El bosque de Abaddon

18 0 0
                                    

Un hombre despierta en el piso, siente dolor alrededor del cuello y se examina con preocupación. Se levanta, mira su entorno, no puede ver nada más allá de sus manos, puede sentir más curiosidad que miedo. Camina hacia el vacío, parece no avanzar, no logra ver nada. La desesperación lo atrapa, comienza a correr, cada vez rápido, pero no llega a ningún lugar, todo es blanco. Se tira al piso, llora, a su alrededor comienzan a levantarse del piso figuras negras, toman forma de árboles de cerezo. Llueven pétalos color rosa.

Un niño sentado en la rama más alta más alto observa al hombre. Su piel es color azul tiffany, su cabello negro, lleva un parche en el ojo izquierdo y sobre su cabeza flota un anillo dorado a forma de aureola del cual surgen pétalos rojos que caen delicadamente mezclándose con las flores de cerezo.

El hombre recobra la calma, se levanta y comienza a observar su entorno con sorpresa. Explora el lugar buscando un camino, pero a donde quiera hacia donde mira solo encuentra árboles de copa rosada. Mira el cielo, no ve sol ni luna, no puede distinguir si es de día o de noche ya que el cielo tiene un color inexplicable. Logra distinguir en lo alto a la criatura que lo observa, antes de que pueda decir algo, la criatura lo interrumpe:

-Hola Jonás, Bienvenido a tu nueva casa, aquí no importa lo malo que puedas llegar a ser, nunca dañarás a nadie.

Jonás no recordaba su nombre hasta que lo escucho, mira al único ojo verde menta del ser, ve en la pupila la cara de su hijo, el que él mismo asesinó. Percibió dentro de aquel circulo brillante el alma de su hijo y reprochandole el haberle quitado el derecho a la vida. Tuvo tanto miedo a seguirle mirando que se echó a correr sin dirección, lo único que quería era estar lo más lejos posible del fantasma que le recordaba su pecado, y probablemente lo que lo hizo terminar ahí. Tropieza con una raíz y cae encima de una jeringa que se le clava en las costillas, inyectándole todo su contenido. Siente como el líquido hirviente entra en su piel hasta sus órganos. Esa jeringa le hizo recordar sus días de adolescencia cuando solía inyectarse estupefacientes en una casa abandonada, intentando huir de su realidad. De pronto todo su cuerpo esta perforado por cientos de jeringas que le inyectan líquido, el cual le quema todo dentro de él. A lo largo de toda su piel erosiones de ácido brotan dejando llagas sangrantes. Sus gritos hacen eco, el ser esboza una sonrisa.

Jonás se da cuenta que no se había alejado en absoluto del árbol donde se encontraba sentado el ser que lo observaba. Arrastrándose intenta huir de nuevo, las piedras en el piso se incrustan en las llagas de su cuerpo produciéndole aún más dolor. Algo lo detiene. Una voz dulce que le produce nostalgia al recuerdo, una voz autoritaria pero comprensiva, la voz de su madre. Esa mujer, la que sufrió junto a él a causa su padre, la que un día vio caer por las escaleras y que desde entonces su hogar no volvió a ser el mismo. La voz proviene de la punta del árbol, de la boca de aquel ser, inexpresivo le llama como su madre solía hacerlo. Jonás se queda un instante pasmado, pero sigue con su intento de huida. Proveniente del cielo y de todas direcciones se escucha de nuevo la voz de su madre entonando una canción que solía cantarle a Jonás antes de dormir:

Yuxtaposición de palabras,
yo te quiero, te quiero más,
más de lo que se puede expresar,
más profundo que el mar.

El amor, es puro
como lo es tu corazón.
Te quiero,
pedazo de mi vida, pedazo mi amor.

Yuxtaposición de amor,
dame tu mano para caminar
bajo un cerezo, en el centro
del universo.

Y se volvió realidad, la voz de su madre y la suya se habían reunido bajo el cerezo. Resbala una lágrima por la mejilla de Jonás. Con la cabeza agachada, los ojos y mandíbula apretada, golpea el piso con todas sus fuerzas. La lágrima se estrella en la tierra provocando el sonido de las olas del mar al chocar, inmediatamente brota del suelo una plata, que crece dejando al descubierto sus afiladas espinas. Comienza a envolver a Jonás lastimando aún más las llagas de su cuerpo, lo cubren completamente y lo dejan inmovilizado en el suelo. Comienzan a brotar botones a lo largo de la planta, se abren mostrando hermosas rosas amarillas.

El ser despliega sus largas alas de plumas negras. Salta del árbol planeando como una hoja que se lleva el viento. Se postra de rodillas a lado de Jonás que tiembla de miedo, quiere gritar, pero los tallos ya han cubierto su boca. El ser, inexpresivo, saca un pincel de su bolsa y dibuja en la frente de Jonás el símbolo islándico ''Runic compas''. Los pétalos de rosa que caen de la aureola del ser son arrastradas por el viento formando con ellas pequeños remolinos. Jonás siente un fuerte vértigo, la tierra se abre, tragándoselo.

Jonás despierta sobre un pupitre, le parece que todo ha sido un sueño, la muerte de su supuesto hijo, el bosque de cerezos, las rosas, el dolor, aquel ser. El reloj de la pared marca las diez menos cinco. Entra el profesor al aula, está inquieto. Camina por el centro del salón mirando a los estudiantes. No quiere estar allí. Sonríe a una chica que lo saluda, estrecha la mano de un joven, pregunta algo a otro. Es una rutina aprendida, sabe fingir muy bien.
Jonás sabe que ese hombre no es quien aparenta, un hombre malvado capaz de acabar con la vida de su esposa sin sentir remordimiento. Jonás fue el único testigo del crimen de su padre. Ahora están obligados a verse la cara siempre, vivir juntos y ser profesor y alumno. Cada día, cada hora, cruzaban mirada que hacía temblar y sudar a ambos.

Jonás estaba harto de ver a su padre tan tranquilo después lo que hizo, sabía que algún día tenia que pagar. Jonás mira dentro de su mochila, ve un artefacto metalico, lo ha puesto ahí antes de salir de casa. Es una pistola calibre 22 que ha tomado de la caja fuerte de casa. Antes de que pueda darse cuenta sostiene la pistola apuntando diecto a la frente de su padre, ambos se quedan inmóviles, tiemblan de miedo. La tensión y el miedo en el salón están a flor de piel, nadie se atreve a decir una palabra.
Parece detenerse el tiempo, Jonás vuelve a sentirse dentro de un sueño, vuelve el miedo de estar atrapado en aquel bosque, baja la pistola lentamente, no quiere hacerlo... pero de pronto sus ojos pierden su brillo, levanta la pistola en movimiento seguro, dispara en tiro limpio en la frente a su padre.
Era la única oportunidad de Jonás para perdonar, pero decidió no hacerlo.

Vuelve a encontrarse en el bosque de cerezos. El ser parece esperar a Jonás tranquilamente sobre una rama, se mira las uñas y dice:

-¿Y tu hijo Jonás?

El dolor de la escena pasada parece volverse insignificante a lo que le provoca recordar a su hijo. Jonás cae al piso, se cubre la cara con las manos, escucha un siseo y siente una sombra sobre él, mira y ve que ya no está en el bosque. Se encuentra en una habitación con poca luz, al fondo ve una cuna con un pequeño bulto en ella. Se acerca. Pasa los dedos por la mejilla del niño que duerme, es su hijo. La vista se le vuelve borrosa por las lágrimas que intenta reprimir. Siente el más puro arrepentimiento, desearía no haberlo matado. Pero sabe que ese no es su hijo, su hijo está muerto. Las manos le comienzan a temblar, las mira con miedo. Una de ellas se estrella en la cara de su primogénito, intenta detenerse, intenta sostenarla con la otra mano, pero es inútil, comienza a golpearlo ahora con las dos manos. Jonás llora, grita, se queda sin aliento, no puede controlar su cuerpo y termina haciendo lo inevitable. El niño desfigurado por los golpes se desmorona y se convierte en arena.

Todo se vuelve oscuro, Jonás aparece de nuevo al principio de la habitación y puede ver otra vez a su hijo en la cuna. Su llanto se detiene, se acerca, le toca la frente, convencido de que esta vez el amor y el arrepentimiento evitaran que lo mate, Jonás se acerca y le susurra su nombre al oído. Su mano derecha lo traiciona de nuevo, la historia se repite. Tantas veces que no alcanzaría el tiempo para contarlas mientras que para Jonás parece ser siempre la primera vez.

Su castigo es repetir por todo la eternidad ese horrible suceso que lo hizo condenar su alma y que tanto dolor le causa, que le desgarra el corazón. Hasta el día del juicio final, cuando Dios despierte y este pequeño sueño desaparezca. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 27, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El bosque de AbbadonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora