Me usas

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Sentada junto a la sombra de aquella que mis lágrimas sueñan llegar a ser.

Sintiendo como las palabras que nunca llegaré a decir bailan en mi garganta, una especie de danza ritual intentando invocar pero fallidamente al demonio de la valentía, que juega con los pocos hilos de cordura que aún persisten en mi mente.

Observando mis manos, aquellas que se mueven y se posan en mi cuerpo, despiertas por un poder que va más haya de un embrujo que infringe tu voz, tus palabras vacilantes que danzan  al compás de un son de engaños.

Escuchando los ecos del viento, que mandan a su príncipe a contar cómo es que el más terrible de mis pecados tomará vida cada noche, cada atardecer.

Hasta mi llega el fétido hedor de su perfume, aquel que emana de su sudor, del sudor de aquel que se hace llamar así mismo vergüenza.

Y ahí en esa fría soledad no puedo dejar de preguntarme:
¿En que momento me convertí en ese prototipo de muñeca perfecta?
¿En que momento deje que sus miedos cocieran sus hilos a mi espalda, a mis brazos, a mis piernas?
¿En que momento me convertí en el títere de aquel cruel e inhumano titiritero?
¿como permití que jugará, se divirtiera, me moviera a su conveniencia?
Y peor aún, ¿como permití que me usará para entretener a esa mujer que sólo busca mi mal?
Entonces llega el momento de la verdad se baja el telón, el titiritero deja de usar sus frías manos y me deja caer sobre el escenario, y es ahí, después del dolor donde me vuelve a levantar, me toma entre sus brazos y me vuelve a proteger, me introduce en aquella caja que es su corazón impalpable y me deposita a su costado, ahí donde me siento invencible, donde me dispongo a soñar de nuevo que soy feliz, que el me ama como yo a él, en espera de una nueva obra en donde tendré que entretener y a la vez dar celos de muerte a la reina escondida.

Pensamientos muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora