Ruko, cumpliendo amenazas.
No le hagan caso al título del capitulo, suena peor de lo que es (?)
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El cielo era brillante. Demasiado brillante, todo ahí parecía brillar con luz propia, el cielo siempre desbordante de luz, las nubes blancas, el castillo de pulcro mármol, los pasillos prístinos, los ropajes inmaculados. Todo en el cielo estaba bañado en luz, una molesta luz. Muchas veces sus ojos ardieron de tanto que la luz le golpeaba directamente.
Pero ahí, abajo del cielo que alguna vez protegió y amó, no era así. El lugar estaba bañado en una tenue luz de una noche eterna, la enorme luna otorgaba rayos de luz pálida y fría que podría fácilmente ser ignorada. La luz de la luna era la misma luz del cielo, pero transmitía algo totalmente diferente.
Mientras que en el cielo la luz bañaba en una supuesta pureza del lugar, pureza que Reficul sabía no existía, en el inframundo pintaba el lugar de misticismo y casi melancolía. Se atrevía a afirmar que la luz que ahora mismo lo iluminaba era mil veces más acogedora que la que se hallaba en el cielo.
Miró el cielo; un manto oscuro carente de estrellas y lleno de nubes grisáceas que se movían con el viento. Arriba, más arriba, mucho más arriba, estaba el cielo. De tan arriba había caído y al hacerlo su halo se destrozó, sus alas perdieron sus pulcras plumas. Un par de cuernos crecieron, sus alas se pintaron de negro y una puntiaguda cola apareció.
—¿Extrañas? —.
Giró el rostro y miró sobre su hombro. Sin se acercaba lentamente, siguiendo el camino de tierra que guiaba al lago, donde Reficul estaba. Al salir de la sombra de los árboles, la luz lunar la bañó; sus escamas relucientes, su sedoso cabello y sus ojos que parecían resplandecer. Sus frágiles facciones siendo delineadas por tenue luz.
El antes ángel negó con la cabeza y regresó la mirada al lago. Recordaba como la espada de Sol atravesó su pecho, como Elux lo arrojó del cielo con gritos iracundos. Recordaba como cayó al lago y como estuvo apuntó de morir ahogado. Y recordaba cómo Sin lo salvó, recordaba las lágrimas de la serpiente.
—No, no hay razón—. Respondió cuando ella se detuvo a su lado. —Admiraba el lugar—.
Sin tarareó una respuesta. La serpiente jamás había salido del inframundo, era su hogar y muy posiblemente jamás conocería otro lugar; conocía ese lugar como la palma de su mano y aun así no pudo evitar darle la razón a Reficul.
El lago era un lugar hermoso, rodeado por frondosos árboles, el cuerpo de agua estaba lleno de nenúfares blancos y el agua pintada de un tenue verde. La vida que proliferaba no temían por comida o refugio. Regresó la mirada al, ahora, Diablo.
—Regresemos, tus heridas aún son frágiles—.
Reficul asintió ausente, su mirada todavía fija en la luna. Sin tomó su mano y guío el camino a su hogar. Reficul dejó sus dedos se enlazarán con los de Sin, disfrutó en silencio la caminata, disfrutó del calor de la serpiente. Disfrutó del suave agarre.
La casa, la casa de Sin, era pequeña y acogedora. Contaba con lo necesario y obviamente carecía de las comodidades que Reficul gozó en el cielo, pero el Diablo no evitaba sentirse más en casa ahí que en el castillo de Elux.
El castillo era grande, con largos y vacíos pasillos, con habitaciones vacías y espaciosas. Todo dentro de ese castillo se sentía distante, impersonal, sentía que nada ahí podría pertenecerle; ni sus pensamientos mismos. Era sofocante aún con tal espacio vacío.
Pero la casa, la pequeña casa que apenas contaba con una recamara, estaba siempre impregnada de un aire acogedor y amigable, de un dulce calor que invitaba a que se sintiera cómodo y le permitiese ser él mismo. Un lugar tan pequeño le hacía respirar en paz.
Sin lo incitó a tomar asiento y él acató. Sus heridas estaban en su mayoría curadas, a excepción de la del pecho que aún necesitaba de vendajes y un poco más de cuidado, pero él se sentía bien, aunque Sin no pensará lo mismo.
Sin podía ser bastante sobreprotectora, negándole el movimiento y enclaustrándolo en la habitación los primeros días, le llevaba la comida a la cama y lo alimentaba. Reficul se encontraba en buenas condiciones al tercer día, pero la serpiente le impidió salir de la cama hasta el quinto. Al principio Reficul decidió complacerla y hacer lo que ella le pedía, pero pronto se cansó de solo estar acostado todo el día.
Se sintió mal tras hacerla molestar el primer día que se levantó, aunque la culpa le duró poco al ver la manera en la que Sin, supuestamente, se molestaba; inflaba sus mejillas y un rubor se esparcía por ellas, se cruzaba de brazos y dejaba que sus cejas se fruncieran. Reficul no pretendía ser grosero, pero jamás podría tomar enserio la furia de Sin si ella lucía tan adorable.
Ahora la serpiente se mostraba más accesible y le permitía salir y andar un poco, pero solo a los alrededores y poco tardaba en ir por él. Aún era sobreprotectora, pero a Reficul le gustaba la atención de todas maneras.
Pasaron pocos minutos hasta que Sin regresó de la cocina, en sus manos un plato hondo a reventar de galletas caceras; al parecer las había hecho en lo que Reficul estuvo ausente. Se sentó junto al Diablo y tomó el libro que descansaba en la mesa de centro.
Su cola, aquella extremidad a la cual aún no terminaba por acostumbrarse del todo, reptó hasta alcanzar la punta de la cola de Sin. La serpiente al verlo le sonrió, pero regresó a sus asuntos. Reficul abrazó a Sin por los hombros y cerró los ojos, dejando que el aroma a flores que poseía Sin lo embriagase, y cayó dormido.
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Pa' que no digan que lo único que hago es hacerlos sufrir, que no es cierto.
Estoy planteándome terriblemente hacer una segunda parte, pero con Mors xD O como hicieron a Mors, no sé, depende de mi inspiración xD
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Paraíso
FanfictionEl inframundo no es como lo pintan, es más agradable de lo que uno puede imaginar.