Parte 4

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Teresa está enferma. Los malestares aparecieron de repente un sábado por la tarde. Hasta el viernes todo parecía normal. La vi canturreando y bailando por toda la casa, con esa alegría tan única que parece contagiar a todos los que la rodean. Incluso el sábado a la mañana parecía que todo estaba bien. Preparó el desayuno y se comió un dona de chocolate como si nada pasara, pero después del mediodía la cosa se puso fulera. Empezó a marearse y a vomitar sin parar, y su tez se volvió de un color blanquecino verdoso. Aunque parezca mentira, desde entonces ha desmejorado notablemente. Perdió 10 kilos en tan sólo una semana y su cabello que solía ser de color rojo brillante, se tornó opaco y quebradizo, y se cae por mechones.

Mi papá está desesperado, ha consultado con cuanto médico encontró disponible. Hicieron todo tipo de análisis y estudios, pero nadie parece saber con certeza cuál es la enfermedad que padece o qué estaría provocando todos los síntomas.

Yo decidí quedarme acá unos días porque me preocupa mucho su estado de salud. Su veloz deterioro no es muy alentador y eso me pone muy triste. Teresa parece un fantasma, una sombra de lo que fue, apenas puede hablar y la alegría se le escapa como agua entre los dedos.

Crónica de un ritualWhere stories live. Discover now