Let me hear you voice

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Un nuevo día había llegado, con la misma pesadez de hace un mes, Jaebeom se levantaba de la cama, había dejado de sonreír desde hace cuatro semanas, y su aspecto era cada vez más demacrado, comía por necesidad, no porque realmente lo quisiera, respiraba lentamente como si quisiera dejar de hacerlo, porque aún le dolía la ruptura, aun pensaba en el pelinegro que se había robado su corazón y su mundo.

Comenzó su lenta rutina en un apartamento vacío y silencioso, tomando una corta ducha, afeitar su rostro -el único momento en el que se atrevía a comprobar su rostro ojeroso-, vestir un traje, perfume y salir junto a su maletín, su trabajo ya estaba perdiendo el sentido, después de todo fue por el que las discusiones comenzaron al igual que la distancia con Jinyoung, aquel esfuerzo por juntar dinero para poder cumplir cada deseo del menor lo obligaba a volver tarde en la noche y amanecerse para terminar los casos que debía enviar a su superior en busca de revisión, luego despertar temprano para llegar a tiempo y no sufrir algún descuento a finales de mes. En este punto ya había cambiado su visión; ya no trabajaba para vivir, sino que vivía para trabajar.

—Jaebeom, ya es tarde —murmuró Jinyoung pasando sus brazos por la cintura del castaño, hablando en su oído con un tono seductor y adormilado.

—Aún no acabo... Puedo ir a la sala, sí es la luz la que te molesta. —No pensó dos veces cerrando el brillante aparato para tomarlo y avanzar hasta la puerta del cuarto—, apenas acabe dormiré, no te preocupes.

Cuántas veces había ocurrido aquello, no prestó atención a las necesidades de su novio, el cuidado que este tenía con él, jamás se mostró molesto. Mentira, él prefirió ignorar la molestia de su novio, evitar mirar su rostro sabiendo que la decepción estaría reflejada en él. Y ahora se arrepentía, solo Dios sabia cuanto lamentaba las veces que apenas volvió a verlo, los besos rápidos que le dio cada mañana mientras él dormía y Jaebeom se iba al trabajo.

Ahora que lo intentaba recordar, cada vez era más difícil, constantemente se encontraba a si mismo intentando recordar algún detalle en su rostro, dudaba sí los lunares estaban bien ubicados en su recuerdo, si las pecas eran manchas de la pubertad o las había ganado con el tiempo, tampoco recordaba el color que vestía la última vez que lo vio.

Suspiró largo mirando por la ventanilla del tren, ya no utilizaba el auto, prometió dejar el asiento de copiloto únicamente para Jinyoung, manteniendo la esperanza de que él volviera por muy estúpido que sus amigos dijeran que es hacer eso, de todos modos, prefería torturarse abordando el tren, el lugar donde conoció a Jinyoung.

Se había quedado dormido mientras estudiaba, era el último examen para finalizar su carrera y obtener su certificado de abogado, estaba nervioso, incluso su estómago dolía por la presión que se imponía, pero todo desapareció una vez que vio a un pelinegro cargando con dificultad macetas y diferentes flores. La mente de Jaebeom se puso en blanco, solo esa oscura cabellera que contrastaba con su piel blanquecina y mezclándose con los diferentes colores de aquellas flores. Rápidamente corrió a su ayuda, tomando un par de aquellas plantas recibiendo como agradecimiento una bella sonrisa.

Jinyoung había llegado a su vida con esa sonrisa y una invitación de café en agradecimiento. Así comenzaron a acercarse, Jaebeom se quedaba hasta más tarde en la universidad esperando por el pelinegro, ya que abordaban el mismo tren le permitía hablar y conocerlo, y lo que poco a poco empezó como una amistad se fue transformando en coqueteos para finalizar en una relación formal.

Todo se veía perfecto entre ellos a los meses después de graduados, Jinyoung trabaja como paisajista, planificando diversos proyectos para clientes, además del sueño de mantener su propio lugar, lleno plantas y flores, Jinyoung era un soñador, pero sabía mantener sus pies en el suelo, algo que amaba Jaebeom, encontrándose a sí mismo soñando un futuro junto a él.

また今日と同じ明日が来る One-shot [JJ project/Bnior]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora