En algún punto de nuestra vida todos hemos deseado aquello que no podemos tener, porque lo inalcanzable es atractivo para los ojos.
Y es ahí la diferencia entre quien lo consigue y el que se queda únicamente idealizando lo que podría ser.
Este principio se aplica en todas partes, en lo que soñamos, a lo que aspiramos, y en lo que queremos. La perseverancia es trabajo y el trabajo es dar un paso más cerca a todo aquello que nuestra mente nos hace desear.
El amor es una fuerza a la que todos en su momento queremos alcanzar, queramos admitirlo o no. Unos son desesperados, otros un tanto más pasivos pero todos lo buscamos.
El problema radica en cuando lo encontramos y nos enamoramos solos.
¿Amor platónico es que se le dice?
¿O quizá, amor imposible?
Sea como sea que se le llame, ese fue el caso de Grezia. Y ella luchó contra lo imposible. Desesperadamente.
Porque en esta lucha estaba prácticamente sola, una lucha donde el pequeño obstáculo se lo encontró cuando tuvo que saltarse las políticas y los paradigmas contra un hombre que se aferraba fuertemente a sus principios.
Aún deseandola.