Parte 23

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El día, que antes se le había antojado breve y robado al tiempo, se le hacía ahora un horizonte interminable.
Como no tenían prisa para bajar, porque se suponía que estaban embarcados en una maravillosa historia romántica, _______ se tomó su tiempo para darse un baño.
Supuso que Lay estaría haciendo lo mismo.
A lo mejor, si los dos bajaban recién lavados y planchados, Minji creería que todo habían sido imaginaciones suyas.
No era muy probable.
Así que se puso a contemplar el plan de Lay de hacer creer a todo el mundo que estaban juntos.
-No es una sentencia de muerte -le había dicho Lay con impaciencia-. Podemos hacer ver que estamos juntos y dentro de un tiempo les decimos que hemos decidido dejarlo de mutuo acuerdo.
Ocurre constantemente, por si no te has dado cuenta.
Eso o les decimos con total naturalidad que simplemente nos estábamos divirtiendo un rato.
Su madre era una mujer de mente realmente liberal y _______ jamás le había mentido, así que se encontraba ahora entre la espada y la pared.
Afortunadamente, su madre sabía que era perfectamente normal que una mujer tuviera relaciones sexuales sin pensar en el matrimonio, exactamente igual que un hombre, pero decirle eso sería mentirle porque, en realidad, lo que le había sucedido a _______ era que se había enamorado completamente de Lay y eso sí que no estaba dispuesta a admitirlo. _______ se secó y se puso unos vaqueros y una camiseta amplia a la que tenía mucho cariño porque era de su padre, y evitó mirarse en el espejo porque no quería saber si sus ojos reflejaban lo que sentía.
Lay ya estaba abajo.
-Llevamos muy poco tiempo juntos, mamá, así que no me metas prisas -le estaba diciendo a Minji.
Obviamente, además de un maravilloso empresario, aquel hombre era un gran actor. _______ tomó aire y entró en la cocina.
-¡Eso! -exclamó sirviéndose una taza de té. .-Ya, pero, a veces... nunca se sabe -intervino Edith-. Yo veía a Tom como a mi vecino y jamás me imaginé casada con él y aquí nos tenéis. Una noche, salimos los dos solos porque el resto de la pandilla tenía otras cosas que hacer y hablamos mucho, hablamos de verdad y fue como si se hubiera abierto un nuevo mundo ante nosotros.
-Sí, a veces ocurre -contestó Lay acercándose a _______ y acariciándole la nuca con naturalidad. _______, pegada a su taza de té, intentó no atragantarse y comportarse también con naturalidad, pero le costaba hacerlo sabiendo que todo aquello era una farsa.
-Sin embargo, la mayoría de las veces el milagro no se produce -intervino-. Quiero decir, es muy normal empezar una relación que no te lleva a ninguna parte, sobre todo en ciudades como Londres.
-¿Por qué especialmente en Londres? -preguntó Lay.
-En Londres las cosas son diferentes -contestó _______-. Londres no es un pueblecito, es una ciudad demasiado grande donde todo se vive de manera acelerada y donde cada individuo tiene su ritmo de vida, así que las relaciones nunca acaban de cuajar.
Su madre la miró sorprendida.
-Bueno, digo yo que eso no ocurrirá siempre o nadie se casaría.
-Pocos lo hacen.
-Sólo cuando es de verdad -apuntó Lay abrazándola.
A _______ le entraron ganas de abofetearlo.
-Estoy de acuerdo -intervino Minji sacando la deliciosa comida que habían comprado-. El hecho de que ahora vivas en Londres, _______, no es ningún impedimento para que te enamores. _______estuvo a punto de atragantarse con el té por segunda vez.
-En cualquier caso, hija, tú nunca has sido, gracias a Dios, como los demás. Nunca te has dejado llevar por lo que hace la mayoría -apuntó su madre con orgullo.
Lo que, afortunadamente, desvió la conversación hacia las presiones sociales y dio oportunidad a _______ de apartarse de Lay disimuladamente.
-Bueno, chicos, nosotras vamos a comer -anunció Maggie procediendo a poner la mesa-. ¿Queréis quedaros o tenéis vuestros planes?
_______ estaba alucinada porque aquellas cuatro mujeres, a pesar de ser mayores y de haber tenido sus experiencias amorosas, no debían de tener ni idea de lo que era el amor en realidad porque las estaban engañando con facilidad.

Para colmo, Lay, en lugar de calmar las cosas, no había hecho con sus gestos sino añadir combustible al ambiente ya de por sí encendido.
-Vamos a ir a comer al pueblo -contestó Lay sin darle tiempo a _____ a pensar.
-¡Lo sabía! -rió Minji mirando a Grace -. Abrigaos bien porque hace mucho frío.
-Muy bien, _____, quedamos aquí dentro de un cuarto de hora -le dijo Lay subiendo a su habitación como si tal cosa.
Y así fue cómo _____ se encontró yendo al pueblo a comer con Lay.
-Estás a punto de explotar, ¿no? -le preguntó Lay una vez a solas en el coche.
-¡Muy observador! -estalló _____ girándose hacia él.
-¿Por que te pones así? Creía que habíamos acordado que lo mejor que podíamos hacer era dejar que nuestras madres creyeran que estamos juntos.
-Sí, pero no hacía falta que fingieras tan bien.
-¿Me estás diciendo que tendría que haberte ignorado en la cocina? ¿Tendría que haberme comportado como un asqueroso canalla que se acuesta con una mujer y luego no le hace ni caso?
_____ no contestó.
Se quedó mirando por la ventana y se preguntó por qué demonios se había metido en aquella situación tan espantosa.
Si no se hubiera cambiado de trabajo, si no estuviera trabajando para una revista que iba fatal, si Minji y su madre no se hubieran metido a ayudarla con su primer artículo, si se hubiera concentrado en el trabajo y no se hubiera dejado distraer por el hombre, ¡si no se hubiera acostado con él!
-Yo no soy así, _____ -continuó Lay con frialdad-. No pienso actuar como no soy, por darte gusto.
-Cuanto mejor sea tu actuación, más fuerte será el batacazo para ellas cuando todo termine. Ya has visto cómo son. Tienen la cabeza llena de pájaros y son unas románticas empedernidas.
-¿Me estás diciendo que tú no lo eres? No te creo.
_____ se preguntó por qué a Lay le gustaba tanto tenerla por una mujer ingenua y sensible.
¿Sería porque así su ego se sentía más seguro? ¿Sería por eso por lo que le había dicho que quería protegerla? Debía de hacérsele realmente diferente aquel papel que no tenía ocasión de representar con las demás mujeres, tan sofisticadas y modernas, con las que salía.
Sin embargo, con la pequeña e ingenua _____, recién llegada del campo, podía mostrar lo inteligente y lo vivido que era y le podía mostrar cómo era el gran mundo y advertirle de sus peligros.
-Me considero una persona realista. Por supuesto, sueño con enamorarme y con ser feliz, como todo el mundo, pero también sé que lo que tú y yo hemos compartido no tiene nada que ver con eso y no quiero que mi madre se haga ilusiones -le aclaró _____ mientras Lay aparcaba el coche en silencio.
-Para que lo sepas, lo de la cocina no ha sido una farsa, realmente me apetecía seguir acariciándote -dijo Lay apagando el motor y mirándola-. Por supuesto, habría preferido otro tipo de caricias, mucho más apasionadas, pero delante de nuestras madres...
_______ había decidido no girarse hacia él y no mirarlo a los ojos porque sabía que, si lo hacía, estaba perdida.
Aun así, su cuerpo reaccionó ante sus palabras.
-Creo que será mejor que sigamos hablando mientras comemos -acertó a contestar desesperada por salir del coche.
-Muy bien -contestó Lay.
Habría preferido que _____ lo hubieran mirado a los ojos para poder saber lo que estaba pensando, pero no lo había hecho, no le había dado la más mínima pista, lo que lo había dejado muy frustrado.
Lay pensó que era ridículo cortejar a una mujer que no quería ser cortejada, pero había algo dentro de él que lo impulsaba a seguir adelante.
Cuando Lay quiso reaccionar y bajarse del coche para abrirle la puerta, se encontró con que _____ ya se había bajado y avanzaba por la calle con las manos metidas en los bolsillos y el ceño fruncido.
-No conozco ningún sitio para comer -comentó-. ¿Te parece que vayamos al pub y ya está?
-Me parece bien cualquier sitio donde haya una mesa que nos separe -contestó Lay-. A ver si así te dignas a mirarme cuando te hablo.
_____ se sonrojó, pero no mordió el anzuelo.
Unos pasos más allá, apareció un pub a su derecha y, sin pensarlo dos veces, entró y pidió mesa.
Una vez sentados junto a la ventana, una camarera les llevó las cartas y _____ se enfrascó rápidamente en la suya.
-Una comida fascinante, ¿verdad? -comentó Lay al cabo de un rato.
_____ levantó los ojos y se lo encontró mirándola divertido.
Había dejado la carta sobre la mesa y la estaba observando fijamente, tamborileando con los dedos sobre la superficie de madera.
-Mira Lay, no me quiero enfadar contigo, pero quiero que entiendas que no me puedo comportar como si fuera tu novia delante de mi madre cuando sé que lo que ha habido entre nosotros... no se va a volver a repetir, y no me vengas con que estamos en el siglo XXI y todo eso porque eso ya me lo sé, pero...
-Mi madre nos ha invitado a quedarnos un par de días más con ellas y he aceptado -anunció Lay de repente.
_____ se quedó mirándolo con la boca abierta.
-¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo te lo ha dicho?
-Antes, cuando te estabas bañando. Me ha parecido una buena idea porque hace tiempo que no me tomo unas vacaciones.
-Pero eso quiere decir...
-No, no quiere decir que tengamos que seguir fingiendo. Si quieres, les contamos la verdad, que sólo ha sido una aventura de un día, que nos hemos dado cuenta de que estamos mejor como amigos. Hay millones de formas de salir de la situación en la que nos encontramos sin que tu reputación quede dañada -le aseguró Lay-. Aunque les encanta la idea de que estemos juntos, entenderán perfectamente que rompamos. No es para tanto.
-No me ha parecido a mí antes que se mostraron precisamente muy comprensivas con ese tema -contestó _____.

En brazos de un italianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora