Un regalo para mamá

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El mejor regalo del mundo

Visité una librería hoy por la tarde, tenía muchas ganas de comprar un libro para mi madre, a ella le encanta cocinar, las novelas policiacas con crímenes intrincados, los libros románticos son de sus favoritos. Mi objetivo era encontrar algo, lo que sea, mientras estuviera en alguno de esos géneros cabía la posibilidad de que fuera un buen obsequio.

No planeaba buscar por internet, le quita el encanto a comprar un libro, encontrarlo en medio de una pila tirada en un rincón, buscar en un montón de estantes polvorientos hasta dar con aquel libro que te va a cambiar la semana entera, son placeres que las compras en línea no tienen. En mi ciudad hay muchas librerías, sobre todo aquellas que venden libros usados, siempre tienen los mismos nombres no importa a dónde vayas; Da Vinci, Gutenberg, Gandhi, etcétera, las veías repetidas una y otra vez, el mismo nombre, pero con un estilo único.

Vagué por cada librería que podía recordar o aquellas donde encontré algún libro. Llegué a una no muy lejos del centro de la ciudad, sin embargo, era difícil de encontrar, estaba cerca de un parque y una estación de autobuses, justo en medio del caos vial y las banquetas congestionadas, era un callejón cuyo fin era aquella librería, no había más casa, no había más tiendas, en ese callejón sólo estaba la librería con su delicioso olor a libros viejos. Me encantaba ir ahí, cada que podía llevaba a alguien para maravillarse con aquel pasillo de piso rojo, paredes llenas de plantas silvestres, de esas que crecen en las paredes, una banca recargada en una de las paredes como un pequeño detalle para el acompañante del comprador empedernido que pasa horas seleccionando un libro. Ese día iba sola, quería un poco de tiempo para mí, sin acompañantes, sin voces cansadas de esperar, no quería estar con nadie. Aquel lugar era un santuario no creo que nadie te perturbe ahí dentro, ni siquiera los dueños de aquel lugar, una pareja de abuelitos que siempre estaban detrás del mostrador al final de la librería, eran una fotografía, sólo cambiaba la ropa. Los veías detrás del mostrador, con la tv con el sonido muy bajo para no perturbar a nadie, sentados en sus mecedoras de madera, atrás de ellos se podía ver una puerta cubierta por una cortina con patrones de dibujo variables dependiendo la fecha y celebración; a veces muñecos de nieve si era navidad, banderas con el emblema nacional, calaveras vestidas con atuendos regionales por el día de los muertos, un portal misterioso que seguramente llevaba a su casa, a su lugar de reposo donde ingerían sus alimentos y dormían. La idea siempre me hacía muy feliz porque me encantaría vivir en una librería y poder oler los libros desde cualquier lugar de mi hogar.

Ese día era muy cálido. Recuerdo que en cuanto entré a la librería sentí que la temperatura del lugar estaba ligeramente por encima. No era desagradable, además podía oler lo que cocinaban, supongo que por eso se sentía caluroso el lugar, un guiso estaba en la cocina hirviendo para concentrar los sabores; podía distinguir el olor de las papas, zanahorias, cebolla, cilantro, carne de puerco me parece. Salude amablemente a la pareja, devolvieron el saludo e inmediatamente la mujer fue detrás de la cortina, supongo que para apagar el fuego. Poco a poco la temperatura fue disminuyendo, pero el olor permanecía, acariciaba mi apetito definitivamente.

La librería era grande, constaba de una sala muy larga con 4 estantes llenos de libros, además de muchos ejemplares acomodados en el suelo, había otro cuarto más pequeño donde se encontraban libros raros y muy viejos, casi nunca entraba ahí porque me daba miedo tocar algo tan antiguo y dañarlo, los precios de eran muy elevados para una estudiante. Por suerte había ahorrado un poco más de dinero en caso de que tuviera que recorrer aquella sala. Cada estante estaba revuelto, no había un orden que seguir y cuando encontrabas algo era un tesoro en medio del caos. Baje libros todo el rato, levanté muchos otros del suelo, leía un par de páginas y lo descartaba, en caso de que sintiera que podía ser un buen regalo lo ponía en una pequeña pila personal. Encontré novelas policiacas de una trama muy interesante, uno de ellos hablaba de una familia que parecía común y corriente, un día desaparece un pequeño, hijo de los vecinos. Por las páginas que leí puedo deducir que la familia lo había raptado, el misterio era el porqué. Esas historias eran escalofriantes y mantenían el cerebro pensando por horas, por eso lo puse en mi pila privilegiada. En medio de un libro sobre Descartes y uno de física elemental encontré un libro de cocina "Postres mexicanos para toda ocasión" tenía los clásicos como arroz con leche, flan napolitano, pan de muerto. Uno más a la pila en definitiva. Creo que el que llevaba la delantera a todos los demás era uno que hablaba sobre misterios sin resolver, era enorme tal vez 500 páginas y cada página contenía un misterio de "la vida real", la preguntaba quedaba abierta y tu podías pensar en la solución, al final del libro estaban las respuestas a cada situación y problemas. Desapariciones, supuesta abducciones alien, fantasmas en casas abandonadas, pie grande, el monstruo del lago Ness, y seguía y seguía. Yo creo que ese será el elegido, pero seguiré buscando en caso de que encuentre uno mucho mejor, lo dudo, pero igual lo intentaré. El que quiera ganarle a este libro tiene que dejarme sin palabras.

Un regalo para mamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora