capítulo v.

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Quédate a mi lado.

Su certeza estaba puesta en que él se negaría completamente a ella luego de haberle dicho tales cosas. Que, tal vez, lo haría sentir intimidado. Hasta imaginó que Mike sería capaz de alejarla ya que cuando mencionó el tema en persona, él no aceptó ni negó hacerlo, de hecho, la ignoró.

Después de todo, no sería difícil hacerlo. Y por supuesto, Melanie no estaba afectada en absoluto por una verdad como esa.

Parpadea varias veces al ver que, el nuevo documento que había abierto para empezar un informe estaba en blanco. Llevaba en un viaje astral hace, evidentemente, treinta minutos. Cierra sus ojos al mismo tiempo que refregaba su cara, estaba algo inquieta.

Porque, para empezar, nunca pensó en que Mike Shinoda respondería fácilmente el primer mensaje que le envió. Que su interés terminó convirtiéndose en ganas de querer saber cuál era la verdadera cara de él para ayudarlo en lo que sea que tenga a su alcance y, como consecuencia, que éste sólo pida su compañía.

¿Cuál sería la reacción del público al enterarse algo como eso?

En realidad, no tendrían por qué saberlo. Pero como es obvio, eventualmente, la gente lo sabrá. Un escalofrío recorre su espina dorsal, haciéndola sacudir ante el pensamiento.

Volviendo a la actualidad, en donde Melanie no respondió el mensaje de Mike desde que lo leyó en la mañana hasta ahora en el mediodía, sus dedos tecleaban el teclado del computador con rapidez. Aunque parte de su pensar esté puesto en el informe que escribía, la otra parte piensa las cuarenta respuestas que podrían ser correctas o no.

Hasta que un tic nervioso se apodera de su ojo izquierdo y, la hace soltar un pequeño y ahogado grito debido a la frustración que llevaba encima, mientras llevaba su mano al lugar y lo único que sentía era el palpitar ahí.

—Joder...

Jenna, la misma mujer que la cubrió el día anterior para que durmiera, entra a la oficina de la rubia e inmediatamente se acerca a ella.

—¿Estás bien? —pregunta con preocupación, arrodillándose a la altura de la mujer.

—Siento que me palpita y tiembla éste ojo —explica ella, cierta culpa la invade en cuanto ve lo preocupada que está su compañera por nada—. Pero no te preocupes, probablemente sea estrés.

—¿Por el trabajo?

Melanie se reincorpora en su asiento mientras sacaba lentamente la mano de su ojo, pero el palpitar sólo aumentó más—. Es lo más probable.

—Por Dios. —Jenna toma el rostro de la rubia entre sus manos, a la vez que acerca el suyo para ver más de cerca el ojo de la mujer—. Parece que se te sale en cualquier momento. ¿Estás segura que estás bien?

—Tráeme un paño frío, por favor.

Y la azabache va en busca de lo que le pidió. Suelta un suspiro al mismo tiempo que vuelve a llevar su mano al lugar para calmar el temblor, pese a que sea un intento bastante inútil. Desde que leyó el mensaje estuvo deliberando qué estaría bien hacer con Mike de ahora en adelante. Si la quiere como compañera, o si se quedara por ayudarlo, ¿no es lo mismo?

Es lo que se cuestionaba. Empero, en cuanto entendió que Shinoda no quiere que se entrometa en ese dolor personal, quedó varada en medio de su voluntad de querer hacer algo por él.

Se sentía como una idiota. Especialmente, porque ese no era su deber pero sentía que sí.

Pero corriendo de lado completamente lo que tenga que ver con el japonés que invade sus pensamientos cuando menos lo tiene que hacer, su vista viaja desde el techo de la oficina hasta la pantalla del computador.

heavenly;; mike shinoda. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora