Dolor.

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Creo que definitivamente he tocado fondo.
Cuando una mujer envejece su corazón se achica, y por alguna extraña razón, se puede encontrar un alma muy vieja en mi, no por cuestión de años, más bien por cuestión de experiencia.
Llevo en mi espalda una mochila tan pesada que es difícil de imaginar en una persona que siempre está sonriendo como si el mundo no importara; en una persona tan joven de edad, que no tiene ninguna arruga ni ninguna marca que cerciore el paso del tiempo.
Pero siento que mi corazón llegó a su fin, llegó a achicarse tanto que ya no entra mas nada, que muchas cosas que antes me importaban, que me hacían feliz terminaron siendo expulsadas; que lo poco que queda ahí adentro me importa más que nada, que lo guardo en mi, que es un pequeño tesoro.
Ya ni siquiera hay personas por las que sienta el más mínimo afecto, porque lo que hace la gente es amar y mentir, y lo segundo deja totalmente invalidado lo primero; lo que hace la gente es lastimar, sin ningún tipo de piedad, sin pensar en que tal vez eso sea lo que esta noche te mantenga despierto, lo que haga que un día, sin importar la hora, el lugar o con quien estés, te pares a pensar en eso, y vuelva a doler. Hablo de dolor en serio, de como se siente que el estómago se vacía, la entrañas se comprimen y el corazón se rompe, de como se hace un nudo en tu garganta y tus ojos se cristalizan. Es ahí, justo en ese momento, cuando te das cuenta que no interesan los lazos que los unan, que no interesa cuanto dijo amarte esa persona, que va a llegar el momento en que se olvide de todo eso, en el que te lastime y te arrastre sin piedad alguna hasta el mismísimo infierno.   

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