocer tanta gente por parte de los Zimmerman? Van desde conocidos, primos, amigos, primos del primos, vecinos del primo del primo, es un asunto bastante mareador. Ambos son hermosos, juntos con sus hijos que pudimos ver durante todo el día, hasta que hemos tenido que irnos al aeropuerto para tomar el vuelo de regreso. Bueno, en cuanto despega el avión, me digo que de que vuelvo... Vuelvo. Es un pequeño paraíso terrenal, que queda en mi corazón por siempre, como Villa morenita.

Durante el viaje, he sufrido una pequeña fatiguita puede que por la altura o la misma inquietud que lleva el bebé. Duermo durante todo el viaje, al despertar, la criatura también lo hace y se mueve, hago callar a Paul, es su culpa. Él y Sawyer se encargan de llevar las maletas al auto, yo me dedico a beber cuanta agua pueda, me muero de la sed. Al llegar al apartamento me adueño del sillón y trato de reposar, mientras espero por algo de alimento. Hago un par de llamadas para poner una cita con la doctora hoy mismo, ya regresamos y no voy a esperar más. Quedo con Braulio de llegar a la editorial para ajustar pequeños detalles de la edición especial de mi libro, los cuales sólo serán vendidos en subastas para recaudar fondos y que sean entregados a fundaciones, la mejor idea que han tenido, estoy fascinada.

Esa misma tarde, Paul regresa al trabajo, por unos cambios que el insufrible de mi hermano no comentó antes —Para no interrumpir nuestro viaje, según él— mi esposo, tiene una nueva secretaria y cambió el jefe de dirección de bodegas. No me ha dado tiempo de comentarle sobre la cita médica, me he de ir sola. Primero, hago una escala en la editorial, también debo hacer mi trabajo. En la recepción están Clare y Hannah, las saludo a ambas, por supuesto que no falta el comentario aquél del bronceado y lo linda que estoy.... Lindamente inflamada será. Mamá aparece por los pasillos, va leyendo algún documento muy concentrada, la señora Grey se ve ocupadísima, se sostiene el puente de la nariz al encontrar algo que no le agrada, susurra alguna maldición apenas audible. Da un carpetazo y baja el brazo donde lo sostiene.

—Hola, señora Grey. —Susurro divertida. —Está usted más hermosa que nunca.

—Mi cielo. —Da pasos ligeros para venir hacia mí y abrazarme. —Hermosa tú. Mírate nada más, qué bonito color de piel traes. Te ves divina. ¿Cuando regresaron y porqué no avisan? A joderse con los dos, ¿Siempre sus viajes serán así?

LA CHICA DE UN ZIMMERMAN (TWO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora