Noche de tormenta fortísima en las afueras de un pueblo de Irlanda de pocos habitantes, ni si quiera contaban con un hospital, y eso lo sentía sobretodo Lucille Richards que estaba dando a luz en su propia casa sin medicamentos ni ninguna ayuda.
Un grito se oyó por todo el pueblo mezclado con un trueno haciendo un sonido bastante escalofriante, horas más tarde consiguió dar a luz, cayendo desmayada en el instante. No había radiografías así que no sabían que venía, cuando vieron que era una niña, el marido de Lucille la puso en sus brazos y al mirar a la criatura a los ojos decidió que se llamaría Lana, Lana Richards, el padre se quedó mirando a la criatura con cara de desconfianza, y sin decir nada, ni previo aviso si quiera, cogió un cuchillo y se suicidó en aquel momento provocando los gritos de su madre que no tenía fuerzas para levantarse y los lloros del recién nacido bebe al oír gritar a su madre.