Había pasado casi seis horas encerrado en mi estudio con Saúl. No me gustaba la idea de tener que interrumpir el estado de Sátira. Pero su condición se podría complicar si la dejaba que avanzará en la gestación.
Me sentía cansado y de mal humor.
Odiaba tomar estás decisiones, pero si no quería tener que sacrificar a Sátira después del parto tenía que interrumpir la gestación de su cría y asegurarme de que no quedará en estado otra vez.
Saúl ya se había retirado a prepararlo todo para mañana en la tarde y yo aún me sentía impotente.
Sátira era una yegua que jamás me había dado inconveniente, pero ahora nadie se podía acercar a ella sin que se cabreara y se tornará violenta. Ni yo podía manejarla ya. Y todo indicaba que era a causa de una mala gestación. Había algo malo con su cria, pero no podíamos hacer nada para averiguarlo porque no podíamos acercarnos a ella lo suficiente. Cada vez que nos veía enloquecía.- Estás preocupado por algo...
La voz de Lía me hizo fijar mis ojos en ella de inmediato. Lucía preciosa con ese atuendo. Una camiseta ajustada, calzas negras y una camisa a cuadros entallada y prendido solo la mitad de los botones. El pelo en una larga trenza que caía sobre su hombro izquierdo.
Note que traía una charola en las manos y se mantenía parada con su mirada fija en mi.
Miré inerte mi reloj, dándome cuenta de que ya pasaba la hora del almuerzo y yo ni cuenta me había dado.- Lo siento cariño, no me di cuenta de lo tarde que era.
Dije ya de pie. Lía me sonrió con un brillo dulce en los ojos. Avanzó hasta mi negando y coloco con cuidado la bandeja que traía sobre el escritorio. El aroma que desprendía el plato servido hizo mi estómago gruñir.
Lía se sentó en la silla que Saúl había ocupado anteriormente y sonrió mientras hablaba.- Espero que te guste. Pensé que te haría falta comer algo.
- Me comería una baca en estos momentos. Gracias cariño, de verdad.Respondí besando fugazmente sus labios.
Lía me sonrió y yo me senté de nuevo en mi silla dispuesto a saborear aquel platillo que mi mujer me había traído.
Lleve el primer bocado a mi boca y sentí ese exquisito sabor transportarme, Lía era una gran cocinera y cada cosa que preparaba era muy sabrosa.- Está delicioso!!
Dije una vez pude tragar aquella delicia. Y sonrió satisfecha.
Mientras yo degustaba mi almuerzo ella leía un libro de forma tranquila. No podía apartar mis ojos de ella mientras comía, pero es que me tenía cautivado.
Cuando termine hasta el último vegetal de mi plato y bebí el último sorbo de mi copa de vino me quedé embobado admirándola pasar página tras página de aquel libro.- Todo estaba delicioso cariño. Gracias...
Dije para captar su atención. Ella miro un par de segundos el plato ya vacío y sonrió satisfecha.
- Me alegra te gustará.
- Todo lo que tú cocinas me gusta Anyel, tienes un don para la cocina. Todo lo contrario a mi.
- Exageras.Dijo riendo divertida.
- Vas a decirme porque estabas preocupado?
Pregunto cerrando el libro y dejándolo sobre el escritorio.
Me recargue en mi silla y suspiré.- Una de mis yeguas está en estado y tendremos que interrumpir la gestación del potro.
- Oh... Siento que sea así, puedo saber porque tienen que hacerlo? Es evidente que la idea no te agrada mucho.Pregunto sería.
- No me agrada para nada hacerlo, pero tengo que decidir entre uno de los dos. Si la dejamos que avance seguramente tendría que sacrificarla a ella después. Esta tan arisca que no podemos cuidar su embarazo como tiene que hacerse, no podemos acercarnos a ella sin dormirla y no podemos hacerlo cada vez que tengamos que revisarla, no le hace ni bien a ella ni al potro.