22. Sí, acepto (Último Capítulo)

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6 meses después..

-Aún estas a tiempo de decir que no.

-Yuri..

-Yo puedo inventar que te dio diarrea o algo así –agregó con tranquilidad.

-Sabes que no lo haré –contestó con la misma tranquilidad, mientras le acomodaba el corbatín de leopardo a su mejor amigo.

-Lo sé Otabek. Y si lo hicieras yo mismo me encargo de cortarte las bolas.

Aquella respuesta causo la risa común que permitió distender el  ambiente.

Porque aunque el kazajo tratara de disimularlo, Yuri lo conocía hace tanto tiempo que se daba cuenta de su nerviosismo.

-Yura…

-No va huir Otabek, el Katsundon no es ningún novio fugitivo.

Si había alguien capaz de causarle una risa en esos momentos, era su buen amigo.

-Pero por si sigues con tus miedos –rodó lo ojos –ire a ver al cerdito.

Lo cierto que esa era su excusa para encontrarse con su novia que acompañaba a su primo en la habitación contigua, para ayudarle con los detalles de su traje.

Sin embargo ella había salido antes y sólo estaba Yuuri acomodando sus colleras.

-Te vez bien katsundonle comentó al entrar a su cuarto –Estas más delgado. No,  estas menos gordo,  mejor dicho –concluyó son risa.

-¿Tu crees?

-No me hagas repetírtelo, que de seguro recuperas los kilos en la luna de miel.

-Gracias Yuri –soltó de repente.

-No me lo agradezcas Katsundon, que no era ningún cumplido.

-No Yuri. Gracias, de verdad gracias.

-Explícate.

-Gracias por que si no hubiera sido por tus consejos y por tu ayuda –Yuuri se pausó en un momento, acercándose hasta su primo y colocandi su diestra en su hombro –Si no hubiera sido por ti y tu novia, no estaría a punto de casarse con el hombre de mi vida.

Al rubio se le apretó la garganta y lo único que atinó a hacer, fue abrazarlo. En un fraternal y sentido abrazo.

 -Otabek Altin, ¿quieres recibir a Yuuri Katsuki, como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?  

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 -Otabek Altin, ¿quieres recibir a Yuuri Katsuki, como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?  

-Sí, quiero.  

-Yuuri Katsuki, ¿quieres recibir a Otabek Altin, como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?  

-Sí, quiero

En ese preciso momento en que el Padre Andrey Nikiforov,  eclesiástico y primo de Víctor, bendijo las argollas matrimoniales de los recientemente declarados esposos; Otabek y Yuuri,  y mientras sellaban ese compromiso con un beso, Yuri e Inzhu, entrelazaban con más fuerzas sus manos, conteniendo sin mucho éxito, la emoción del momento que se exteriorizaba en lágrimas de felicidad.

¡Que vivan los novios!

¡Que viva el Otayuuri!

Eran algunos de los comentarios con que los invitados despedían junto a los pétalos de rosas, a los recién casados.

Y en la fiesta los vítores continuaron cuando fue la misma prima del novio, Inzhu quien recibió prácticamente en su manos el precioso ramos de flores que Yuuri había arrojado para las mujeres presentes y en menor medida para los invitados varones que se sumaron a  ese acto, entre los que encontramos al tailandés mejor amigo de Yuuri y mismísimo Víctor.

Tradiciones que no se pierden

Como tampoco lo haría el tradicional vals de los novios, y al que los recién casados tan bien se habían preparado.

Y es que en ese día perfecto, nada puede quedar al azar.

-¿Listo mi amor? –Otabek susurró coqueto en su oído.

-Listo cariño –la respuesta de su esposo.

Como le habría gustado besarlo en ese momento, pero tenía que ser fuerte porque el beso debía ser más tarde.

El kazajo pasó su mano por la cintura de su esposo

Y aquel le brindó una sonrisa pícara, un tal modo EROS como lo había bautizado.

fuerte Otabek, sé fuerte.

Entrelazaron su mano libre por lo alto y en cuanto la música comenzó a escucharse, ellos se movieron al compás de aquella.

Con giros y pasos distintos, dejando a todos boquiabiertos por la originalidad de su baile.

-¡Esto es amazing!

A ese comentario del ruso Nikiforov, muchos asintieron.

Y tal como los prometieron, el beso final.

Ese beso suave, de labios que se conocen, pero que siempre conlleva la sensación dulce del primero.

-Gracias por elegirme, mi amor.

Las palabras amorosas del nipón para su esposo.

-Gracias a ti mi Yuuri, por aparecer en mi camino y darle sentido a mi vida –la respuesta que brotó de sus labios.

La sonrisa más bonita acompañada del Te amo más sincero,  que nació de su corazón enamorado.

PigBear (Otayuuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora