Prólogo.

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Cristine Passione.

Estoy frente a mi pesadilla, el es como la tijera que corta cualquier lazo. Bueno este ya lo hiso hace   cinco  años. Se preguntaran de que estoy hablando, pues es de mi "querido esposo". Mi espejo deja ver mi rostro pálido e indiferente. Tal vez dolido. El sol alumbra el cuarto más que el día anterior lo cual es más asfixiante. El verano de este año no ha sido el mejor.

Miro trasladar la punta de su corbata una y otra vez hacia arriba y abajo... Lo mismo cada mañana, la rutina, mientras el sigue luchando con su corbata yo me pongo mi bra mientras término de alistarme para irme al igual que el.

La música del violín resuena en la parte baja de mi habitación, esta mañana lo habia puesto asi que el día podia estar más alegre.

-Cristine ¿A que hora vendras? - Su vos grave se destalla por toda la habitación. Yo sólo me doy vuelta y me cubro con la blusa gucci.

Frunci el seño al escucharlo y eleve una ceja.

-Esa pregunta no es para mi querido Jonh - Sueno con el suficiente sarcasmo para que lo noté y me pongo la blusa. Logró verlo una vez más y el tiene las cejas elevadas. Saca una risa de suficiencia e ironía.

Me acomodó las medias haciendo caso omiso de su acercamiento. Me pongo firme al igual que el y me cruzo de brazos.

-Ciertamente, tú eres la que siempre viene después de la cena. -Pasa un dedo por su barbilla sin afeitar.

Esa respuesta era la simple: respuesta de una duda.

- Ciertamente son por cosas de trabajo. - Le sonrio. - En cambio lo tuyo no se que es. No es mi problema y no me intereza. - Digo sin preocupación y veo en sus ojos la hipocresía y el oscuro color en sus ojos.

El se acerca aún más a mi. A trapandome y dejarme sin salida.

Es algo extraño pero a veces no tolero su cercanía y su aroma.

¿Acaso soy caprichosa?

-Bueno... Necesito que vengas temprano. Tendremos una cena importante, la familia Wendell vendrá asi que debemos de sonreír y actuar como la pareja que somos o el matrimonio que piensa que tenemos la gente. -Su voz fría alcanza llegar a mis oídos y una punzada de enojo y dolor crece una vez más dentro de mi.

Aunque muchas veces intentará estar feliz con el... aunque muchas veces intentará besarlo, acomodar su corbata y sonreír de verdad, no.por fingir, no era lo que mi corazón pedía. Quería más, mucho más que eso. Y aunque a veces quería hacer el amor con el, no podia llenarme, habia un vacío... habia algo simple. Y a pesar que fuera un hombre muy apuesto y firme. Me era imposible.

Asenti lentamente a lo dicho anteriormente y sólo mire hacia la ventana de tres metros de larga y tres metros de ancho. En ese punto podia ver mucho más el.paisaje y el jardín de la casa.

Sentí sus labios rozar mis mejillas sonrojadas por el calor. Lo cual no lograba despertar  nada de nervios y deseo al sentir los toques finos y sensibles de sus labios. Yo no dije nada... pero el hiso que lo viera a los ojos. Sus ojos color marrón, asi como el color de la caoba. Recorrieron a mis labios y luego los beso, sus labios posaban en los míos, era un beso simple y seco. Sin discusión, sin querer más.. No era nada de eso.

Mi subconsciente y mi yo interior hiso que le respondiera al beso pero no sentí nada. Quería tomar su cabello. Pero no tenía el impulso asi que sólo el se detuvo. Negó con la cabeza y se dio la vuelta sin decir nada más.. que -Adiós - Y se desplomó tras las puertas largas y finas de la habitación.

Suspire.

Una vez más, no sabía que hacer con mi vida. Una vez más no sabía de que se trataba esto. Pues lo único que sabía era vivir asi y morir a si... Sin amar.

Mi Psicólogo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora