Capitulo 2

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Narra Samuel.

Me jodía todo de él. Tenía que ser tan controlador. Siempre. Yo solo quería que ella viera lo que de verdad es la vida, lo que le espera, que no todo es color de rosa como se lo ha hecho creer Jacob y sus padres. Para ellos siempre he sido el crío, el inmaduro de su mejor amigo.

Sé que primero lo conoció a él, pero también sé que soy igual de importante para ella.

Ahora mismo, estaba dormida, aún algunas gotas de agua bajaban por su frente. Yo solo la observaba junto con Jacob.

-Es tu culpa- dice aún mirándola a ella.

-Que te den- le resto importancia para no formar un mayor problema.

-Mejor vete, yo me quedaré a cuidarla está noche- lo dice como siempre con su voz de padre.

Lo mato con la mirada y salgo, confiando en él. Claro, Jacob la ama con su vida, y no sería capaz de hacerle o que le hagan algún daño mientras está inconsciente o ya sea en su sano juicio.

-¿Qué ha pasado Samuel?- la voz suave de Lucía me hace dar un brinco antes de salir.

-En realidad no lo sé. La dejé sola un momento y cuando llegué, Martina seguía tomando su jugo de naranja, pero estaba riéndose y cuando me vio empezó a llorar, llamaba a Jacob, luego llegó él- dije algo avergonzado, de verdad me sentía culpable- no fue mi intención, solo quiero que ella se divierta.

-Vale, sé que no fue tu intención, pero lo sabes muy bien, ella no es apta para esos ambientes- soltó un largo suspiro- no se lo comentaré a su padre, espero que no vuelva a pasar.

No supe nada de mi amiga, en todo el fin de semana. Supongo que estaba enojada, o su novio le metió cucarachas en la cabeza para que se enojara conmigo. Aunque fuera un insoportable lunes a primera hora, ella llegó con su buena sonrisa saludando de vuelta y caminando elegante como siempre; esta vez no venía sola, venía con su mejor amiga Camila, las inseparables.

-Martina- la salude en cuanto pasó por mi lado.

-Ehm, Samuel- dijo algo desubicada.

-Si, Samuel, tu mejor amigo- su semblante era serio- hola Cami- me dio un beso en la mejilla.

-Te pasaste esta vez, Samuel, no esperaba eso de ti- dijo mirando el pasillo.

-¿Me pase? Recuerdo perfectamente lo que pasó ese viernes y sé que no pasó nada, no sé qué mierda te habrá dicho Jacob- me acomodé para que me diera la cara.

-¡Él no me dijo nada!- se estaba alterando- solo que yo esperaba que me cuidarás, y no que dejaras que me drogaran, por Dios- se tapó la cara con dramatismo- te imaginas que hubiera hecho un escándalo, ¡Mi reputación estuvo en juego!.

-Si lo sé, pero no fue mi intención, eso es lo que menos quería que te pasara. No es por quitarle importancia al asunto, pero no te dieron algo que no pudieras soportar, solo que tu cuerpo no supo responder a esto, ni a una pizca de alcohol- mi cara se tornó burlona.

-Nunca cambiarás- dijo enojada por mi comentario, para luego darse la vuelta junto con Camila.

Bueno, no entiendo cuál es su enojo. No le dieron droga en sí, solo fue una pastilla que te hace dormir. Igual tendría que arreglármelas para que me hablara y dejara su enojo. Lo malo es que hoy no se nos cruzarán clases y en los ratos libres se la pasa con el intenso de su novio.

-¿Crees que es momento de hablarle?- susurré a Camila que estaba a mi lado sin que el profesor se diera cuenta.

-Claro, una mujer siempre espera que se disculpen con ella cuanto antes- me da una mirada rápida- ay Samuel nunca cambias.

-Vale-el profesor estaba de espaldas por lo que me dió libertad de tomar su mano para hacerle una pequeña broma- por cierto, estás más buena que de costumbre.

-¡Qué te den!- si serás idiota Camila...

-¡Camila...- inspeccionó el salón hasta que se encontró conmigo- y Samuel! Para dirección. Ahora.

Siempre por culpa de ella, no sabe hacer las cosas en silencio. Puede parecer una linda modelo de pelo negro, claro es linda, hasta que se ríe, grita o insulta como vagabundo. Siento que han sido muy perseverantes en este colegio, no puedo ni contar las veces que estuve en dirección desde que entre. De camino nos encontramos a Martina, solo dió una pequeña palmada en su frente y negó varias veces. Siempre hace eso cuando alguno de nosotros se mete en líos. Aunque siempre me da gracia su rostro, esta vez no, se veía opacado.

-¡Ahora que desmadre hicieron!- dijo rápidamente

-Samu me quería violar- dice Camila indignada.

-¡Samuel!- no sabía si reprenderme o reír.

-Está mintiendo, ya quisieras enana de cabello corto que alguien como yo te violara- digo con mi ego a flote.

-Si que eres...- sus insultos fueron interrumpidos por la puerta.

-Samuel y Camila, los estoy esperando- dijo para luego retirarse.

-¿Estás bien?- digo cuando ya Camila estaba al frente.

-Si- dice con tanta seguridad, que de no ser porque la conozco hace muchos años, diría que de verdad está bien.

Luego de el mismo sermón de las visitas a dirección y del típico castigo de quedarnos en el colegio una hora después de clases durante cuatro días, Camila y yo fuimos a dar una vuelta por el instituto. Esperando a que Martina saliera para el receso. Y aunque ese momento llegó, faltaba la piojosa de mi amiga.

-Éramos su todo, hasta que consiguió a el tonto de Jacob- dice Camila con frustración.

-Por favor Camila, seguro está con él, pero como no, si llevan más de tres años- digo con obviedad mientras le doy un mordisco a la pizza de piña.

-Como sea- le resta importancia al asunto y seguimos comiendo con tranquilidad.

Hablamos de temas diferentes, desde viajar a otros planetas, política, amor, colegio y sobre todo el viaje de fin de año.

-¡Chicos!- viene Martina corriendo con cara de espanto- ¿Pueden entregar este trabajo de matemáticas por mí? Tengo que irme, gracias.

Así como llegó, se fue, en un abrir y cerrar de ojos. Camila y yo nos miramos con algo de susto. No era normal ver a Martina así de asustada, afanada y espantada al mismo tiempo. Siempre tenía todo organizado. Ni el más mínimo detalle se le podía escapar en su horario.

Y sin más, luego de hacerle el favor a Martina nos fuimos de allí, aunque las clases no terminaran. Camila y yo estábamos hartos del colegio, aunque sólo fuera lunes. Ya teníamos demasiado colegio

Creí que era hora de ir a casa de Martina, pero no estaba por ningún lado. Ni sus padres, solo los del servicio. Me senté un rato en la acera a esperar. Allí estaba, venía sudorosa y agitada, con una coleta alta, sus zapatillas de deporte y los auriculares puestos. En cuanto la vi me sonreí en forma de saludo, mientras ella iba bajando el ritmo de su trote.

-Hola- casi gritó eso, yo le hago señas para que se quite los auriculares y hable en un tono neutral- que sorpresa- dice recobrando el aire.

-Hola...-por alguna razón no sabía que era lo que iba a decir.

-Pasa.

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HACIENDO EDICION COMPLETAA

Tan perfecta (TP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora