CAPÍTULO II - Primera parte: Las cosas que no nos dijimos

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-El vuelo 6532 con destino a la ciudad de Bogotá ha sido cancelado hasta nuevo aviso por las condiciones climáticas. Los vuelos serán reprogramados para la semana que viene. Aerolíneas del Sol les pide disculpas. Si necesitan algo, pueden acercarse al mostrador.

Genial. No hace ni 24 horas que estoy en Argentina y no emboco una. No veo la hora de llegar a casa y, aunque suene inmadura, ponerme a llorar en los brazos de mi mamá. Primero lo de Dante, y ahora esto. Parece que la tormenta del siglo se desató en Buenos Aires, y no dejan salir, ni entrar a ningún avión.

-Disculpe, ¿Por qué tenemos que esperar hasta la semana que viene para viajar? Si seguro que mañana ya amanece con sol. ¡Mirá! Como el nombre de ustedes, eso mismo. ¡Cuatro días es mucho, viejo!

Un par de pasajeros que estaban alrededor apoyaron mi reclamo, algunos aplaudían irónicamente. La secretaria, que había anunciado la cancelación del vuelo, me miró con un poco de bronca que, por supuesto, tuvo que disimular. Con una sonrisita forzada y aparentando paciencia, me contestó:

-Señorita, sepa comprender, los otros vuelos están agotados. Está pronosticado que la tormenta va a durar toda la noche y parte de mañana. Su vuelo no es el único que necesita ser reprogramado.

-Bueno, si los vuelos están agotados, desagótenlos, che. ¿Qué culpa tenemos nosotros?

-¡Sí!

-¡Queremos viajar!

Cada vez más pasajeros se sumaban al reclamo. Algunos habían comenzado a aplaudir, otros golpeaban lo que tenían a mano, todo con tal de ser escuchados.

-Ya les expliqué. Es un motivo de fuerza mayor -gritó la empleada en medio del caos, pero nadie le prestó atención.

No depende de nosotros... Y a usted, le pido por favor que se calme, que está alterando a los demás pasajeros -agregó señalándome.

-¿Yo? ¿Alterando a los pasajeros? ¿Pero qué decís? A los pasajeros los alteraron ustedes y sus motivos de fuerza mayor -respondí indignada, imitando el tonito políticamente correcto que ella había usado.

De pronto, un guardia de seguridad aeroportuaria se acercó al mostrador.

-¿Algún problema, nena? -me preguntó.

-Uhhh... No. No, nena no ¡Simona me llamo! SI-MO-NA.

-Bueno, Simona, te voy a pedir que bajes un poco el tonito, sino me vas a tener que acompañar.

Me froté las manos sobre la cara. El cansancio y la frustración me estaban sobrepasando. En otro momento de mi vida, hubiera seguido con la discusión; así me arrastrarán de los pelos hasta migraciones, no me hubiera callado. Siempre me gustaba tener la última palabra. Pero ahora no podía actuar de esa manera. Tenía que pensar fríamente.

-Disculpame -dije mirando a la empleada. Vos también -agregué señalando al policía. Es que estoy cansada... Y necesito volver a casa. Mi familia me está esperando ¿Me entienden? No la estoy pasando bien. Ellos me necesitan a mí, y yo los necesito a ellos. Sólo quiero que me den una solución. Por favor... -supliqué al borde del colapso mental y físico.

Los dos se miraron, me miraron a mí, y se volvieron a mirar. Finalmente, fue ella quién rompió el escrutinio.

-La entiendo señorita. Sólo le pido que se calme. Miré, ya está establecido que ustedes salen la semana que viene. Lo que puedo hacer es tramitarle el reembolso de parte del dinero del pasaje y, además, si no tiene adónde quedarse hasta el miércoles, la empresa puede pagarle un hotel.

Debo confesar que la oferta no sonaba tan mal. Excepto la parte de los cuatro días que iba a tener que soportar lejos de casa, me parecía justo. En parte...

-Ahí va queriendo... Muy buena idea... Giovanna -dije notando, por primera vez en la noche, la tarjeta identificatoria que llevaba prendida en su camisa. Mirá que lindo nombre clavaste también, eh... Pero ¿vos viste lo que es esto? -dije señalando a mi alrededor. OCHENTA somos, mami. Además hay muchas madres con hijos. ¿Vos te imaginas lo que es pasar TRES noches durmiendo con tus hijos en un aeropuerto?

-De...

-NO -la interrumpí. Ni te lo imaginas, con todo respeto, eh. Así que ponete en el lugar de ellos también. ¿Vos sos mamá, Giovanna?

-Mmm, no, no.

-No importa. Hacé de cuenta que sí. ¿Vos querrías que tus hijos duerman en un piso de mármol gris, frío, todo sucio, lleno de virus y bacterias?

-No. Obvio que no. ¿Cuál es el punto?

-¿Cómo, cuál es el punto? A mí, que estoy sola me estás ofreciendo, prácticamente, un all inclusive y ¿vas a dejar a todas estas familias así? Mirá. Hagamos una cosa, porque yo veo que vos sos buena onda -dije en voz baja. Vos nos tramitas a todos el all inclusive, pero que sea bien inclusive eh... con todo inclusado.

-Incluído.

-Eso. ¿Ves que nos vamos entendiendo? Como te decía. Vos haces eso y yo... Y yo... Estem...

¿En qué me metí? Pensá Simona, pensá... Qué puedo ofrecerles yo a ellos, que pueda interesarles. Qué se me prenda rápido la lamparita o voy a terminar deportada de mi propio país... ¡MI PAÍS! AHÍ ESTÁ...

-Ehhh... Mirá, mi mamá se llama Marilina Mendoza, es una de las mejores fisioterapeutas de Colombia, y de Argentina, y del mundo mundial. La cuestión es que ella tiene una clínica en Bogotá ¿Viste? ¿Qué te parece si le pido que les regale a todos los pilotos de la aerolínea un voucher por masajes y ustedes se comprometen a ayudar a todos los pasajeros?

¡SOY UNA GENIA!

Sí, soy una genia, Pero... ¿Por qué me mira con esa cara Giovanna? Apa... Creo que la cagué. Ahora sí que voy a pasar la noche en migraciones. ¿Por qué no habla de una vez esta mujer? Aunque sea para mandarme a la mier...

-No es una mala idea... Tendría que consultarlo con mis superiores.

DEFINITIVAMENTE, SOY UNA GENIA.

-Desde ya. Consultalo, consultalo. Mientras tanto yo también lo consulto con mi superiora, eh, digo, con mi mamá.

Y con eso, Giovanna dió media vuelta y entró en la oficina.

El guardia de seguridad, que había presenciado todo el intercambio, sacudió la cabeza y una sonrisa se dibujó en su cara.

-Simona, Simona... No sé cómo lo hiciste, pero me parece que a vos nadie te dice que no.

Le sonreí, agarré mi mochila y le contesté:

-Uf... No te das una idea.

Amarte en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora