Narra William
Mientras caminábamos en el mismo sentido que el adulto, él nos explicaba un poco la administración de dicho orfanato, horarios de comidas, de limpieza, etc. Al parecer nos contaba que era un lugar lleno de niños "iguales" a nosotros, sin hogar ni padres, que estando allí tenían donde dormir y comer y tener la oportunidad de ser adoptados por personas aptas para su cuidado.
- Por cierto, mi nombre es Louis ¿Y el de ustedes? - Por un segundo me impacté, pues al decir ese nombre millones de recuerdos de mi infancia pasaron por mi cabeza, específicamente el recuerdo de los cuentos que nos contaban antes de ir a dormir.
- Soy Stanley y él es William, y como habrás notado somos gemelos - Contestó Stan. Lo miré con una ceja alzada, pues de niños siempre me decía que nunca había que darle nuestra información a un desconocido.
- Me sorprende, es tan raro encontrar gemelos o mellizos - Stan se encogió de hombro - Es aquí.
El lugar era enorme, una casa de dos pisos llena de ventanas, hecha de madera, muy simple pero agradable. Al lado, pegada al edificio, se hallaba una iglesia en remodelación donde se encontraban gente trabajando, de un lado a otro. Del primer establecimiento salieron unos cuantos niños corriendo hasta las piernas del adulto y abrazarlo esbozando la felicidad de que volviera. Él les devolvió el gesto y con una seña nos guió adentro del lugar. Y volviéndose a repetir la escena, unas mujeres de diferentes edades, pero todas vestidas iguales con un manto negro, se acercaron a Louis para darle la bienvenida.
- Querido ¿Cómo a estado el trabajo? - Preguntó una de las señoras con una sonrisa agradable.
- Como siempre Madre Marie - Sonrió.
- Louis trabajas demasiado, no es necesario que nos visites todos los días, si quieres puedes aprovechar tus descansos en tu casa - Dijo otra más joven demostrando su preocupación - Además tu trabajo queda lejos de aquí.
- Quédate tranquila Emma, adoro venir aquí y no necesito descansos, para eso duermo en la noche - Antes que les replicaran él se volteó a nosotros - Señoritas, ellos son Stanley y William, no tienen donde quedarse.
- ¡Oh! Que pena, pueden quedarse, aquí los cuidaremos hasta que puedan conseguir una familia - Se nos acercó la señorita Marie.
- Gracias pero no nos qu-
- ¡Gracias! Esperamos no incomodar - Interrumpí a mi hermano, quien me miró confundido y molesto por tal acción. Sonará raro que dijera que no nos quedaremos por mucho tiempo.
- ¡Oh no, no! Nosotras cuidamos a los niños que no tienen donde ir para que no se pierdan en la cruel oscuridad que deparan las calles, aquí les mostramos la cálida luz de Dios.
- ¿Dios? - Preguntó Stan aguantando la risa, le pegué un codazo con la idea de que se callara ni que dijera algo estúpido. Me sentí tan avergonzado de conocerlo en ese preciso momento, no se le falta el respeto así a una monja.
- Stan... - Susurré molesto al ver que seguía riendo por lo bajo.
- Sara, ¿Podrías asignarles sus habitaciones? - Una chica del grupo que seguía rodeando a Louis asintió y se nos acercó - Y luego dile a Camila que les muestre las instalaciones y que les de algo de ropa extra.
La mujer volvió a asentir y con una seña nos encaminamos al segundo piso, el cual estaba lleno de puertas y niños de todas las edades corriendo por los pasillos o saliendo y entrando a lo que parecía ser las habitaciones. La monja paró de entre tantas puertas la del fondo, y al abrirla nos permitió el paso, sin mucho que decir le hicimos caso y entramos. A comparación de nuestros dormitorios en el castillo, el cuarto era pequeño, una pequeña ventana que daba a la calle por donde llegamos, un ropero con tres cajones, un pequeño escritorio y dos camas chicas que, para impresión de los dos, estaban una sobre otra.
- ¿No es peligroso que las camas estén así? - Preguntó Stan.
- No lo sé... Son tan extraños los humanos - Pronuncié con un leve temblor.
- Bueno, ¿prefieres la de arriba o la de abajo?
- Ambas me parecen peligrosas ¿Si elijo la de abajo no hay probabilidad de que la de arriba se caiga y me aplaste? ¿Y en la de arriba no podría caerme? - Me llevé ambas manos a mi cabeza - ¿Y si me caigo cuando duermo y entro en coma? ¿Y si elijo la de arriba y cuando me acueste la cama no resista mi peso y te termino aplastando? ¡¿Cómo los humanos pueden crear algo tan peligroso?!
- Will cálmate, no hay que llamar la atención y no creo que las paredes de madera retengan el sonido - Me tomó de los hombros - Has esto ¿Cuál te parece menos peligrosa? ¿Cuál tiene menos riesgos?
- C-Creo que la de... abajo - Y así se decidió, yo dormiría abajo y él arriba.
- ¡Permiso! - Una voz se escuchó al otro lado de la puerta y posteriormente esta misma se abrió, una chica de cabello castaño claro, casi rubio entró con una sonrisa suave y al vernos se le borró. Tanto ella como nosotros nos quedamos quietos, impactados, procesando la situación. Pues ella era la que intentó robarnos en aquel callejón.
- Tú... - Dijo entre dientes con el rencor a flote y la ira de lo sucedido volvía. Pues se notaba en sus ojos abiertos que no habían parpadeado desde el mismo momento en que la chica había ingresado.
- Mierda - Pronunció la muchacha y salió corriendo cerrando la puerta de golpe, sin perder tiempo Stan salió tras ella y yo lo seguí con la idea de detenerle.
- ¡Stan! - Mas no pude llegar muy lejos, ya que al salir por la puerta me choqué con algo que me hizo parar al suelo. Al levantar la mirada me encontré con un chico alto de cabello rojo y unos llamativos ojos verdes. Comencé a temblar, pues su altura era intimidante.
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Perdón por no actualizar ayer, por eso lo subo hoy bien temprano.
¡Que lo disfruten!
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Otro Cliché - 2° Temporada
Historia CortaEllos crecieron con los cuentos de su padre, con la música de su madre, ellos crecieron con el amor que su familia les proporcionaban pero... Un día quisieron escribir su propia historia, tocar su propia música. Y qué mejor idea que hacer eso yend...