yes, sir

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—Sígueme —dijo.

Wooyoung lo obedeció, caminando sigilosamente detrás del hombre mayor.
Aunque la oficina estaba diseñada de forma moderna y casi no tenía muebles, había una silla antigua de madera en una esquina y Wooyoung se preguntaba si no tenía algún valor sentimental para
San, pues obviamente no combinaba con los demás muebles. San colocó la silla en el centro de la habitación y se sentó en ella. Señaló al suelo e instintivamente Woo se arrodilló frente a él, esperando las siguientes instrucciones. Escuchó el
furioso ritmo de su corazón otra vez y su respiración se aceleró. Miró a San con ansiedad.

—Mira hacia abajo, chico —le ordenó San.

Obedientemente, Woo dejó caer la mirada mientras sus manos temblaban.

—Coloca las manos detrás de tu espalda —dijo San.

Woo así lo hizo, esperaba que eso las calmara.

—¿Qué es lo que deseas de mí, Wooyoung?

Woo apenas notó el extraño tono de súplica en la voz de San.

—No estoy seguro.

—Señor. Me dirás señor cuando estemos solos —le ordenó San, el temblor de su voz había desaparecido—. Anoche te hice unas preguntas, ¿recuerdas cuáles son?

—Sí, señor —respondió Woo con un tono dócil apropiado, pero su respiración acelerada lo traicionaba.

—Quiero escuchar la respuesta a cada una de ellas.

Woo inhaló profundamente. Si algún día lo iba a saber, tendría que aceptar sus deseos, decirlos en voz alta y confiaba en San. Quizás lo lastimaría, pero de alguna forma Woo sabía que no importaba qué pidiera, el hombre sabía cuánto podría soportar.

—No sé cuán caliente lo hizo sentir esa fotografía, pero espero que lo haya hecho. Quiero estar desnudo en su presencia, sobre mis rodillas. Quiero darle placer. Quiero que me use de la forma en la que le parezca, he soñado con eso y me encantaría que me besara. Nadie ha mordido mis pezones, así que no sé si me gustará. Quiero que usted… —Woo tragó saliva fuerte y respiró profundamente—. Quiero que usted… me… me baje los pantalones y azote mi trasero. Creo que
me gustaría.

—Bravo, lo recordaste todo —dijo San suavemente—. Pero no respondiste la última. ¿Te excita estar bajo mi poder, rendirte a mi placer, confiar en mí para que te haga disfrutar cuando lo merezcas y estar bajo mi absoluto control?

—Sí, señor. —La respuesta fue susurrada, pero San no tuvo problemas para escucharla.

—¿Cuál es la ciudad más poblada de la Unión Europea? —demandó saber después.

—Londres —respondió Woo, confundido.

—¿Qué te parece esa para que sea tu palabra de seguridad? ―preguntó San.

—¿Qué es una palabra de seguridad?

San se sorprendió al pensar en lo cerca que estuvo de ignorar el interés de Woo. Quizás
Mingi tenía razón, Woo necesitaba a alguien para que lo guiara. El inocente chico ni siquiera sabía qué era una palabra de seguridad.

PET ME | WOOSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora