Carta no. 7

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Definitivamente comenzaré a odiarte, eres un idiota Alex. Odio que te empeñes en confundir de esta manera tan cruel con mi corazón, por más que quiero tomar mi distancia contigo, tú siempre terminas diciendo lo que mi corazón más quiere escucharte decir aún a sabiendas que no lo dices con toda la sinceridad, es como si te quisieses encargar de darme cierta satisfacción o gusto; en ocasiones he llegado a pensar incluso que solo eres como aquellos chicos que tanto detesto escuchar en los autobuses... aquellos que junto a sus amigos se mofan y ríen de alguna chica que les demostró sus sentimientos, no quiero pensar que eres así... me niego.

Creo que ya hace más de un mes que no voy a tu casa y por supuesto que tú no te has aparecido por acá... no me extraña. Sería demasiado bueno para ser verdad el poder verte parado detrás de la puertecilla de la cerca... eso jamás pasará. Cada vez me siento peor que antes, me siento tan desinteresada por todo y todos; no me apetece ni siquiera ir a clases, ni siquiera ver a mis amigos, creo que yo misma terminé empeorando mi propia depresión... comienzo a llenarme de odio y rabia, tristeza y desesperación. No faltan las noches que comienzo a llorar sobre mi cama sin motivo alguno, lo gracioso de todo es que mientras yo estoy en un mar de lágrimas... te escribo con total normalidad e incluso hago como que estoy feliz de la vida. Si tan solo supieses la verdad, aunque creo que es mejor que no... no quiero tu lástima.

Alex, ¿sabías que cuando me rechazaste sentí una enorme vergüenza y una tristeza sofocante en mi corazón? Creo que eso no se compara con lo que hiciste ayer, fue como si me arrancases el corazón y delante de mi propio cuerpo sin vida lo abrieses a la mitad y lo pisotearas sin parar... sé que no puedo ser más que una amiga para ti, pero... ¿era necesario querer tomarme como un juego? No sabes el dolor punzante y asfixiante que tengo justo en este momento en mi pecho; supongo que fui afortunada de que mis padres y hermanos se fuesen a casa de mis abuelos, al menos pude llorar a todo pulmón sin reprimirme nada. ¡Me odio por no poder ser capaz de arrancarte de mi corazón aún con lo que me diste a entender anoche, te odio por creer que me conformaría con ser algo temporal e insignificante! Te quiero a ti, ¡TE AMO IDIOTA! Pero no pienso permitirte ese gusto, aun cuando me esté quemando por dentro.

No quiero ser el juguete de nadie más, no de nuevo. Suficientes heridas recibí la última vez que caí como una completa estúpida.

Que no daría por ser capaz de abrazarte y poder besar tus finos labios; el solo estar contigo la tentación es insufrible, pero... sabiendo que el precio para poder hacerlo es ser algo desechable... prefiero morir de tristeza. Tengo muy presente que no me amo a mi misma, irónicamente igual que tú, pero eso no significa que me rebajaré a conformarme con migas; tú la amas a ella y nadie hará que eso cambie.

Lo mejor será que yo desaparezca de tu vida.

Por tu bien, y más por el mio.

Escribe Rita.

AlexanderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora