Movimientos desesperados

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Luego de aquella secuencia no volví a ser el mismo. Mi madre me regañó, lloró, me llevó a varios médicos. No debí haber comentado lo que vi. Claramente nadie me creyó. Todos creían que había sido malo para mi. Todo lo contrario. Fue lo más hermoso que me ha pasado. Comencé a escribir y describir todo lo que nadie me  creía. Lo escribí por deseo propio, para tener las pistas y poder volver , y porque me lo pedían los médicos. Al cabo de un tiempo comprendí que si sostenía el relato iban a darme más pastillas, así que solamente fingí entender que todo podría haber sido una ilusión , mientras estaba cada vez más seguro de lo contrario. Aprendí a  manejarme y pasaba mis tardes en la playa. Había ganado la confianza de los médicos y de mi familia. No podía parar de escribir en el cuaderno azul que nadie más vería. Bueno, si, ella. Tenía que encontrar la forma de volver a verla.  "  Nuestros ojos se encontraron en el atardecer de abril, bajo la luz de la luna más brillante. Me dijo"me llamo Lisa" me besó suavemente y pude tomarle la cintura para juntarla a mi, comprender desde el tacto que era real. Tan real como lo que nos pasaba. Costó unos cuantos encuentros saber su nombre. No lograba hablar con tanta fluidez , pero en cambio nuestros ojos y labios si sabían fluir. A veces las palabras están de más. Me fue narrando las maravillas que había en las profundidades a medida que adquiría más vocablos humanos. Cómo se encontraba constituida su familia y el miedo atroz que nos tienen todos ahí abajo. A menudo me sentía culpable por lo que los humanos le hacemos a la naturaleza. Ellos son tan conscientes como víctimas. Me obsesioné. Lo admito. Puede que sea todo tan real como yo quiera creerlo. Necesito creerlo, y a veces, dudo hasta de mi mismo.

La nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora