Examen, examen... ¡Y MÁS EXAMEN!

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El resto de la tarde me la he pasado en el aula de pociones, practicando varias de ellas, pues me entrarán en el examen de mañana.
Hay más de una que se me resiste, y no encuentro como darle el color que necesita la poción.
Y la textura viscosa ya ni nombrarla...
-Llevo dos malditas horas intentando encontrar el maldito error y no lo encuentro... ¡Nada! -gracias al señor estoy sola, así que puedo darme la libertad de despotricar todo lo que me apetezca.
Con un movimiento de varita, vacío el caldero y vuelvo a echar el agua para empezar.
-Aquamenti. -el caldero se llena de agua y leo la receta de nuevo.- A ver... Según este libro, tengo que... Echar la pata de rata. -la echo, y sigo leyendo.- Con el agua... Previamente calentada a exáctamente 83 °C, ¡estupendo! ¡A volver a empezar! -limpio el caldero y lo lleno de agua de nuevo. Lo caliento y echo la pata de rata de nuevo.- ¡Vale, bien...! Ahora una rica uñita de troll... Que no tengo, ¡porque las he acabado todas! ¡Mierda, maldita sea! -limpio el caldero y me siento en mi sitio apoyando la cabeza en la mesa. Me quejo fuertemente.- Ayy, maldita sea me cago en todo lo que... Ay...
Alguien abre la puerta cuidadosamente y exclama.
-¡Por fin! ¡Te estuve buscando!
Oh no. Me pongo roja al recordar lo ocurrido hace ya un buen rato y me echo las manos abla cabeza.
<<Lo que me faltaba...>>
-¿Qué haces? -George se sienta a mi lado y revuelve el pelo para luego apartármelo y descubrir donde está mi cara. Me aparto de él y resoplo.
-Comiéndome un bocata. -digo de mala gana.
-¿Sí? No lo veo.
-Porque me lo he terminado.
-Hay lugares más bonitos en los que comerse un bocata que en el aula de pociones, ¿no crees? -ríe.
Yo me cojo de los pelos y me tiro de él.
-Era ironía, George...
-Ya lo sé mujer, solo quería chincharte un poco. -ríe y me levanta la cara para ponerme un dedo en cada mejilla y apretármelas.- Anda, dime, ¿qué haces?
-Poshiones... -me aparto de él de nuevo y él sonríe.
-No querrás hacer amortentia para enamorarme, ¿verdad? No te hace falta, ya estoy a tus pies.
Lo miro, extrañada. Esa sonrisa es demasiado... ¿Forzada?
<<La ha líado y lo mejor de todo es que lo sabe. Vaya con él...>>
-¿Alguna vez te he dicho lo guapa que eres? Seguro que sí, pero por si acaso te lo vuelvo a decir. ¡Qué guapa eres!
-Me pregunto si podré convertirte en mi sujeto de pruebas... -susurro, malevolamente, mirando al suelo del aula.
-¡...! -George tiene una sonrisa aterrorizada y yo me levanto para ir al armarito de pociones.
Espero que le queden uñas de troll al bueno de Snape...
-Jo... Yo... ¡No te lo tomes a mal, ya sabes lo tonto que es Fred...!
Pelusa viene a mi hombro, saliendo del bolsillo de mi túnica, y su pelo me hace sonreír, pues me hace cosquillas.
-Eh venga, no me ignores, no me gusta eso...
-¿Ves tú las uñas de troll, Pelusa? Porque yo no, sé que estoy cegata, pero... -Pelusa me hace cariñitos en la mejilla derecha y río.- ¡Para, me haces cosquillitas...!
-¡Solo yo puedo hacerte cosquillitas...! No me ignores, anda...
-¿Alguien habla? ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Ahora oigo cosas, vaya...
Veo de reojo que George infla los carrillos y se cruza de brazos, enfadado.
Yo sonrío. Donde las dan las toman.
Oímos que alguien abre la puerta y los dos nos sobresaltamos.
Bueno, los tres, Pelusa se ha escondido entre mi pelo.
-Señoritos Weasley y Pérez... ¿Qué hacen aquí? -Umbridge nos mira de forma interrogativa y juraría que George y yo hemos tragado saliva al mismo tiempo.
<<Rápido, invéntate algo...>>
-Bueno... Profesora... -la cara de sapo mira para mí, sorprendida. Nunca la he tratado de usted hasta ahora.- Al señor Weasley no le va muy bien en pociones, puesto que tiene atraso ya desde su cuarto año... Y estábamos practicando algunas pociones. Me he ofrecido para darle unas pequeñas clases de apoyo. De amiga a amigo. -veo a George abrir la boca para protestar, pero le hago callar con una mirada asesina.- ¿Acaso no podemos?
-No creo que... ¿Tenéis permiso para eso?
-¿Hay que tener un permiso para eso? -George se encoje de hombros y yo me rasco la nuca.
-¡Claro que sí! Desde ahora sí. -dice Umbridge.
-Pero no tiene sentido... Solo queremos ayudarnos entre nosotros... Siempre se hizo, quiero decir... -dice George, pero Umbridge da un taconazo en el suelo.
-¡Suficiente! Por esta vez lo paso, pero la próxima vez, venís a pedirme permiso, ¿queda claro?
-¡No tenemos por qué...! -voy hacia George y le tapo la boca.
-¡... Desobedecer! ¡Sí, no tenemos por qué desobedecer, por eso le haremos caso! -sonrío como un angelito y ella ennarca una ceja. Luego coge su varita y se va por donde ha venido.
-Y nada de estar a menos de quince centímetros. -menea su varita y nos separamos.
Cierra la puerta y suspiramos de alivio. Pelusa sale de mi pelo y se acurruca contra mi cuello, y yo me apoyo en el armarito de materiales para las pociones.
-Te digo una cosa... -dice George.- Lo de "de amigo a amiga" guárdatelo. -me recrimina.
-¿Qué querías que dijese? -le digo, molesta.
-Soy más que eso.
-Ya lo sé.
-¡Pero me ha dolido!
-¡Entonces para otra vez le digo lo siguiente! "¡Solo quería ayudar a mi novio con las pociones, porque claro, como le quiero mucho...!"...
Se cruza de brazos y me mira, casi enfadado.
-No, pero podrías haber obviado esa parte. Decir que me estabas ayudando y ya está.
-Oh George, en serio, no hagas una montaña de un granito de arena...
-¿Qué? -me mira sin comprender.
-Que no armes una bronca por una pequeñez. Vale. Te ha dolido, a pesar de que no tendría por qué, porque sabías que no era verdad, vale. No volveré a decirlo, está bien. -me giro de nuevo para buscar las malditas uñas, pero por mucho que remuevo los botes y busco y rebusco, no las encuentro.- ¡Me rindo! -exclamo. Luego me masajeo el ceño y suspiro.- Esta vez voy a tener una nota malísima en pociones, maldita sea...
-¿Y eso por qué? -oigo que pregunta George.
-Porque las pociones me salen de pena, y he venido aquí para practicar, pero he gastado todos los materiales que necesito, no me acuerdo de los ingredientes porque lo único que hago es mirar por el libro, ¡y para colmo...!
-Eh, eh, para un momento. No te agobies. -me dice, de forma más cariñosa.- Ven aquí. -le hago caso y me siento donde estaba. Me pone un brazo alrededor de los hombros y me da un beso en la mejilla.- A ver. ¿De qué poción estamos hablando?
-Esta de aquí. -acerco mi libro y le enseño la poción.- Necesito uñas de troll. Y no tengo, las he acabado con mis estúpidos errores.
-No te culpes. -me acaricia el pelo y Pelusa acaricia a su vez la mano de George. Lo veo sonreír y se levanta.- A ver. Vamos al armario de los materiales. Seis ojos buscan mejor que cuatro.
-¿Eh?
-Claro, tus gafitas. -me las sube y me da un pequeño beso en la punta de la nariz. Luego va hacia el armario y busca en los estantes más altos.
<<Que cara, cuatro ojos me llama...>>
-Espero no tirar con nada... -dice mientras rebusca entre los botes.
-¡Más te vale! La bronca que me echarían sería monumental...
-Aguantaré yo con todos los cargos. -me dice y me mira con una gran sonrisa. Creo que el enfado se me ha pasado. ¿¡Cómo diablos lo hace!?-  Ahora ven y ayúdame. ¿Qué aspecto tienen esas uñas de troll?
-Oh, pues... -me acerco a él por la espalda, y me apoyo en sus hombros para ponerme de puntillas.- Son uñas. De troll. En un tarro. Y el tarro pone "Uñas de troll".
-... -George deja de buscar y se queda mirando un momento para los tarros para luego mirarme a mí con cara de póker.- Gracias. Reina de lo Obvio.
-¿¡Cómo quieres que sean!? ¿¡Violetas!?
-Como tu pelo aquella vez... -ríe y se acerca a mí.- Necesito volver a teñirte el pelo de violeta. Seguro que ese color te estimula en los exámenes...
-No te atreverás. -me aparto de él.
-¿Sí? Pruébame.
-No quiero.
-Porque sabes que lo haré, ¿verdad? Pruébame.
-No quiero, y sigue buscando las uñas, ¡necesito acabar esa poción antes de que acabe el día!
-Cuando me pruebes.
-¡Que no quiero, pesado...! -me agarra de la cadera y me atrae hacia él para besarme en los labios de forma tierna y juguetona. Cuando nos separamos lo miro, colorada. Este sonríe y me suelta para volver a buscar.
-¿Ves? No era tan difícil, estaría satisfecho en cuanto me probaras y ya lo has hecho. ¿Qué tal saben?
-Eh... ¿El qué? -digo, todavía atontada.
-Mis labios. Los tuyos saben genial.
Lo miro. Es increíble que haya dos tipos de personas que se relacionan con ellos, los chicos y chicas que los odian por sus bromas constantes y su falta de madurez, y los chicos y chicas que los admiran por ello. Y ahí están las chicas que los admiran en el ámbito del amor.
Todavía sigo sin comprender como él quiso y se le antojó estar conmigo. Sufre cuando me hacen daño, cuando hace algo que me pueda molestar y cuando no le correspondo, ya sea no contestándole, no mirándole o ignorándolo. Se alegra por mí por cosas que a la mayoría les daría igual lo que pasara o lo que fuera y no se cansa de estar conmigo a pesar de todas las veces que estamos juntos.
Y lo mejor es que yo siento lo mismo.
-Saben bien. Muy bien. De hecho, saben tan bien que nunca jamás me cansaré de probarlos siempre que se me presente la ocasión. -contesto con una sonrisa sincera.

¿Y si fueras a Hogwarts...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora