Capítulo 20:

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-Voy a pensar que tienes un grave problema sobre ver las estrellas todas las noches. -la voz de Sean interrumpió mi silencio.

Sin mirarlo sonreí.

-¿Qué haces aquí sola y por qué no me esperaste? Pensé que hacíamos esto juntos.
-Estabas con Theo, no quería molestarte.
-Alli, tú no me molestas nunca. -dijo sonriendo. Se sentó a mi lado. -¿Hace cuanto no hacemos esto? ¿Seis? ¿Ocho años?
-Nueve. -susurré, abrazando mis piernas.

Él soltó una risita ronca, pero suave.

-Zack..., él me preguntó por ti. Tengo una que otra sospecha de que aún sigue enamorado de ti. -se burló y lo miré.

Sonreí sin ganas mientras arrancaba la hierba del jardín con mis dedos.

-Lástima. -dijo y se acostó, usando sus ante brazos como almohada.
-¿Lástima? -pregunté y lo miré.

Él me sonrió calidamente.

-Es una lástima por qué estás enamorada de otra persona. Y sinceramente amar sin ser correspondido me parece una de las mierdas más grande del mundo.

Levanté una ceja.

-¿Sabes mucho sobre el tema? -pregunté.
-No mucho, lo que todos saben.
-¿Qué es lo que todos saben?

Sean me quitó la mirada y observó el negro cielo.

-¿Nunca te pasó? -me preguntó.
-¿Amar sin ser correspondida? -pregunté y él asintió.

Por supuesto que no. En toda mi jodida vida sólo había amado a una sola persona... y esa persona me amaba igual o aún más que yo. Ó al menos eso pensaba.

El corazón me dio un vuelco al pensar que Austin ya no sentía nada.

-No -susurré -¿A ti?
-¿Por qué lo haces? -dijo, sin mirarme.
-¿Hacer el qué?
-Casarte cuando la verdad es que no quieres.
-Sean...
-Sólo responde, Alli.
-Lo quiero.
-Amar, querer, ¿te parece lo mismo? -preguntó, girando la cabeza para así mirarme.
-No. -bajé la mirada.

Escuché el suave suspiro de él.

-Creo que todos se dan cuenta de que no lo amas, menos él, o tal vez no tenga intención de darse cuenta.

Tragué saliva para responder, pero nada salió de mi garganta.

-Le harás daño. Te harás daño. Se harán daño. Justo en ese orden.
-Tú... no entiendes, Sean.
-¿Qué es lo que no entiendo? -de un movimiento rápido se sentó. -¿Que haces todo esto sólo por agradecimiento? ¿Qué dejaste ir al hombre de tu vida sólo por qué se te metió una estúpida idea en la cabeza? Alli, no seas idiota mujer, por favor.

Suspiré y lo miré, sin decirle nada.

-Sólo intento que no cometas el segundo peor error de tu vida. El primero fue dejar ir a Austin. Alli, esta vez no seas tan jodidamente cobarde, él no estará esperando por ti toda la vida. No hagas que la persona que más amas y que más te ama busque a otra persona que de verdad lo valore.

Él se puso de pie y suspiró.

-Christopher superará perderte, pero, ¿tú superarás perder a Austin?

Y sin decir más nada salió del jardín, abandonandome allí.

-Mierda. -murmuré entre dientes y me levanté del césped de un movimiento.

Entré rápidamente a la casa, y de un grito evite que él siguiera subiendo las escaleras.

-¿Por qué me dices todo esto? -exclamé en voz alta.

Él se detuvo y se dio la vuelta, mirándome con una sonrisa.

-Aún no te das cuenta de las cosas, ¿verdad, Alli?
-No sé de que quieres que me de cuenta, Sean.
-Pasaste el mayor tiempo de tu vida buscando la felicidad, ya no lo hagas, solo tomala. Cuando por fin lo hagas, dejarán de sufrir muchas personas. En especial tú.

Apreté los labios y bajé la mirada. Mordiendo mi mejilla derecha.

Era difícil, maldición.

-Es difícil. -murmuré en un hilo de voz, sin mirarlo. Suspiré. -Yo... ni siquiera...

Me callé, ¿qué se suponía que tenía que decirle? Todos tenían razón. Me daba miedo ser feliz. Me había acostumbrado tanto a vivir en el sufrimiento que cuando tenía la oportunidad de escapar de aquella oscuridad no lo hacía por temor a que algo malo sucediera como era de costumbre.

-No puedo lastimarlo. -susurré.
-¿Cómo lo haces? -se rió sin humor y negó.
-¿El qué?
-El de ser capaz de lastimar a la persona que lo único que hizo fue amarte y cuidarte, y da la casualidad que tú también lo amas. Sin embargo, tratas de proteger al que ni siquiera te interesa.
-Por supuesto que Christopher me interesa. Lo quiero, ¿por qué no lo entiendes? Por esa razón y por muchas más me casaré con él.
-Un matrimonio sin amor de ambas partes no llega muy lejos, Alison.
-¿Y tú como diablos lo sabes? Papá te obligó a casarte con Renata.

Él apretó la mandíbula. Tragué saliva. Sabía que estaba luchando por no gritarme.

-Con la diferencia de que mi hermosa esposa corresponde al amor tan grande que le tengo. Pero ese no es tú caso, Alli. Tú jamás podrás corresponderle a Chris de la forma que él espera. Y joder, me cae bien, hasta es un buen tío, pero ahora lo que más quisiera es que desapareciera de tu vida.

Suspiré.

-No lo hago sólo por agradecimiento. -le aclaré. Me llené de valor y lo miré a los ojos.
-Si solo buscabas una figura paterna para Matteo, Christopher ya no te hace falta. Austin está aquí para quedarse. Tal vez tú no lo quieras en tu vida, pero no puedes y no te dejaré evitar que ese pequeño lo quiera en la suya.

Justo cuando abrí la boca para responder, la puerta principal se abrió de par en par dejando ver a mamá y a María con cientos de bolsas de supermercado.

Mi hermano suspiró  y se aclaró la garganta. Mamá y María nos miraron.

-¿Fueron al supermercado a esta hora? -preguntó Sean, extrañado, mientras caminaba hacia ellas para ayudarlas.

Copié su acción.

-Hicimos un par de paradas más. -explicó María mientras caminábamos a la cocina.
-¿Tienen hambre? ¿Y mis niños? -preguntó, mamá.
-Duermen. -le respondió Sean, husmeando en todas las bolsas. -¿Trajiste helado?

Mamá lo miró como si fuera un niño de diez años.

-Si, cariño. Tal vez está en la bolsa de la heladería, ¿no crees?

Me reí por culpa de su tono de voz. Sean hizo una mueca y fue a buscar su helado.

-James llamó. -dijo ella, feliz. -Está muy bien, los extraña muchísimo. Y a los niños también.
-¿Dijo cuando volverá? -preguntó mi hermano.
-Sólo me dijo que su viaje será más largo de lo previsto.

Rápidamente levanté la cabeza y la miré.

-Christopher aseguró que no es un proyecto fácil, habló a uno de sus amigos y vendrá. Hasta el momento sólo tienen que planear bien las cosas y esperar a ese hombre.
-Marcus. -susurré. 
-Perdón cariño, ¿dijiste algo? -mi madre me miró.
-No, olvidalo. -negué. -Yo... me iré a la cama, estoy muy cansada. -murmuré. -Buenas noches.

Sean me dedicó una mirada fría.
Suspirando, salí de la cocina.

-¿Sucede algo? -escuché decir a mamá.
-No. -le respondió él.

Viejo Amor  (Segunda temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora