ODISEA

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Odisea era un lugar perfectamente ambientado, la luz tenue y el clima lo hacía un lugar afrodisiaco y excitante, todo perfectamente complementada con las hermosas figuras de los bailarines siendo el centro de atención, la sensualidad de los movimientos que realizaban cuando se encontraban encima del escenario volvían loco a quien pudiera apreciar hermoso espectáculo. Lo único que encontrarías será arte mediante el cuerpo, todos los bailarines allí hacían su mejor esfuerzo para poder ofrecer un show digno del lugar.

Nuevamente esa noche, la pequeña joya de aquel lugar haría su presentación individual, era increíble como un chico de tan solo 17 años podía atraer tanto público solamente con un simple meneo de caderas, no solo su cuerpo era perfecto, sus movimientos eran sublimes , delicados y sexuales. Junto con su rostro era toda una perfección, pues su carita de muñeca y sus ojos azules que mostraban inocencia, complementado con su cuerpo de infarto, era como ver al mismo pecado en persona.

Louis nuevamente saldría a escena, en estos shows era donde podía derrochar todo su potencial, el cual era mucho, como siempre parado en medio del escenario, su vestimenta era un precioso corset negro con azul el cual acentuaba mas las curvas que poseía, una bragas de los mismos tonos, unas medias de malla que llegaban hasta sus muslos rellenitos.

La cover de Crazy In Love comenzó a sonar y Louis lentamente fue iniciando sus movimientos, adoraba iniciar suave, ya que esos movimientos volvían loco a los espectadores, se dirigió hacia el tubo colocado en la parte delantera del escenario, comenzó a bailar alrededor , dando uno que otro giro, lograba trepar y elevar las piernas de una forma exquisita, no titubeaba al realizar los movimiento, silbidos y aplausos se escuchaban de fondo, recibió más cumplidos cuando comenzó con los movimientos de cadera, esos que dejaban sin aire a todos. La canción estaba por acabar y junto a el, Louis, quien volteo a ver a su público y con sonrisa mostrando inocencia dio una voltereta en el tubo terminando con las piernas estiradas en dirección al público, logrando así que todos pierdan el control y terminen gritando por él.

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Aún tenía la boca levemente abierta, sus ojos aun no dejaban de ver el lugar por donde había salido tan perfecto ser, mentiría si digiera que el show proporcionado por aquel querubín de ojos azules no le había afectado.

Harry ya a sus 24 años tenía la vida prácticamente echa, gracias a su esfuerzo desde joven, a sus proyectos que le dieron la fama en grandes empresas, siempre le dijeron que tenía un gran futuro en manos, y era cierto. A pesar de que su familia estaba bien acomodada económicamente no pidió nada de ellos, agradeció el apoyo en sus clases pero ni bien pudo pago por los gastos que sus padres hicieron en él. No era cuestión de orgullo, solo quería dejar de ser una carga para ellos.

No tenía idea de donde se habían largado sus amigos, y tampoco es como si le importara, lo único que quería era poder volver a ver a aquel hermoso ser, poder volver a apreciar sus suaves movimientos, la forma de su cuerpo, su rostro de niño.

Otro show empezó, eran muchas bailarinas ahora, unas 6 o 8 no lo supo y tampoco le tomo importancia, se levantó y se dispuso ir a los servicios, al caminar lo hacía algo incómodo pues digamos que el show de aquel muñequito lo había dejado algo afectado. Después de preguntar a más de dos meseros logro hallarlo, entro y lo vio. Estaba vestido con unos jeans negros que estrujaban y marcaban sus muslos y trasero de forma exquisita, una camisa celeste que también se ajustaba y moldeaba a la forma de su cintura, se encontraba quitando el glitter de su rostro, Harry solo se quedó observando como el pequeño ojiazul se tenía que colocar de puntitas para poder apreciarse mejor en el espejo.

Lentamente se fue acercando y se posiciono al lado de Louis, el cual detuvo sus movimientos y observo a la persona que se había colocado a su lado, lo vio a los ojos, si Harry ya se encontraba afectado al solo mirar los ojos azules llenos de inocencia de Louis perdió cualquier rastro de cordura. Acerco su cuerpo con el ajeno y lentamente llevo su gran mano a la mejilla del ojiazul, el cual no se movió, comenzó a acariciar su afilado pómulo, su barbilla perfilada y sin rastro de vellos, llegando a sus suaves y pomposos labios, se preguntó si también se sentirían suaves junto con los suyos, lo más seguro es que sí. Y como si quisiera corroborar sus pensamientos acerco su labios y los unió, y los sintió, fue como si besara una nube, suave y delicado.

Odisea {L.S}Where stories live. Discover now