0: Introducción

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Encontrar el Monte Olimpo era tan sencillo como divisar una estrella fugaz sobre el firmamento dos veces en la misma noche

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Encontrar el Monte Olimpo era tan sencillo como divisar una estrella fugaz sobre el firmamento dos veces en la misma noche. Simplemente imposible.

Después de completar la tarea asignada por Zeus (o eso creía él), Eros tornó a su forma divina y se dirigió en búsqueda del portador del temible Rayo. Vagó por montañas, mares y ciudades enteras, propagando emoción y afecto en todo lugar que sobrevolase, todo en búsqueda del regidor de todos los dioses. Al encontrarlo, este fue víctima de la furia su furia.

     — ¡Ya basta de bromas, Eros! Tus indulgencias hacia los mortales han sido suficientes. — bramó. — Vivirás todos los pesares del poder que se te ha concedido, y esperamos puedas aprender un par de lecciones; mientras tanto, no vuelvas sin un testimonio puro de tu cambio.

Y fue así como Eros fue desterrado del Olimpo, despojado de una gran parte de sus poderes y enviado al mundo de los mortales, justo como el pequeño Hércules, el dios Apolo y muchos otros héroes y dioses que no habían cumplido las expectativas del venerado dios mayor.

Zeus no fue nada condescendiente; tomó su rayo y arremetió contra Eros sin ningún tipo de piedad. Le arrebató gran parte de su divinidad y la lanzó al firmamento, como sentencia de su castigo y, a su vez, como un recordatorio de lo que tendría que cumplir si quería regresar al Olimpo algún día. Por lo pronto, el ex-dios del amor se vería reducido a un mortal con una pequeña pizca de su antiguo poder divino.

Para Eros era ridículo que un dios pudiera recibir una profecía, y menos aún una tan absurda; en especial viniendo para él, dios de los enamorados.

Sufrió por unos momentos mientras caía del mismísimo Olimpo, que se extiende firme sobre las nubes, esto sin ningún tipo de paracaídas o poder que pudiese detener su inminente caída ni la vergüenza que sentía por semejante trato delante del consejo de 12 dioses que no hizo intervención alguna para objetar en contra de tal maltrato.

Mientras descendía, Eros no podía dejar de pensar en las últimas palabras que le dirigió Zeus: "Padecerás todos los pesares de tu divino poder entre los mortales, mas no volverás hasta tener un testimonio puro de tu cambio." Después de visualizar el rostro cegado por la furia del poseedor del Rayo, su cuerpo tocó la superficie y todo se oscureció, justo como cuando Caos era lo único que habitaba el basto universo.

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Sus libros estaban bien alineados en su respectivo estante y sus tenis con la franja blanca de la parte inferior más que reluciente. Los portarretratos de su escritorio estaban también impecables. Notó una pequeña mancha de polvo en la pantalla de su portátil, pero arremetió contra ella de inmediato. Limpió sus gafas y revisó la hora. ¡Ya casi debía salir!

Quince minutos más tarde, Maverick estaba listo para la cacería. ¿La misión? Encontrar una editorial que esté dispuesta a contratarlo. ¿La expectativa? No mucha. A pesar de ser un joven aplicado y emprendedor, Maverick era falto de positivismo, lo que no le ayudaba mucho al inicio de un proyecto de vida. Nueva York estaba repleta de editoriales, muchas eran periodísticas y, sin mencionarlo, prestigiosas; otras, eran lo bastante buenas para mantenerse en pie con tanta competencia rondando el mercado. Maverick se conformaba con ganar experiencia, así fuese con la editorial más pequeña de toda la gran ciudad.

Después de dos horas de completo fracaso, Maverick regresó a su habitación algo decepcionado, lanzó su mochila sobre su cama y resopló de manera sonora por el cansancio. Se encontraba desmotivado, sin duda alguna, pero situaciones como esta le daban mucha inspiración para reseñar en su blog: también conocido como la única fuente de entretenimiento que le permitía salir de su cuadrada rutina. Fuera de la universidad, Maverick era uno con el orden y la tranquilidad. Su zona de confort es él mismo y hasta el momento, no se encuentra para nada ansioso de salir de ella. Comenzó a escribir una vez su laptop abrió su preciado blog y sin tardarse demasiado, se encontraba ensimismado en su escritura.

Lo que Maverick ignora es que su tiquete de salida para su zona de confort justo acaba de caer del cielo, y no precisamente como un ángel. Desterrado del Olimpo, Eros tendrá que encontrar un corazón puro el cual conquistar; sin embargo, Zeus estará observando y no se las pondrá tan fáciles al hermoso dios (¿o debería decir: mortal?). Un corazón puro es difícil de encontrar, y Eros lo sabe, pero ¿qué tan difícil puede ser enamorar uno? Lo ha hecho cientos de veces, ¿cierto? 

Eros: El Prohibido | BorradorWhere stories live. Discover now