3.1

3.8K 219 3
                                    

Gabriel se sentó detrás de Támara, era de noche y ya nadie estaba fuera, solo eran ellos dos, claramente la guardia también, pero como había tomado el mando hasta nuevo aviso, podía salir a la hora que fuera, no importaba, la rodeo con sus brazos y la apoyo en su pecho, era tan pequeña para él que le gustaba, no solo eso, si no la manera de mirarlo, de poner sus ojos en él y olvidar al resto del mundo, descanso su cabeza en su hombro y miro al mar como ella, apretando más su cuerpo, sintiéndola en todos los sentidos, Támara era inocente y lo último que quería era corromper su mente con cosas que el conocía bien, muy en el fondo la necesitaba para toda la vida, para una vida juntos, no para una noche, era bella e inteligente, tímida en algunas cosas, risueña y habladora de vez en cuando, era la mujer que sonó tener siempre, pero la atormentaba su padre, el que diría, darle un golpe más, pero tenía que entender que ella era libre de hacer y deshacer en su vida, que su padre ni mandaba y que ella podía hacer lo que deseara, siempre.

-Quiero una casa para mi sola, aunque sea un departamento.- la escucho, sonrió contra su mejilla, habían hablado de un viaje a Los Ángeles, él era de ahí, servía ahí, pero ella no, por lo que pensar en ir a Los Ángeles era otra cosa que pensaban desde la noche que se besaron, mejor dicho que la beso.

-Yo tengo una casa, es pequeña, pero esta sola, la cuida mi vecina de vez en cuando cada que no estoy.- le informo en susurro en su oído, la sintió estremecer en sus brazos algo que le gusto.

-¿Dormiremos juntos? -le preguntó ella con suavidad y timidez, Gabriel sonrió nuevamente y la abrazo más.

-Solo si tu quieres.- respondió mirándola de perfil, Támara suspiro pensando en si decirle o no la verdad- Se que eres virgen, no necesitas decírmelo, no estoy en contra o molesto, ni sera impedimento para ambos, podemos dormir hasta que encuentres al indicado.- beso su mejilla con suavidad y miro nuevamente al mar.

-¿Como sería nuestra primera noche juntos? -preguntó ella tranquila, Gabriel pensó rápidamente en algo, pero su cuerpo comenzó a excitarse, sabiendo que no era el momento- Me refiero a dormir juntos, ¿que harías para mi una vez que vaya a Los Ángeles?- volvió a preguntar, Gabriel suspiro pensando con claridad.

-Te llevaría a conocer la ciudad, a comer en mi restaurante favorito, te presentaría la puesta de teatro de mi hermana, comeríamos con mis padres, iríamos a un parque acuático, cenaríamos en la terraza y miraríamos las estrellas desde mi patio trasero, al final dormiríamos así, abrazados. -le respondió tranquilo, Támara sonrió dándose la vuelta y quedando de rodillas a él, aun así le faltaban centímetros par alcanzar al metro noventa de Gabriel, lo miro a los ojos y paso sus manos por su cuello.

-No sé que es esto Gabriel, pero no quiero que termine, no quiero despertar y ver que no es cierto, quiero quedarme aquí, junto a ti, siento que si nos vamos no volveré a verte, que mi padre me encerrara bajo llave y no dejara que me vaya.- confeso miedosa, Gabriel la tomo con fuerza por la cintura y la pegó a él, con su cuerpo tenso.

-Si tu padre hace eso, travesare el país e iré a tu casa, entraré y te traeré conmigo a Los Ángeles, y si se pone frente a mi, diré que te ami como un condenado hombre podría hacerlo, que estoy dispuesto a perder un testículo por ti solo por estar contigo toda la vida, si no me deja ir contigo, tendré que sacar la cuerda mágica y someterlo al sofá.- sentencio, Támara sonrió mirándolo a los ojos, asintió juntando sus frentes, su nariz la rozo con la suya y beso cortamente sus labios.

-¿Como sería hacerme el amor?- preguntó inocente, logrando que en el cuerpo de Gabriel despertara el monstruo que tanto quería ocultar, la tomo de la mejilla con una mano y la otra la rodeo estrechándola a él, Támara gimió al sentir sus labios con los de ella, gruesos, suaves y maestros, moviéndose ferozmente en un beso diferente, ardiente, pasional y rudo, su corazón se detuvo un momento y después comenzó a latir con fuerza, presionando su tórax, su respiración de entre corto y su cuerpo comenzó a tener calor, se aferro a él por los hombros y abrió más su boca, Gabriel estrujó su cintura y pegó su erección a ella haciendo que gimiera, al tenerla así, introdujo su lengua a su boca y le arrebató otro gemido, recorrió cada parte de su boca con ganas de tenerla en algún lugar diferente a ese, donde solo los dos pudieran hacer lo que quisieran sin estar pensando en ser vistos.

Fuerzas Especiales: Siena [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora