Ju nana (17)

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—Vivía en un pueblo en la zona sur de México, Santa Cecilia —Empezo a relatar — éramos una pequeña comunidad que se apoyaba entre sí pero, tras las malas decisiones del general Porfirio Diaz, nuestro presidente en aquella época, con la clase obrera, como lo éramos todos en el pueblo, empezaba a causar estragos —Sus manos huesudas empezaban a moverse con inquietud —la revolución se dio inevitablemente, las personas morían en masa, cientos de almas predestinadas perdieron a su pareja, entre ellos mi madre —Explico recordando a su padre que falleció en esa guerra y el dolor que había causado en su amada madre que tuvo que cuidarlo por si sola.

Tadashi solo pudo ver al suelo apretando sus muñecas con fuerza, ¿Cómo pudieron pasar cosas tan crueles en aquella época?

—La mayoría de los jóvenes del pueblo fuimos comprometidos a la fuerza con alguien que no era nuestro destinado, no podíamos objetar, éramos solo niños de nueve y once años, así me comprometí con Imelda, ambos éramos amigos desde que tenía diez años junto con Ernesto, Imelda y Ernesto no tenían marca alguna mientras que yo tenía una que, en mis tiempos, nadie podía entender, mi madre estaba preocupada de que me hicieran a un lado...que fuera visto como un fenómeno —El antiguo moreno cerro los ojos con fuerza, tratando de olvidar aquel momento tan traumante en su infancia, ser visto como un fenómeno era lo peor que le podía pasar a un niño— así que, hizo un acuerdo con el padre de Imelda y días después estábamos comprometidos, a nosotros no nos hizo gracia pero acatamos las ordenes de nuestros padres, cuando yo cumplí 16 e Imelda 18 nos casamos, una boda sencilla, no teníamos planeado tener nada "intimo" pero alguien trajo mezcal a la fiesta y todos quedamos emborrachados, al día siguiente despertamos en el mismo cuarto —Siguió avergonzado encogiéndose en su sitio — tiempo después nació de esto mi hija Coco, Imelda y yo no nos amábamos pero le quisimos dar todo el amor a nuestra pequeña fingiendo ser la pareja perfecta ante todos, pero solo sentíamos el cariño de amigos que no había cambiado con el pasar de los años, un día Ernesto me propuso ir a hacer fama, me despedí de ambas y me fui con él, con la esperanza de conseguir un mejor futuro para nosotros y,  luego fallecí.

Tadashi lo vio con extrañeza, había algo que faltaba en esa historia, ¿cómo había muerto?

—¿Falleciste en tu gira para conseguir fama? —Cuestionó arqueando su ceja.

—La vida es así de cabrona, un día estas comiendo unos tacos de chorizo con tu mejor amigo y al día siguiente estas aquí en el mundo de los muertos, es algo inevitable he de decir.

Tadashi se recargo en el hombro del mayor quien trago saliva.

—¿Entonces no sientes nada por Imelda? —Pregunto con cierto temor.

—Solo una gran amistad y estima por cuidar a Coco, pero solo eso — respondió mientras le rodeaba con su brazo

Solo había un silencio agradable entre ambos.

Tadashi acaricio el lugar donde se hallaba su marca, ¿Si hubiese existido en esos tiempos, Héctor estaría con él?, ¿estaría con él a pesar de la diferencia de tiempos?, ¿lucharía para que ambos estuvieran juntos?

Sonrió, eso ya no era un problema para su persona, no ahora que lo tenía a lado suyo, que podía hablar con él y pasar su estancia en aquel mundo a su lado.

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Editado 02-05-2019

Futago no tamashī (Hectashi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora