*Sidney P.O.V.*
—Aquí tenéis las llaves del coche. —Dijo el profesor. —Nairobi y Cairo cambiaros de ropa para ir al museo. —Eso me impactó, creía que yo iba a ir con Cairo al museo.
—¿Yo? ¿Enserio? —Preguntó Nairobi extrañada.
—Si tú.
—Ala que guay, pero yo preferiría ir con un machote como Helsinki. —Dijo Nairobi riendo.
—¿Que dices? Si a él le va mas el pelo en el pecho —Dijo Rio riéndose.
—¿Que? —Preguntó ella sorprendida. —Helsinki trucha. —Se rió. —Pero a ti te gustan los hombres ¿O que?
—En la cárcel, la guerra serbia… —Se encogió de hombros. —Las mujeres… no, no.
—Oye. —Dijo Cairo. —¿No iba a ir con Sidney? —El profesor agitó la cabeza, eso era que no.
—Necesitamos confirmar la ubicación, los ángulos y los objetivos. —Dijo el profesor cambiando de tema.
—Vamos, cambiaros. —Y así echó a todos de la habitación, yo me quedé mirándolo seria y sin moverme.—¿No iba a ir yo con Cairo? ¿A que viene este cambio? ¿¡Eh!?
—He cambiado de idea. —Dijo el profesor cortante.
—¿Por qué? —Dije enfadada.
—He cambiado de idea y punto.
—¿Que pasa? ¿No confias en mi? ¿Que he hecho? ¿Que coño he hecho? —Le di en el hombro para que me mirase.
—No has hecho nada malo.
—¿A pasado algo? —Me miró. —¿Mi madre? —Asintió.
—Paro cardíaco. Lo siento mucho…
—¿Cuándo? —Pregunté con un nudo en la garganta.
—Ayer. Y no quiero que vayas al museo para que evites la tentación de ir a darla el último adiós. —Me contestó algo triste.
—Yo no necesito despedirme. Hace mucho tiempo ella no dudó en delatarme, así que ya me dijo adiós. Así que esa mujer ya no era mi madre.
Después de eso cogí las llaves del coche y salí de esa habitación.
[…]
Cairo y yo entramos de la mano en la fábrica, más bien museo, observando cada una de las cámaras de allí.
—Las cámaras doce y trece han cambiado de objetivo, ahora tienen un ángulo de visión más amplio. —Seguimos caminando, y un poco mas adelante nos dimos un beso, así Cairo observaba mejor las cámaras, y de una forma mas discreta. —La cámara catorce sigue igual, apuntando al vestíbulo.
—Ya podemos irnos… —Le susurré.
—¿Y para que vamos a irnos? —Dijo riendo. —Para un día que podemos hacer turismo, y besarnos en los bares, en la calle…
—¿En la calle? No jodas, a ver si nos pilla alguien… Que yo estoy en busca y captura.
—Vale en la calle no. Sigueme. —Cairo me dió la mano y yo se la cogí.
Le agarré de la mano, y fuimos a uno de los baños del museo, el no paraba de mirarme con esos ojos que en estos meses me habían hecho y encoñarme de él. Cerramos con pestillo, y se acercó muy sensualmente a mi, chocamos con nuestras frentes mientras le miraba a los ojos, y con mis dedos toqué la comisura de esos labios que tanto me encantaban para después darle un beso. Quitó un mechón de mi cara, y lo pasó por mi oreja con una gran sonrisa, era tan tierno conmigo… Hasta que pasó su mano bajo mi camisa, su tacto hizo que mi cuerpo se estremeciera y mi respiración se agitase demasiado. Terminé apartandome, Cairo me miró extrañado, normal, si yo fuese el no entendería nada, y menos cuando unas lágrimas calientes salieron de mis ojos.
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La Casa de Papel || Sidney
ActionA C A B A D A. El mayor atraco de la historia en el que hay que cumplir tan solo tres normas; nada de nombres, nada de preguntas personales y nada de relaciones personales. Aunque todo el mundo sabe que las normas están para romperse, ¿o no es así? ...