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Yo antes era muy inseguro de mi, me sentía feo y cuando me veía me sentía mal conmigo mismo, poco conforme con lo que estaba en un espejo o una foto. Luego, fui creciendo, aprendí a aceptarme con mis defectos y fortalezas, me dí cuenta que la apariencia no importa, y que siempre habrá alguien que nos aceptará como somos, además de Dios principalmente. Así hoy en día mi apariencia física es una de las cosas a las que menos le presto atención, me siento satisfecho con lo que soy, con lo que me he convertido tanto física como personalmente.

Tener inseguridades es normal, equivocarse está bien, pero lo que no es normal ni está bien es quedarse ahí, rendirse y no hacer nada porque las cosas cambien. Si no te gusta algo, cámbialo, pero demuestra que eres fuerte, que puedes dar más y que eres más que una simple apariencia física o una vivencia del pasado.

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