Perfecto.

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Yukwon se había casado, una gran celebración, felicidad por doquier. Jiho miró desde lejos Jaehyo, aplaudiendo con mucha fuerza, con una sonrisa de pura sinceridad y no basto ni un segundo para darse cuenta de una gran verdad.

- ¡No puedo creerlo! –habló en voz baja, tapándose la boca por el asombro. Comprendiendo todo.

Cuando todo finalizó y llegó a su casa, antes de cerrar las cortinas, miró la ventana abierta de su vecino, quien estaba sentado en la silla y tenía una botella de cerveza en la mesa, con la cabeza cabizbaja, todo se puso oscuro y pese a la gran distancia pudo sentir el gran llanto que prosiguió. Lo sintió en el pecho y apretó las cortinas en sus manos, viendo un espectáculo lamentable, siendo testigo de una tristeza que no le correspondía.

Jaehyo no lo estaba pasando nada bien y esa lejana distancia parecía acortarse, sintiendo la desdicha de aquel hombre, con el que apenas había cruzado un par de palabras antes.

¿Hace cuanto amaba a Yukwon? ¿Cuánto tiempo tuvo que ocultar su amor?

Visualizó la primera vez que lo había visto, creyó que era un músico miserable que se ganaba la vida de limosnas en las estaciones de subte, pese a que su ropa no indicaba esto.

Esperaba la llegada del subte y vio a Jaehyo, sacando del estuche un instrumento, se distrajo unos segundos mirando si vendría su transporte, entonces sus oídos fueron testigos de un sonido tan sublime y hermoso, se sintió golpeado por una oleada de emociones, los dedos le cosquillearon y sintió el enorme goce de escribir. Y se quedó plantado en su sitió.

El subte llegó pero no se adentró, solo contempló a la persona que creaba tan exquisito sonido, como si el tiempo se hubiera detenido, como si tan solo ellos dos existieran en el lugar. Dio unos pasos y tiró unos billetes al suelo.

Estaba hipnotizado, todo su cuerpo estaba ligero.

- ¿Por qué tiras dinero al suelo?

Salió de su trance, notó que su dinero no era bien recibido, la cara de aquel hombre estaba muy ofendida y la culpa lo acechó.

- ¿Acaso no es lo que se hace cuando se escucha tan bello sonido?

- Lo es pero no he puesto ningún sombrero, no he puesto nada para recibir dinero.

- ¿Entonces?

- Solo quédate en tu sitio, yo hago esto por puro placer para deleitar a aquel que esté dispuesto a escuchar.

Y no dijo nada más, entendió sus palabras y las razones por la cual se sintió ofendido. El subte llegó y al cerrarse las puertas, lo vio entonando una nueva melodía que lo hizo jadear y deseo salió del vagón para estar eternamente a su lado, al lado de ese sonido que lo inspiraba nueva historias.

Llegó a su casa, sin olvidar nada, todo estaba en su cabeza y agarró un lápiz, un cuaderno, se sentó en la mesa a escribir. Y las palabras fluyeron, brotaron de sus dedos y las horas volaron.

Después de mucho tiempo pudo volver a escribir una historia, lo envió a su editor y era cuestión de esperar. Recibió tantos rechazos que ya no esperaba nada.

Las siguientes semanas, su amigo Yukwon lo visitó y le comunicó su boda. Lo felicito.

- Estoy esperando tu próximo libro, eres un artista por excelencia. Es una pena que te hayas estancado y no saques nada.

Jiho se lamentaba, todo el mundo le decía que era una verdadera lástima que no sacara ningún nuevo trabajo. Sacar un libro no fue fácil pero la recepción del público fue mejor de lo que esperaba, la popularidad le estaba lloviendo y solo bastaba escribir algo más para catapultar esa fama.

PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora