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—Dame un ristretto.

—De inmediato señor.

JungKook se dirigió al molinillo que se encontraba al otro lado de la barra. Vertió algunos granos de café dentro y comenzó a girar la manivela. Al cabo unos segundos estos estaban completamente finos. Tocó la textura recién molida con sus dedos comprobando que fueran perfectos. Los vertió en la máquina espresso a la vez que agregaba exactamente treinta milímetros de agua.

—Aquí tiene. —Colocó la pequeña taza encima de la barra junto una galleta, cortesía de la casa.

El hombre frente a él abrió los ojos tan grandes que casi salen de sus cuencas. —Vaya, que rápido. —Tomó el pequeño mango entre sus dedos y se embutió el líquido espeso de un sorbo.  Volvió a colocar la taza en su lugar, dejando a su lado un billete el cual excede el precio del café.

JungKook observó como el regordete hombre salía por la puerta giratoria de la cafetería. Guardó el dinero en su delantal negro con extrema lentitud, mientras que llevaba la taza al lavaplatos. A esa hora no había mucha gente, por lo que se podía dar el lujo de tomarse su tiempo.

Arremangó su pulcra camisa blanca hasta un poco más arriba de los codos, dejando ver gran parte de sus brazos junto con las venas que se marcaban sobre su  piel. Un bostezo escapó de improviso de sus labios rojizos. Estaba realmente cansado, y es que atender una cafetería él solo era un trabajo que te consumía el alma. Sin embargo no estaba dispuesto a contratar a nadie más, había tenido muy malas experiencias con otros baristas los cuales hacían su trabajo de forma tan paupérrima que no tenía más opción que despedirlos. JungKook era un perfeccionista, le gustaba que todo estuviese alienado y en su punto.

Volvió a bostezar esta vez con más ímpetu que la anterior, haciendo que su párpado inferior y su canto se llenarán de pequeñas lágrimas.

—Un pequeño descanso no me vendría mal... —Habló para sí mismo, en tanto se dirigía a hacerse un macchiato. Al momento de tomar la taza de café escuchó una voz grave detrás suyo. Fue tan penetrante que saltó en su lugar.

—Quiero un chocolate caliente, por favor. —Habló un desconocido vestido con un impecable traje y sonrisa iluminadora.

JungKook volteó rápidamente hacia la barra observando al chico frente él. Quedó paralizado en su lugar, y es que no todos los días ves la personificación de perfección frente a ti.

El cabello dorado de TaeHyung brillaba bajo el sol que se colaba por las ventanas de la cafetería. Una de sus manos sostenía su cabeza desde el mentón mientras que la otra reposaba encima de la barra con calma. El color bronceado de su piel resaltaba con las luces del lugar, dándole una visión casi angelical.

—¿Disculpa? —Habló el rubio con aires de confusión en su voz.

—¿Qué?

—¿Qué de qué?

De pronto JungKook volvió a la realidad. Agitó su cabeza hacia un lado y sonrió mostrando sus dientes perlados.

—¿Qué se te ofrece? —Su voz sonó extraña. Carraspeo nervioso.

—Le dije que quería un chocolate caliente.

—¿Un chocolate caliente? —Respondió sorprendido. Hace muchísimo tiempo que nadie le ordenaba uno, menos alguien que se viera tan elegante.

TaeHyung apoyó ambas manos en cada mejilla, observando directamente al barista. —¿Algún problema?

Hicieron contacto visual unos segundos y el azabache sintió su estómago revolverse. Por otro lado, TaeHyung le regaló una sonrisa aún más amplia que la que uso para entrar al lugar junto con un leve sonrojo en sus mejillas el cual ni él mismo notó.

❝Strawberry Barista❞ ; Taekook ;  ⌜OS⌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora