Los entierros nunca habían sido para mí. Y este menos que ninguno. La muerte de Daniel me había afectado demasiado. Tanto que había incluso empezado a llamarle Daniel y no Dani, como toda la vida había hecho. Recuerdo que durante algún momento parecía incluso que sus padres me consolaban a mí y no al contrario como debería ser. Perder a tu mejor amigo es algo de lo que desde el primer momento intuyes que te va a costar reponerte. Es un dolor indescriptible y una sensación de vacío constante. Y por si todo aquello fuese poco, soportar el constante ir y venir de gente o las conversaciones hablando de las virtudes del fallecido y de lo injusto de la vida. No, aquello no era para mí. Aquel 13 de Febrero de 2007 estaba siendo uno de los días más duros de mi vida.
De repente apareció la hermana mayor de Daniel, Vero. Había venido lo más rápido posible desde Castellón, ciudad en la que estudiaba Publicidad y Relaciones Públicas si no recuerdo mal. La gente acudió en masa a darle el pésame. No es que me sintiese el centro de atención allí, pero notaba cómo Vero me buscaba con la mirada, incluso cuando la gente la abrazaba para darle ánimos. Tras dar las gracias a todos los presentes por aquellas muestras de cariño, Vero me hizo un discreto gesto para que la siguiese. Asentí con la cabeza y fui tras ella. Recorrí el pasillo que tantas veces había recorrido con Daniel, con Dani mejor dicho. Con Dani y con la propia Vero. Las paredes del pasillo eran lisas, de un tono de azul claro muy acertado que daba tranquilidad. No siempre lo fueron. La primera vez que entré en aquella casa eran blancas y tenían gotelé. Dani, Vero y yo solíamos rascarnos la espalda con el gotelé y jugar a buscar caras. Ahora la pared era de un color que tranquilizaba. Definitivamente necesitaba aquello más que rascarme.
Vero entró a la habitación de su hermano menor. Cuando yo tiré a entrar no pude. Como si alguna fuerza sobrenatural me impidiese entrar. Como si hubiese un fantasma de las historias que tanto Dani como yo siempre habíamos amado. Éramos dos entusiastas de las historias de terror desde que fuimos juntos a un campamento con doce años. Vero no vino porque se quedó castigada. Hubo una noche dedicada a las historias de terror, la mayoría de niños lloraron o no durmieron. Dani y yo descubrimos la que iba a ser una de las pasiones de nuestra vida. Sin embargo el imaginarme ahora el futuro sin la presencia de mi consejero, de mi persona de confianza, de mi medio hermano, me aterraba. Por primera vez en la vida no me gustaba sentir miedo. Era una sensación incómoda, no la soportaba. Quería a mi mejor amigo conmigo de vuelta.
-"Cuesta volver a entrar ¿Verdad?"- Dijo Vero. Lloraba. Con la gente que le había dado el pésame se había mostrado medio sonriente y agradable. Ahora lloraba.
-"Sí"- Fue todo lo que pude decirle.
Finalmente cogí fuerzas y entré en la habitación. Vero estaba mirando hacia los lados. Luego miró de arriba hacia abajo. Comprendí que estaba haciendo una especie de repaso mental de todo lo que tenía que decirme o mostrarme.
-"Hay una cosa en particular que querría que vieses"- comentó ahora Vero mientras abría el segundo cajón del escritorio de Dani. Sacó dos tiras de papel las cuales, tras echarles un segundo vistazo, descubrí que eran dos billetes de tren.
-"¿Interrail?" pregunté como si todo lo que pudiese articular fuesen frases de una palabra.
-"Sí"- respondió- "Iba a ser una sorpresa, Dani las había comprado para él y para ti".
-"¿Para mí?" respondí sorprendido tanto por haber podido formular una frase de dos palabras como sobretodo por la información.
-"Tuvo esta idea hace unos meses" - comentó. - "Quería que escribieseis juntos un libro de historias de miedo de distintos países".
- "No tenía ni idea..." dije mientras cogía el billete que la propia Vero me había dado.
-"Iba a decírtelo en abril o en mayo. Quiso hacer coincidir su cumpleaños con uno de los días que estaríais por Europa" explicó Vero secándose las lágrimas.
-"El dieciséis de julio..." comenté en voz baja.
Vero asintió y volvío a mirar hacia los lados. Cogió una foto en la que estábamos Dani y yo con Vicente. Me la dio también.
-"Estuve hablado ayer con mis padres por teléfono y bueno... Están de acuerdo en que te lleves lo que quieras. Dani te consideraba su..."
-"Y yo a él"- me apresuré a interrumpir. No quería o mejor dicho no podía escuchar aquellas palabras en ese momento. Vero volvío a asentir.
-"Entonces ¿Qué vas a hacer?"- me preguntó mientras abrazaba el marco de una foto en la que salían los dos hermanos.
-"Realmente con la foto tengo de sobra. No necesito ningún recu..."
-"Me refiero al viaje. Al interrail"- interrumpió Vero.
-"¡Ah! Eso..." dije. Luego me tomé unos segundos para pensar qué hacer.
Vero sonrió pese a que gruesas lágrimas seguían brotando de sus ojos hacia sus mejillas. Éstas estaban rojas, probablemente debido al sofoco.
-"No tienes que decidir ahora, hombre"- dijo sonriendo y dándome un golpecito en el hombro.
-"Lo haré" -respondí. -"Por mi parte está decidido. Hay dos billetes ¿Tú vienes?" le pregunté.
Vero negó con la cabeza. -"Tengo exámenes" se excusó. -"Además yo no formaba parte del plan..."
Vero rompió a llorar.
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Interroril
HorrorTras la muerte de su mejor amigo, el autor descubre que la ilusión de éste siempre había sido crear con él una recopilación de Relatos de terror de distintas partes de Europa. El autor aceptará cumplir esa última voluntad y viajará en interrail en...