El Tornado de Dorothy

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No sé porque decidí escribir acerca de esto, posiblemente porque tengo la esperanza de que al escribirlo me llegue una explicación clara de cómo es que me dejé meter en este embrollo y así también poder solucionarlo. Me queda claro que el detonador fue una crisis de edad, si, aunque no lo crean a los treintas, también dan crisis de edad, no únicamente en los cuarentas y los cincuentas, de hecho creo que cada década en la vida del ser humano hay una crisis de edad a partir de los treinta años, claro está, porque de los veinte años para abajo todo es una caminata cuesta arriba en la que no hay lamento por el pasado o por lo que no has logrado, nadie espera que logres nada especial a los veinte años más allá que graduarte de la universidad, pero a los treinta años empieza una confusión entre lo que ya deberías estar logrando según tus proyectos armados durante tus años universitarios y la añoranza de las diversiones cometidas durante este mismo período de tiempo. En mi caso, en realidad era añoranza por la falta de diversión que no tuve durante esos años; mientras mis amigas se la pasaron de fiesta en fiesta, viajes y excursiones, yo me concentré en ser la mejor estudiante de mi generación y mantener el descuento del 30% que me daba la universidad, así como en desarrollarme profesionalmente también, para pagar mis estudios. Busqué un trabajo de tiempo completo que llenaba todas mis horas libres en una editorial en dónde comencé como recepcionista y me enfoqué en hacerme la más útil y responsable para poder ir ascendiendo, entre mi trabajo, mi deseo por ascender y mis estudios no tuve espacio para nada mas, ni para las diversiones ni para el amor. No, yo no tuve novios que me siguieran el paso durante la universidad, no soportaban mi ritmo de trabajo por lo que tampoco tuve alguna relación formal que durara mucho, es por ello que llegué a mis 34 años sin casarme y sin algún prospecto para este fin, cosa que mi familia, en especial mis tías, primas y abuela no dejaban pasar y me recordaban constantemente que mis mejores años para el matrimonio estaban pasando, mientras sé que a mis espadas murmuraban la palabra "quedada" esa etiqueta que para México y en especial, la ciudad de Mérida, de dónde soy y dónde resido, es algo que para una mujer es peor que tener una enfermedad venérea altamente contagiosa, es sinónimo de fracaso y no dan ningún reconocimiento a los exitosa que seas profesionalmente hablando, no, en Mérida, nada vale para una mujer si no se ha casado.

Todo lo anterior descrito, sumado a que comenzó de una manera tan inocente, hizo que no me diera cuenta en qué momento se fue complicando, al principio tan solo se trataba de un experimento del cual decidí formar parte, estaba enojada con la vida o tal vez simplemente siendo víctima de la crisis de mi edad. Aunque de mis amigas era la que se encontraba "mejor colocada" profesionalmente hablando y la que ganaba más, no me encontraba en el punto en el que deseaba estar, en la empresa dónde estaba daban preferencia al género masculino, viendo cómo varios hombres que llegaron después de mí, ascendieron mientras yo me quedaba estancada, por otro lado habiendo tan poco espacio fuera del trabajo, era obvio que mi vida amorosa se limitara a un tonto "crush" o enamoramiento con un compañero de trabajo, el cual se resumía a una noche de pasión después de algún festejo de la empresa en el cual hubo mucho alcohol de por medio y nada más. Él nunca volvió a intentar otra movida, todo quedó en una aparente amistad en la cual yo lo ayudaba atentamente a realizar su trabajo con la esperanza de que él, algún día me notara y me volviera a ver de la misma manera como aquella vez, pensaba que si me convertía en su apoyo dentro de la empresa, él descubriría que también lo podía ser para la vida y un día mágicamente descubriera que todo ese tiempo había estado perdidamente enamorado de mí y decidiera casarse conmigo y así de golpe podría callar la boca de mis tías y primas de una vez por todas, pero eso no sólo nunca pasó, sino todo lo contrario.

Todo comenzó en una "Girls Night" que es como todavía solemos llamar las noches en que por fin mis amigas y yo podemos ponernos de acuerdo para vernos. Normalmente es en un restaurante o en casa de alguna de nosotras, aquella vez fue en casa de Rossana, aprovechando que su marido estaba de viaje, como casi siempre. En medio de la plática, las risas y las copas de vino, Isabel, otra amiga, sacó su celular y leyó un escrito que tenía ahí guardado, este escrito fue el inicio de una serie de aventuras y desventuras que me envolvieron como un remolino, y como a Dorothy, me llevaron lejos en una tierra lejana, muy lejana a lo que era mi zona de confort y todo bajo la bandera de un "proyecto". El escrito constaba de veinticinco puntos, cada punto representando un síntoma de situaciones y sentimientos reales para una persona que está en sus treinta y tantos. El escrito decía lo siguiente:

Proyecto 20 Otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora