Gumball y Anaís iban sentados en el asiento trasero del coche de policía. Intentaban encontrar a los otros dos, que seguramente se habían escondido.
-¿Alguna idea de dónde pueden haber ido? -Preguntó Gumball.
-Bueno, chiquillo. Esta callejuela no llega a ninguna parte. Si mi vista no me falla y vuestros amiguitos no se han escapado por detrás, solo pueden haber llegado a esa placilla de allá.
El policía señalaba a una calle redonda con varios portales, cubos de la basura y una extraña fuente.
-Señor policía, -Se dirigió Anaís al copiloto.- Creo que si nuestros amigos nos oyen será la única manera de que salgan de su escondite.
-Sí, quizás debamos salir del coche y decirles.
-De acuerdo, chicos.
Estos salieron del coche y empezaron a hablar alto, intentando que los escondidos les escuchasen.
-¡Chicos, salir de donde estéis!
-¡Los policías solo nos llamaban porque mamá nos buscaba!
-Si no salís, nunca más la veremos.
-¿Quieres eso, Darwin? ¿Y Jane? ¿No nos querías ayudar a encontrar a nuestra madre?
-¡De acuerdo! -Exclamó una voz femenina que salía de detrás de un cubo.- Darwin, son tus hermanos.
-¡Chicos! -Exclamó el antes pez naranja.- ¿Es verdad que la señora mamá nos busca y que ha mandado a policías que nos encuentre?
-No lo sé, Darwin. Quizá por eso hay aquí dos policías que hablan de mamá. -Dijo sarcásticamente el peliazul.
-Bien, vamos a donde esté vuestra madre. -Terminó Jane.
LUEGO...
-Y aquí está, en la sala principal de la comisaría. -Sonrió el policía a los niños.
Al entrar, Gumball vio a una señora alta, con el pelo corto y azul, ojos rosas y la piel pálida, que llevaba una camisa y falda grises, al igual que en Elmore llevaba su madre. Ella les miró, y afirmó que también habían sufrido cambios.
-¡Oh, mis niños! -Exclamó.- ¡Cómo os echaba de menos!
Abrazó a sus tres hijos. Y se fijó en Jane, que estaba con ellos.
-¿Y quién eres tú? -Preguntó aliviada.
-Soy... bueno, llámame Jane.
-Pues, encantada de conocerte, Jane.
-Igualmente, Nicole.
-¿¿Qué?? -La nombrada estaba muy confusa.- No recuerdo haberle dicho mi nombre. ¿Te lo han dicho mis hijos?
-No señora. En realidad... es una gran y larga historia.
La chica le explicó cómo conocía a ella y a sus hijos, aún sin haber hablado con ellos jamás.
-Estás flipando, ¿verdad, mamá? -Rió Gumball.
-¿D-de verdad que no le habéis contado todo eso?
-No. Ella ya lo sabía todo antes de vernos por primera vez. -Dijo Darwin.
-¿Dónde apareciste exactamente, mamá?
-En una de las calles principales de Elmore. Luego vi un portal en una esquina, lo atravesé y aparecí aquí. Luego fui a una comisaría de policía para que os buscaran, pero tardaron en atenderme. -Hubo una pausa.- A propósito, ¿alguien sabe cómo volver a casa?
-Bueno, -Le contestó su hija menor.- ¿recuerdas el portal que atravesaste para llegar aquí? Pues hay que encontrarlo, pasar de nuevo y en el Elmore vacío pasar por el espejo para volver a casa.
-Pero hay un problema. Solo podemos ver el portal si somos el intermedio entre dibujos animados y humanos. -Señaló las mechas marrones que tenían los cuatro Wattersons.- Y pronto dejaremos de serlo, y pasaremos a ser humanos completos.
-¡No podemos convertirnos en humanos porque si no nunca volveremos a casa! -Exclamó Darwin.
-¡Qué horror! -Se escandalizó su madre.- Pues vayamos al portal rápidamente.
-Pero hay otro problema. ¡Necesitamos encontrar a Penny primero! No podemos volver sin ella, porque aunque nosotros volvamos a Elmore... ella no. -Contó el peliazul.
-¡Pues a buscarla rápido!
Los cinco salieron corriendo de la comisaría en busca de la última persona perdida. Con la que debían juntarse para arreglar el terrible roto que habían hecho a la realidad.
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La Dimensión (el asombroso mundo de Gumball)
FanfictionDespués de todo lo ocurrido con Kail meses atrás, la familia Watterson sigue viviendo en su agitado y complicado día a día. Nada es extraño desde entonces, salvo aquel espejo que apareció por casualidad en la casa del Señor Robinson, y que este quer...