1. Los idiomas no son una barrera
Aunque por respeto una aprende el idioma del país al que emigra, tampoco es que no vas a poder salir de tu casa hasta que lo hables bien. Aquí en Portugal la gente hasta te agradece querer aprender, incluso te corrigen pronunciación y tratan de enseñarte palabras nuevas. Encerrarse en el español no es bueno ni necesario.
2. Regresarse no es una opción
En medio de las crisis y las depresiones comienzan los "Y si?". "Y si me hubiera quedado unos meses más?", "y si la cosa termina mejorando?", "y si hubiera terminado la carrera?", "y si hubiera hecho las cosas distinto?". Al estar en otro entorno, dejas de ver todo negro y vuelve a crecer esta falsa esperanza de que capaz aún había algo bueno atrás, pero la verdad es que, quitando a tus seres queridos, no existe razón alguna para regresar, y tú presencia no desatará una magia que arregle todo. En mi viaje a Madrid llegamos a visitar una churrería, perteneciente a un venezolano, y antes de irnos me dijo: "no mires atrás"; creo que es el mejor consejo que puedes darle a quien emigra.
3. Tú vida no tiene que ser perfecta en 1 mes
La gente tiene este estereotipo de que te vas y al mes ya eres millonario y llevas una vida de ensueño, y no, no es así, de hecho tu vida no tiene que ser perfecta en absoluto. Al irte, lo que sucede es que ves el fruto de tu trabajo, y te das cuenta que muchas cosas que llegaste a considerar lujos en realidad son normales y hasta derechos. Irte no te garantiza plata y perfección, sino esfuerzo recompensado.
Emigrar es una decisión dura, y no existe guía alguna que te prepare para lo que vas a vivir. Solo ten en mente que si tú te rindes, aquello a lo que huiste gana, y no les vas a dar ese gusto.
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Lecciones
Non-Fiction19 años, dos maletas y una vida por delante lejos de casa. A ver cuanto logro aprender...