Capítulo único

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Hello, darkness, my old friend

En un mundo donde todo estaba construido por extremos, Oh SeHun se soñaba danzando en medio de un claroscuro que no podía definir con palabras, porque sus sueños estaban plagados de imágenes brillantes, de risas y hoyuelos de ensueño.

En una realidad onírica, caminaba por bastos prados en cálidas tardes, podía distinguir frente a sus ojos diferentes tonos, como si cada cosa en el mundo estuviera hecha de un material diferente, no de ese áspero gris del que estaba construida su realidad. Y no eran aquellos colores desconocidos lo que consumía su alma en sueños, era esa imagen tan nueva, tan ansiada por su espíritu, que lo asechaba desde una lejana tarde, tan lejana que no podía recordar si fue hace un año o el día de su primer despertar.

La imagen de una sonrisa que curvaba sus labios en los extremos y estiraba su boca hasta causarle dolor, preguntándose si sus comisuras se arrugaban hasta formar esa pequeña arruga que había visto en el rostro ajeno, si podía incendiar el mundo con una sonrisa como Zhang Yixing había hecho.

Zhang Yixing. Ese nombre que conocía a la perfección, que construía a diario con sus manos, pero que no podía formular con la voz. Porque su voz, al igual que todos los sonidos de ese mundo, estaba sumida en el silencio.

Durante las infinitas y monocromáticas tardes de trabajo, SeHun se esmeraba tallando nombres a la rápida para plasmarlos en las placas identificadoras, recibiendo como únicas respuestas escuetos mensajes holográficos proyectados en su cabeza cada cierto tiempo. Pero hubo un día que hizo explotar tonos cálidos en su visión, fue una sonrisa que despertó de su letargo al mundo de colores que se escondía en su pecho y dirigió orquestas barrocas en su cabeza.

Zhang Yixing era el nombre que forjaba a diario, como en ese momento de ocio, con el sudor perlándole la frente y las cuerdas vocales vibrando en su cuello.

Al ser el único capaz de comprender y trabajar sin cometer errores con los caracteres chinos, era el encargado de forjar los nombres de dichos inmigrantes.

Soldaba, calentaba, martillaba y templaba placas de metal con nombres que luego quemaba sobre parches que se adherían a la ropa. A la hora de amolar, se esforzaba lo suficiente como para que el nombre fuera legible. Forjaba tantos nombres durante el día, que de noche no recordaba ninguno, incluso si lo hacía más de una vez, pero estaba ese nombre, Zhang Yixing, que no podía olvidar y volvía a forjar cada vez que tenía tiempo libre.

Zhang Yixing.

Se preguntaba cómo debía pronunciarlo, cómo debía tensar su lengua para formarlo y qué músculos debía presionar para que se deslizara correctamente por entre sus labios. Se preguntaba si sonaría tan elegante como se leía.

En su pequeña celda, cuando la oscuridad total apagaba el mundo, cerraba los ojos y se concentraba en el fantasioso hoyuelo de Zhang Yixing, envolvía su nombre en caricias de terciopelo y lo liberaba, rompiendo ese mundo oscuro en colores inexistentes.

Ese día, al llegar el atardecer y con él la oscuridad que engullía el mundo opaco, desconectó el respirador de la forja y sonrió para sí mismo, orgulloso de haber creado una pequeña obra de arte en tan poco tiempo. Ese era su pequeño secreto, su pueril esperanza de sobrevivir a la oscuridad y el silencio, un nombre elegante como seda de metal, cuya pronunciación no conocía y cuyo significado le era por completo desconocido. Un nombre que representaba la luz de una sonrisa, la única que había recibido desde que comenzó a forjar nombres en ese infierno mudo.

Con la calidez de un corazón temerario, recordaba aquella única y lejana vez en que sus manos se rozaron. Una línea gris oscura atravesó la muñeca pálida de Zhang Yixing, sus manos unidas por un trozo de metal con trazos torpemente forjados y un estremecimiento de calor que le recordó a esos sueños en que la luz del cielo calentaba su piel.

El sonido de su nombre [SeXing]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora