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El baile de beneficencia se llevaría a cabo esa noche, aparentemente todo iba viento en popa. Paul, había arribado esa mañana lo que hizo muy feliz a Álexander.

– Querido amigo, cuanto tiempo sin verte– dándose un abrazo fraternal.

–Si, bastante tiempo ¿Como está Katherine?– musitó.

–Esta muy bien, quiso acompañarme, pero la llegada de su madre la retuvo en Bath– dando un suspiro —¿como está Álex?–

–Muy bien, yo diría excelente– aspirando aire.

Paul cruzó las manos y se puso un poco nervioso.

–¿Samantha?– preguntó con cierta incomodidad.

–Creo que será mejor ir a la biblioteca– caminó por delante Álexander, hasta parece en el umbral de la puerta, cerró la puerta tras él, ante el desconcierto de Paul.

–Vamos hombre ¿Que es lo que pasa?– arqueando una ceja.

–Pues... Verás– carraspeando la garganta– aún principio, no quise acercarme a ella por su parecido a Ana– mientras apoyaba la mano sobre el escritorio– Pero luego las cosas cambiaron, me envolvió su misterio, su tristeza y fragilidad–tomando aire– Creo que estoy enamorado–

–¡Esa es una buena noticia¡– manifestó con admiración.

–Debería serlo– con cierta pesadez– sin embargo, cuando parece que me corresponde y se muestra cómo es, cambia de actitud– yendo en dirección a la vitrina de licores– comienza a ignorarme y a retroceder... Diría que es muy volátil entre otras cosas–

–Las mujeres pueden llegar a ser indescifrables– sujetando la copa de whisky, que acababa de darle el Duque.

–Deseo hablar con ella pero es muy escurridiza–. Repentinamente se escuchó el llamado de la puerta, era Samantha, quién llevaba un vestido color crema que hacía resaltar su figura, cabe señalar que se había recuperado casi por completo de no ser por su cojera.

–Disculpe excelencia, quisiera hablar con usted– dijo firmemente.

–Claro, toma asiento– contesto.

–Amigo, iré a ver a mi sobrino– caminando con dirección a la puerta –permiso– e hizo una reverencia, no sin antes hacer una mueca pícara.

–Dime Jane ¿Que es lo que te sucede ahora?– dando un suspiro, lo cierto es que esos juegos empezaban aburrirlo.

–Su excelencia, vengo a presentar mi renuncia–

Alexander abrió los ojos como platos

–¿Porque deseas marcharte?– aproximandose hasta estar parado frente a ella.

Samantha se mantuvo callada –Se lo que dije, se lo que pensé. No quiero alejarme de Álex pero es necesario... También debo alejarme de usted, porque comienzo a tener sentimientos y sensaciones cuando está a mi lado– pensó –Lo que pasa...– aclarándose la garganta– es que una tía lejana, ha retomado​ contacto conmigo y desea verme; yo no puedo negarme a esa petición– fijando sus ojos, en los ojos azules del Duque– los acompañaré hasta Hampshire, me despediré de todos... Sí usted me lo permite... y abandonaré la Mansión–

Alexander, la jaló y la tomó de los hombros, mientras el cuerpo tembloroso de Samantha se movía entre las manos del Duque.

–No lo entiendo... Te di todo mi apoyo, no te delate y ahora pretendes abandonarme– sujetándola más fuerte.

–Me hace daño– se escuchó un hilo de voz – Su excelencia, yo soy una simple empleada y lo que sucedió entre nosotros fue por el calor del momento–zafándose del agarre–Además, no somos de la misma clase social, usted debe casarse con una dama y ser feliz–

–Acaso ¿no lo comprendes?– apretando los puños.

–Lo comprendo bien, créame se cuál es mi posición– con aire desafiante–Además las cosas no son cómo parecen, yo fui una....– la puerta se abrió súbitamente y entró Álex tomado de la mano de Paul.

–¿Que te dije de abrir así la puerta– con tono de reproche.

–Lo siento, papá– bajando la cabeza.

–Ya no importa– al ver tan acongojado a su hijo.

Álex, rápidamente recuperó la sonrisa –Vengo por Sami– sujetándola de la falda–Vamos– y se la llevó ante la mirada atónita del Duque; Paul, sonrió e hizo una mueca, cuando el también iba a salir recordó algo y dió media vuelta.

–Esto es para tí– extendiendo la mano a Alexander, quién recibió la nota.

–¿De quién es?–

–De Manson– con tono serio– si me disculpas acompañaré a mi sobrino y a su niñera al jardín... Creo que quieren que vea unos renacuajos–

Alexander, asintió y se quedó sólo inmerso en sus pensamientos, comenzó abrir la nota, la cual era concisa.

Estimado Duque de Essex.

Lamento la demora... Tal como me pidió Lord Cavendish hice mis averiguaciones y le traigo noticias.

El nombre Samantha Palm, corresponde a una joven que murió de Tisis en el Hospicio de las Magdalenas, su compañera de cuarto fue Jane Benedick, hija de un burgués venido a menos, las causas de su reclusión..Las desconozco. En unas cuantas semanas más terminaré mis indagaciones y le diré quién es Jane Benedick.

Hasta entonces....

Manson.

Alexander, dobló la nota y la metió en el cajón de su escritorio –Despues de todo, resultó ser verdad lo que dijiste– murmuró seguida de una mueca de satisfacción.

Al llegar la noche, las puertas de la Mansión, se abrieron para recibir a unos selectos invitados, quiénes entraban rimbombantes, haciendo gala de sus mejores trajes; entre ellos se hallaban Ian y Katherine, ésta última venía de lo más apática y distante, ante un Conde que lo único que le interesaba era acorrrarlar a Samantha.

Fueron recibidos por el Duque, quién mostraba una sonrisa franca ante sus invitados, rápidamente Katherine se apartó y fue a sentarse al lado de Lady  Winter, la chismosa número uno de Londres, pensó que escuchando chismes e historias podría esconder su malestar.

Por su parte, Ian conversó unos minutos y se alejó sigilosamente del salón para dirigirse a las habitaciones, mientras caminaba observó una puerta entre abierta, no pudiendo ocultar su curiosidad se asomó y sus ojos destellaron luz, era Jane quién sólo llevaba una camisola, ya que estaba escogiendo el traje que llevaría en la velada; Ian sintió como su miembro se ponía erecto, y al no querer ocultar su excitación decidió entrar a su recámara.

–Con que aquí estás– le dijo con tono socarrón.

–¡¿Que haces aquí?!– entre asombro y desconcierto, tratando de cubrirse con el vestido.

Ian hizo una mueca–Te he visto antes así...querida– tomando aire– acaso no lo recuerdas– aproximandose peligrosamente.

–Basta Ian, yo no soy tu mujer– respetame al menos un poco.

–Lo haré– mientras se abalanzaba para aprisionarla

–Sueltame– con voz agitada.

–Sabes que tú cuerpo no desea eso... Porque quieres mis caricias y besos– acercó sus labios hasta rozarlos. Samantha, tambaleaba, ansiaba tanto sentirlo, todo este tiempo la nostalgia de un reencuentro la carcomía, que hizo que finalmente sucumbiese a los besos del Conde, primero lo disfruto, recordando esa sensación dulce y placentera, sin embargo, luego le vino a la cabeza una imagen... era del Duque, por lo que se alejó lentamente.

–Debes marcharte– con tono de angustia–Alguien puede vernos–comenzando a tener un leve mareo, pidió a Ian  retirarse una vez  más, quién  terminó aceptando el pedido de la dama, Samantha, se sentó en la cama sollozando, en otros tiempos, hubiera deseado que  la eligiera por el amor que le tenía, pero ahora las dudas  se apoderaban de ella y un hombre de sus pensamientos.... Alexander.

Nostalgia-3ra Parte Saga Sentimientos[COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora