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Otra vez gritos y peleas.

—¡Estoy harto, TaeHyung!

Gritaste al borde de las lágrimas.

—JungKook...

Te miré con tristeza en los ojos. Odiaba verte así...

—¡Ya no quiero seguir escondiéndome!

Volviste a gritar, tus lágrimas no tardaron en salir de esos tristes y brillantes ojos que poseías y que yo tanto amaba.

—JungKook, a mí tampoco me gusta esconderme, pero... es lo mejor, pequeño.

Trate de acercarme a ti poder estrecharte en mis brazos, pero te alejaste soltando un sollozo y eso me destrozó.

La razón por la que llorabas era porque no mostrábamos al mundo nuestra relación. Pues éramos Idols y ser pareja no estaba bien visto.

Yo sabía que el escondernos no era para mal. Trataban de protegernos, nuestros Hyungs y la compañía. No me gustaría que nos juzguen y tú llores por ello...

Pero, al parecer, ocultarlo te duele más.

—¿Cómo podría ser lo mejor si no puedo decirle al mundo que Te amo, TaeHyung?

Me dedicaste una mirada rota. Sentía un gran nudo en mi garganta y estaba a poco de llorar contigo.

También me dolió lo mal que pasamos esa escena.

Pues hacía unos minutos habíamos salido a tomar algo en una cafetería, a petición tuya, y lo acepté sin dudarlo. Estabas nervioso, en el transcurso del camino lo lucías. Me parecía tierno, tú eras y sigues siendo muy tierno.

Adorable. Fue lo que pensé cuando tímidamente te acercabas a mí con el fin de abrazar mi brazo y recargar tu cabeza en mi hombro mientras caminábamos hacía aquella cafetería de la cual tanto te gustaban sus postres.

Y cuando llegamos, al entrar, me alivié un poco al ver que no había ninguna fan ahí, pues no llevábamos ningún disfraz o algo para cubrir nuestra identidad. Amábamos y amaremos a las ARMYs pero a veces se volvían un poco locas si nos veían.

La gente murmuraba, no toda, y podía escucharlo. Sólo esperaba que tú no. Sabía que eras muy sensible ante lo que decía la gente. Es más, el miedoso era yo. Pero sabía que a ti te dolía más que a mí.

Nos fuimos a una mesa, cerca de la ventana, después de pedir nuestra orden, y comenzamos a conversar. Te escuchaba atentamente, observaba tu rostro y lo hermoso que eras, lo hermoso que sigues siendo.

Cuando la camarera llegó con nuestra orden dejamos de conversar. Vi tus ojos al ver el postre que ordenaste parecían los de un pequeño niño emocionado. No pude evitar sonreír como idiota al verte. Yo sólo había ordenado un café, te veía comer aquel rico pastelito de chocolate que manchaba tus rojos labios y se me antojo algo más que aquello que comías.

No eras bueno para mi salud ¿Sabes?

Me miraste con una sonrisa, te habías dado cuenta que no podía dejar de mirar aquellos dulces belfos que poseías. Reí mirando a otro lado disimuladamente mientras rascaba mi nuca. Escuché que soltaste una carcajada y te miré más enamorado de lo que estaba de ti. Tenías chocolate en la boca, eso hizo que me diera hambre.

Interrumpí tu risa al acercarme a tu rostro sin dejar de mirar tu exquisita boca, un sonrojo apareció en tus mejillas y eso me hizo reír cerca de tus labios. Sujete tu mano y la apreté mirándote con adoración.

Seguí en la misma posición, mi respiración chocaba contra tu rostro y se mezclaba con la tuya. Y el mundo desapareció para nosotros, no había absolutamente nadie más que tú y yo. Y lo hice.

Secret Love ➵ VKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora