Pasado cristalizado

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¡Hola a todos mis queridos lectores! ¡No olviden que los quiero mucho! XD (Lo dice para que al final de todo esto, no la quieran matar)

Advertencias: ¿los feels cuentan?

Nota: los personajes no me pertenecen, créditos a sus respectivos autores (Hima- papa, mi alama es tuya...claro si tuviera)

nota2: La música de la caja es la de inicio, por si quieren escucharla -w-

....

...

Recordaba...

El cielo azul era inmenso y los campos verdes eran su hogar; tenía compañeros de juegos que le podían seguir el paso. Uno de esos compañeros era el sol. El pequeño corría tan rápido como podía para que el sol le siguiera. Era su juego, su inocente juego.

Pronto sus alas serían lo suficientemente fuertes para levantarlo y el cielo se volvería su nuevo campo de diversiones. Cuando llegara ese momento, por fin podría competir con la gran águila de plumas doradas que le visitaba, también podría explorar más allá del nido junto a su madre y claro, retaría a su hermano para ver quién de los dos era el más fuerte y valiente. El pequeño lo haría, algún día, solo tenía que crecer un poco más...un poco más.

Despojado del sol, del fresco del césped y la cálida compañía de lo que alguna vez fue su familia, el pequeño se dolía sobre el suelo. Había dejado de luchar, de preguntarse porque estaba ahí y donde estaba su mamá y su hermano.

Su lengua estaba adormilada y la canción interminable que lo quebranto sonaba de una cajita musical. Sus notas mágicas le calmaban y le impedían escapar. Los hombres que le habían traído aquí se habían molestado además en encadenarlo y amordazarlo. No querían riegos, no querían perder algo tan valioso.

Cerrando los ojos, el tiempo incierto pasó y su corazón no dejo de sentir miedo.

...

Y entre sueños, recuerdos y el presente, la canción seguía arrullándole.

Había luz de luna que se filtraba por el tragaluz de la habitación, en ese lugar, la cría de dragón dormía sobre flores de un tenue lila que crecían en interior, como un pequeño jardín. Pero no eran flores comunes, no era una habitación cualquiera. Las flores lilas servían para mantener en calma a la cría, sustituyendo el hierro de las cadenas y la mordaza, a todo esto, se le sumaba una cajita que seguía en constante funcionamiento.

Ya no eran las tierras donde había sido comprado, era otro lugar, otras tierras que no dejaban de ser misteriosas esa noche al igual que las intenciones del hechicero Arthur Kirkland.

Sus pasos resonaron en la callada habitación, había velas al alrededor y motas de polen que desprendían las flores. Arthur miró su reciente adquisición y trató de olvidar el enfado que le producía que, al final de la subasta, el maldito desgraciado del anfitrión, no tuviera los modales para presentarse. Realmente no le importaba de quien se trataba, pero ignorar algo como eso, le producía cierto descontento.

-Quiero que prepares la habitación del extremo Norte.-Dijo y con cuidado comenzó a desvestir sus manos enguantadas.-Cuando termine aquí, la cría será más dócil.-Decía recurriendo el largo de sus piernas cortas.

Su piel era muy blanca y las partes escamosas de algunas zonas resaltaban como una especie de segunda piel que comenzaba a madurar.

De las sombras manos pequeñas y serviciales ofrecieron una bandeja de plata pulida. Arthur dejo sus guantes sobre esta y se acercó a la cría que dormía. Posando una rodilla en el suelo, siguió contemplándole.

Cría de DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora