Mizuki 2/3

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Este capitulo contará la vida resumida de Mizuki. Su historia es importante ya que contiene cosas que talvez no sabias de toda la historia de Hermana menor: Experimento. Su existencia en la trama es importante, y podría considerarse la verdadera antagonista de todo esto.  Espero que les guste, ahora los dejo leer xd

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Mizuki había caído por primera vez dormida, y eso calmaba un poco a Hana, que parecía un poco cansada por tener que hacer todo lo posible para que aquella criatura al fin cerrara sus hermosos ojos. Tomó aire y se levantó de la cómoda silla, para luego teletransportarse a su espaciosa habitación. Había decidido dejar a aquella pequeña en su cama para que pueda dormir con mas comodidad, y no tener que llevarla en brazos por todo el castillo. Un pequeño golpe en la puerta hizo que la chica levante la mirada y de permiso para que aquella persona entre.

—Señorita Hana...—susurró su sirvienta mirando con confusión a la bebe que reposaba en la cama de su ama.—El Dios del Infierno a pedido su presencia. —su potente mirada aún estaba posada en la menor, observando toda esa aura de poder que desprendía aquella pequeña.

Hana se acercó a la mujer y susurró unas cuantas palabras a la sirvienta. Aquella mujer quedó sorprendida y consternada ante aquella frívola orden de parte de la joven. Asintió casi al instante y Hana salió del lugar, sin siquiera voltear a ver a Mizuki ni a la sirvienta. Hana bajó por las lujosas escaleras con algo de elegancia en cada uno de sus pasos. Se había cambiado rápidamente con un elegante y algo atrevido vestido rojo que había elegido exclusivamente para una ocasión como esa. Trataría de desviar un poco la atención que iba a recibir Mizuki con ese enorme poder que se sentía de lejos. Tomaría ventaja de su cuerpo para que el Dios del Infierno no se de cuenta de la presencia de la recién nacida.

—¡Hana, querida!—exclamó una sensual mujer, acercándose a su hermana con sus brazos extendidos.

—Krone, hermana.—dijo ella con un poco de timidez. Toda la atención se dirigió a una sensual Hana que provocaba miles de pecados a quien la mirase con ese atrevido vestido de gala.

—Estas bellísima, ¿como puedes cargar con tanta hermosura?—dijo formalmente su hermana, mirando con dulzura a su hermana menor.

—Es un don, hermana.—dijo con atrevimiento, tomando desprevenida a su hermana quien sonrió rápidamente ante aquellas palabras.

—El Dios del Infierno esta aquí.—exclamó alguien a lo lejos y todos rápidamente  giraron a ver a un elegante hombre que entraba por la glamurosa puerta con elegancia. Había decidido tomar forma de Fundador para no tener que mostrar su verdadera forma diabólica. Hana giró y caminó hacia un lugar apartado intentando liberar esos nervios que la estaban invadiendo.

—Hana.—una voz potente hizo que Hana se sobresaltada y girara de inmediato. No esperaba tener la atención del Dios tan rápido.

—Espero que esté cómodo en esta humilde fiesta, señor.—dijo Hana, tratando de ser lo mas formal posible. El sujeto pasó su mirada por todo el cuerpo de aquella tímida mujer quien trataba de ocultar sus pechos. El sujeto sonrió con arrogancia, pensando en lo indicada que era Hana para casarse con él.

Por otro lado, Mizuki había abierto sus ojos sin hacer ningún tipo de ruido. Había sentido una extraña fuerza que se acumulaba en el piso de abajo. Aquel descanso la había hecho crecer como una niña de dos años y practicamente ya podía caminar y hablar sin ningún problema.

—Mama...—susurró la menor, sentándose en la cómoda cama.
—Mama, no te acerques a él...

Una sorprendida sirvienta estaba contemplando el hablar de la pequeña. Aquella niña había crecido de la nada y podía hablar sin complicaciones.

—Mama, él quiere procrear contigo. Quiere destruirme.—dijo con sus ojos completamente rojos, observando hacia todos lados. Una presensia hizo que volteara rápidamente con una mirada totalmente fría.
—Tú, mujer. No deberías de estar aquí, vete.—ordenó, moviendo el lugar en donde una asustada sirvienta se escondía.

—¿C-Como?—susurró, pero la fija mirada de Mizuki sobre ella la hacia sentir basura a su lado.

—Vete.

La sirvienta desapareció de ahí con rapidez. Mizuki observó por todo el lugar a su madre. Una terrible necesidad de gritar la había invadido, pero decidió no hacerlo. No quería que aquel sujeto la encontrara con facilidad.

—Mama, lo haré por ti. Sellaré todo este poder por ti. Solamente por ti.—susurró la pequeña, haciendo que todo aquel poder que traía salga de su cuerpo y rápidamente se selle en la palma de su mano. —Hana, tu seras mi madre. He bebido tu sangre, ahora me perteneces. Le perteneces a Mizuki.

Una niña totalmente desorientada miraba con confusión el lugar. Tener que sacar ese inmenso poder la había dejado débil y eso la incomodaba. Sabía que el tener que hacer ese sello había llevado una enorme catástrofe en el mundo de los humanos, pero debía hacerlo para mantenerse protegida, y mantener protegida a su ahora madre.

Mientras tanto, Hana había dejado de sentir todo ese poder y rápidamente giró con miedo, teniendo en mente lo peor. Se escondió de algunos invitados y se teletransporto a su habitación.

—¿¡Mizuki?!—llamó ella, mirando hacia todos lados.

—Mama.—Llamó la pequeña, tomando por sorpresa a la joven. Hana se sorprendió al ver lo crecida que estaba aquella niña que aparentaba estar entre los dos o tres años de edad humana.
—Mama no te asustes, yo estoy bien. Selle mis poderes en mi mano, mama, hací que no te preocupes.

Hana corrió hacia la pequeña y la abrazo con todas sus fuerzas, llorando en el hombro de la menor. Pensó que le había sucedido algo, realmente se había asustado. Mizuki, algo indecisa, abrazó a su madre que parecía muy feliz.

—Pero... ¿como es que haz crecido tan rápido?—preguntó Hana, mirando los plateados ojos de la menor.

—Yo no tengo edad, puedo hacer lo que yo quiera con este cuerpo. Quisiera ser un poco mas... normal. Adaptarme a este mundo, tratar de ser una fundadora. He investigado, ya se cual sera mi personalidad.
—susurró ella, y su expresión cambio rápidamente de una totalmente seria a una completamente feliz y adorable.
—Mami, ¡quiero jugar!

—Bueno, eso no me lo esperaba.—dijo la joven con expresión de diversión.
—el Dios está aquí, ¿segura que no te notara?

—¡Claro que no! —exclamó la pequeña, inflando sus mejillas. Hana rió levemente y acarició el cabello de la menor.

—Como tu digas, mi pequeña.

[···]

Había pasado aproximadamente siete años desde la llegada de Mizuki al mundo. Aunque el Dios del Infierno había notado una leve desestabilizad en el lugar, lo había dejado pasar sin siquiera importarle. Mizuki se crió en el castillo de los fundadores, y tenia alrededor de nueve a dies años de edad. A pesar de que al principio algunas personas se negaban el dejarla estar en aquel castillo, pudo quedarse gracias al apoyo de Krone, la reina. Hana había decidido presentarle a Mizuki su pequeña familia, presento a su esposo y a su hija Yumi. Mizuki, a su "corta" edad, ya se había relacionado con todos. Comenzó a llamar al hombre como "Padre" y a Yumi como "hermana mayor".

—Madre, ¿Yumi sabe sobre como llegue al mundo?—preguntó Mizuki con la mano firmemente agarrada de Hana.

—No... ella piensa que te encontré y adopte. No te preocupes, sabes que ella te quiere.—dijo Hana con su típica voz dulce con la que siempre se dirigía a Mizuki. Ella sonrió, ya había comenzado a sentir sentimientos y emociones.

—Una desestabilidad ha salido hace unas semanas de mi cuerpo.—susurró la menor, llevandose su mano a su pecho.—me temo que pasara algo en mundo demoniaco...

Hana la miró sorprendida, y con algo de miedo. Sabía que Mizuki era la reencarnación de la diosa de las catástrofes, y que le informe sobre una desestabilidad que salió la hacia preocuparse por el futuro de las razas demoniacas.

—¿Qué podría ser?...—preguntó la mayor, tratando de mantener la calma.

—No lo se. Un virus o algún cataclismo talvez. Es algo normal, es mi naturaleza.—dijo la menor con su dulce voz.

—Virus...

Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora