Cap 11

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Ni rastro de él. Ya era domingo y los días sin verlo se me hacían tan vacíos y aburridos, como esos días de verano en el que cielo está pintado de un solo color, el viento calla y las aves simplemente desaparecen . Así se siente, pero estar con él tampoco era tan gratificante, el estar con él es como aquellos días de lluvias torrenciales en los que las gotas no caen con gracia en el suelo, solo se estrellan contra este, creando un estruendoso sonido. Podría ser también como esos días en los que graniza, solo me ha tocado vivir uno de esos días y menudos sustos que me pegaba, los grandes pedazos de hielo parecían estar enojados con todo aquel con el que chocara, parecían querer romper el techo, las plantas y todo aquel que viera. Si, así se sentía el estar con él, no era aburrido, pero me asustaba, tanto él como mis propios pensamientos, y es que, ¿Acaso es normal lo que él hace? Obviamente no lo era, nada de lo hacía era normal, pero fue mi culpa ¿No? ¿Acaso alguien normal aceptaría ser llevado por un hombre desconocido? ¿Acaso alguien normal se dejaría tocar por cualquiera? Entonces definitivamente fue mi culpa, cualquiera podía aprovecharse de mi situación, de cómo soy y todo lo que he pasado, definitivamente era mi culpa, pero ya es muy tarde para cambiar.

Mi familia. Es lo más importante que tengo, pero, el estar con él me hace dudar, me hace sentir mal, aveces tengo ganas de solo salir corriendo de ese lugar, aquel en que todas mis inseguridades aparecen, pero a la vez amo estar ahí y es que cualquier tipo de sufrimiento que pudiera sentir sería remplazado por lo que siento por ese hombre, mis inseguridades, mis miedos, todo parece desaparecer por algunos segundos al estar con él y eso remplaza todo el sufrimiento.

Sus ojos, sus hoyuelos, su sonrisa perfecta, todo, él es la persona más hermosa que haya visto en mi vida, su voz, su gran inteligencia, todo estaba perfectamente unido y en armonía dentro de él, constantemente pierdo la noción del tiempo cuando lo veo, y aunque el estar con él era un sacrificio para mi familia, no lo era del todo, me gustaba estar con él.

Tengo mis dudas, una persona que me amara no haría esas cosas, es más estoy muy segura de que si de verdad me amara no las haría, pero es lo único "bueno" que puedo resibir de él y es lamentable. Siento aveces que él se burla de mi, de lo ingenua que soy, de lo pobre que soy, de lo tonta que soy, se burla de haberme visto llorar, de haberme tocado con tanta facilidad, de haberme manipulado, si yo fuera él me sentiría glorioso por haber ganada tanto sin dar nada, por haber conseguido todo sin gastar tiempo, pero esa idea aún no me convencía del todo. No importaba que tan mal pudiera sonar, no importa lo real que podría ser, aún así lo amaba.

Intentaré cambiar, si, lo haré, porque no era su culpa, siempre fué la mía, ser cómo soy, no respetarme, no amarme, ser tan imadura, Creer en cosas que no existen, fué simplemente mi imaginación. Pensar que el me amaba fué la historia más tinta que se me ocurrió.

Me levanté de la cama a paso de tortuga, me senté en ella y me quedé ahí unos segundos y luego me puse de pié rápidamente, está acción provocó que mi mundo se revolviera un poco y al intentar dar un paso prácticamente caí sin gracia alguna l piso, reí un poco y volví a levantarme lentamente, abrí la puerta de mi habitación y fui directo a las escaleras para luego ir a la cocina. Andaba torpemente sobre el suelo, mis brazos parecian colgar de cuerpo, mi espalda estaba encorvada, estaba consada, ¿De qué? De tanto pensar durante esa larga noche, lamentablemente mi cara se tomó muy serio el asunto y parece tan destruida como mi corazón, mis ojeras invadían mi cara, mis ojos estaban hinchados, mi nariz algo roja, todo horrorosamente unido. Llegué a la cocina, estaba extrañamemte ordenada, tomé un taza y puse agua en el hervidor, busque una bolsita de té y el azúcar, me quedé sentada en la mesa esperando a que el agua hirviera, durante ese tiempo juegué con unas migas de pan que estaban tiradas por toda la mesa. Escuché el clic del aparato y me metí en la cocina nuevamente, puse la bolsita en la taza y la llene de agua, la mitad de esta con agua caliente y la otra mitad con agua fría, eché dos cucharaditas de azúcar y revolví, tomé la taza fuí al Living y me senté, sola, extrañada revisé la hora, las ocho veintidós de la mañana, era temprano, todos seguían durmiendo. Me sentía en paz pero a la vez mi mente peleaba con pensamientos tanto negativos como positivos, buscaba algo, una respuesta enredada ahí en el centro de mi, pero no la encontraba.

Sentí un ruido en las escaleras, miré haciendo ellas, era mi hermano pequeño que me había escuchado bajar, me miró tallando sus ojos.

-¿Qué pasa?- le pregunté, ya que solo me miraba.

- tengo sueño- contestó sonriendo.

Entonces bajó las escaleras y de la despensa sacó unas galletas, se sentó a mi lado y así estuvimos por un rato, comíamos sin decir nada, comunicándonos de otra forma, entonces no pude evitar sonreír. Mis hermanos son todo para mí es en lo único que tengo que pensar. No debo darle a Namjoon la misma importancia que a mis hermanos, el no es mi vida.

Así fue como transcurrió el día domingo, fue relajado, ninguno de mis tres hermanos hizo desorden o ruido, mi mamá durmió bastante, también me felicitó por haber limpiado y habló con mis hermanos menores. Fué un día fabuloso, nada de peleas ni fiestas de mi hermano, solo silencio y nosotros, aunque cabe decir que el ruido en mi mente me atormentó en algunos momentos de este glorioso día y es que ¿cómo callas dudas y remordimientos?, el único que podía hacerlo era él, pero solo por algunos minutos, además de que, el precio que tenía que pagar era más dudas, pero valía la peña.

Al acordarme de él no pude evitar estremecerme, recordé lo largas, pálidas y suaves que eran sus manos. Fué entonces que esa gloriosa imagen volvío a mi cabeza. Namjoon sentado en una silla sin camisa y con su miembro erecto fuera del pantalón, recuerdo como mordía su labio mientras se tocaba, recuerdo como respiraba, recuerdo su abdomen cubierto de ese líquido blanquecino, entonces un extraño calor recorrió todo mi cuerpo, mis mejillas se pusieron rojas y pude sentir húmedo entre mis piernas, sacudí mi cabeza y me levanté del sillón. Quería desacerme de esa sensación y parar de pensar en él de esa forma, lo único que se me ocurrió para aliviarla era salir a fuera y caminar, eso hice.

El día estaba cálido y agradable, algo extraño ya que era invierno, las nubes decoran el cielo y una brisa muy suave acarició las hojas creando una melodía perfecta, la cual fue interrumpida por una caminata, había alguien caminando en la misma dirección que yo, voltee y ahí lo ví, se acercó algo dudodso pero sin quitar una sonrisa de su rostro.


Lo que usted desee (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora