Capítulo 1: Reconocimiento

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Me llamo Sidney, pero cuando comenzó esta historia no me llamaba así. Solía atracar bancos, junto a mi preciado hermano el que me enseñó todo lo que sé, pero cuando un policía le dió un disparo en el pecho, cambié mi profesión; de ladrona a asesina. Y así fui perseguida, pero yo seguía robando, y también matando… ahora se manejar todo tipo de armas, se podria decir que soy mejor que un francotirador. Llevaba tres semanas escondida, y mi foto estaba por todos los lugares de España, comisarías, bares, ayuntamientos… por todos los lados, pero no me importaba, además no dejaria que nada ni nadie me atrapase, no iba a permitir salir de la cárcel siendo vieja, o no llegar a salir.
Pero un día, apareció la persona que me salvaría, apareció mi ángel de la guardia. Pero nadie sabe realmente como son los ángeles, y yo no era la excepción, aunque lo que menos te esperas es que aparezca en un Seat Ibiza del 92.

—¿Perdona tienes un minuto? —Dijo aquella voz proveniente del coche que iba aflojando el paso hasta quedar a mi lado. Era un hombre de mediana edad, voz agradable, tenía gafas y una barba de una semana, pero yo no me detuve y respondí con rapidez.

—No.

—Se que quieres huir a Marruecos, que quieres salir de España. Y no es una buena idea.

En cuanto oí aquello me quedé totalmente petrificada, paré en seco y me pensé dos veces quien podía ser aquel tipo. Me acerqué a la ventanilla del copiloto que estaba bajada, saque mi pistola de mi bolso y en un rápido movimiento abrí la puerta y le apunté con ella.

—¿Quien eres? ¿La policía?

—No no, espera. —Dijo con rapidez a la par que nervioso. —Hay un equipo de policías custodiando tu zona residencial. Y el CNI te busca desde hace dias, todos los aeropuertos estan a rebosar de gente que te busca, el de aquí de Barajas, el de Salamanca, Valladolid, Badajoz, el de Albacete, todos.

Y así fue como conocí al profesor, apuntandole con una pistola cargada, aunque lo bueno de las relaciones es que casi todo el mundo olvida como comienzan.

—¿Puedo? —Dijo señalando una cámara.

Asentí y la cogió. En ella había fotos de policías parando a vecinos que reconocí a la perfección, y de francotiradores en los tejados.

—Por eso he venido a ayudarte. Quiero proponerte un negocio. Un atraco. Un atraco… algo… singular. Estoy buscando gente… que bueno… que no tenga mucho que perder. —Le miré con cara confusa, al fin y al cabo era un atraco más y no sabía por que me había elegido a mi, quizás por mi historia, y eso no me gustaba. —¿Que te parecen dos mil cuatrocientos millones de euros?

Sonreí débilmente. Nunca nadie había dado un palo así, ni en Nueva York, ni en Londres, ni en Montecarlo, asi que si mi foto volvía a los periódicos al menos que fuese por el mayor atraco de la historia.

Dos días más tarde contactó conmigo, me mandó una dirección alejada de la mano de dios, en Toledo, era una gran finca con una casa abandonada, y aparecieron nueve personas más junto a él.

Subimos a la segunda planta de aquel lugar, y nos sentamos en una especie de pupitres, parecía una clase de instituto. Y estabamos en dos filas, cinco y cinco.

—Os doy la bienvenida. —Dijo el profesor escribiendo aquella palabra en la pizarra. —Y las gracias por haber aceptado esta oferta… de trabajo.

Un chico de la otra fila comenzó a reir con una risa bastante contagiosa, era moreno, grandes dientes que hacian una bonita y enorme sonrisa, pelo rizado y unos estupendos ojos azules.

—Viviremos aquí. —Prosiguió el profesor. —Alejados del ruido del mundo por así decirlo. Y aqui pasaremos cinco meses, los cinco meses que planearemos como dar el golpe.

La Casa de Papel || Sidney Donde viven las historias. Descúbrelo ahora