14.

2.3K 159 22
                                    

Amaia no puede evitar reírse cuando me ve llegar con Timothée.

- ¿Ya estamos todos? - pregunta David ansioso.
- Creo que sí.
- Hemos pensado que podríamos ir al centro - comenta Amaia mientras cierro la puerta.
- Sí, mejor. Así luego lo tenemos más fácil para volver a casa.
- Podríamos ir al garito en el que fuí el otro día con unos amigos - dice Jorge de camino al metro.
- ¿Dónde está?
- Cerca de Paral·lel.

El local del que hablaba Jorge está cerrado, así que nos hemos optado por el que hay justo al lado. El lugar no tiene absolutamente nada en especial, pero nos sirve para salir del paso.

- Espero que no os importe que venga Àlex - pregunta Amaia.
- Claro que no - contesto.
- Genial, porque viene por ahí.

Levanto la mirada y me encuentro a Àlex entrando por la puerta del bar.

- Buenas tardes, gente - saluda mi antiguo compañero de trabajo.

Pasamos la tarde entre anécdotas, risas y botellines de Estrella. Más tarde, aprovecho que Jorge y David se despiden para ir al baño. De vuelta a la mesa, me cruzo con Àlex, que hablaba por teléfono.

- ¿Cómo va todo?
- Nada mal - admito.
- Ya lo veo, ya...
- ¿Qué insinuas? - le pregunto con un leve empujón.
- Nada, nada...
- Más te vale - bromeo. - Además, si alguien tiene algo que contar aquí, ese eres tu.
- Qué quieres que te cuente que no te haya dicho ya Amaia... - se ríe.
- Tienes razón - me río con él. - Me alegro por tí, Àlex.
- Gracias, Gigi.

Al volver a la mesa nos encontramos a Amaia cuchicheando con Timothée.

- Nos vamos a ir ya - comenta Amaia bebiéndose el último sorbo del botellín de Estrella.
- ¿Ya? - preguntamos Chalamet y yo a la vez
- Mañana trabajamos, ¿sabéis? ¿O se os ha olvidado?
- Pero si solo son las diez - reniego.
- Quedaos los dos - sugiere Amaia.

De reojo miro a Timothée, pero no dice nada.

- Mejor nos vamos todos. Albert y Olivia me matarían si supieran que hemos estado despiertos hasta tarde.
- Como queráis - dice Amaia.
- Adiós, chicos. Tened cuidado - se despide Àlex.

- ¿Compartimos un taxi? - pregunta Timothée.
- La verdad es que mi casa está solo a dos calles de aquí - le digo.
- Entonces, supongo que nos veremos mañana - dice colocándose bien los pantalones.
- O podría invitarte a otra ronda...
- ¿No te preocupan Albert y Olivia? - bromea.
- Sí, pero ahora que caigo eres bastante mayorcito para ser responsable de tus actos, ¿no? - respondo con rintintin - ¿Cuantos tienes veintidós?
- Casi veintitrés - presume.
- Un hombre hecho y derecho, más o menos - comento entre risas. - Así pues, ¿qué dices?¿Otra ronda?
- Vale, pero aquí no.
- ¿Dónde quieres ir?
- No lo sé. Pero seguro que hay lugares mejores que este - dice mirando a su alrededor.

Razón no le falta. Este bar es bastante lamentable.

- Dame un minuto - digo sacándome el móvil del bolsillo.
- ¿A quién vas a llamar?
- Shht.
- ¿Arnau? ... - en cuanto mi amigo responde la llamada me disculpo con Timothée con un gesto.

Cuando vuelvo a la mesa un par de minutos después, lo encuentro jugueteando con los tapones de los botellines. Tendrá casi veintitrés años, pero a veces parece un niño.

- Nos vamos.
- ¿Y mi cerveza? - se sobresalta.
- ¿No has dicho que aquí no?
- Ya, pero...
- Pues date prisa, me están esperando.

Rápidamente cogemos nuestras cosas y salimos del bar. Sé que desde que ha llegado ha visto pocas cosas de Barcelona, así que he llamado a mi amigo Arnau que vive en Ciutat Vella, y le preguntado si podría prestarme las llaves de la azotea de su bloque. Creo que le va encantar ver la ciudad desde allí.

Decisive project.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora