Epílogo

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Antonio.-

Escuché apresurados pasos en la escalera de la que casa que era nuestro nuevo hogar, y cuando Danna estuvo frente a mí, terminando de ponerse un arete me regañé internamente por no haberla mirado antes, usando un vestido verde que contrastaba con el negro de su cabello y sus mejillas sonrojadas, se veía realmente fantástica, perfecta.

—¿Y bien... cómo me veo? —cuestionó dejándome sin palabras, sin aliento.

—Hermosa —murmuré poniéndome de pie y envolviendo mi brazo alrededor de su cintura empujándola contra mí.

—Sé más explícito —pidió separándose un poco, con las manos a sus costados.

—Señora de Briseño —musité, con un primitivo orgullo varonil de saber que luego de seis años de que le pedí se casara conmigo ella aceptó y de pasó cedió a llevar mi apellido también—, qué más quiere que le diga, usted siempre está hermosa, perfecta, divina —Dan sonrió y me besó fugazmente, sólo tentándome—, me haces querer llamar para cancelar nuestra asistencia

—Buen intento Antonio, pero no, andando, son nuestra familia —me recordó— y hace cuatro meses que no los vemos —sí, desde nuestra boda—, además... quiero darles la noticia

—Ya voy, ya voy, pero abríguense —pedí besando sus labios nuevamente y en serio tentado a no ir a nuestra cena para ponernos al día en casa de los padres de Danna.

Danna.-

Me gustaba llevar el apellido de Antonio también... además, la mayoría comenzó a llamarme "señora Briseño" desde que él me pidió matrimonio "formalmente" luego de uno de sus partidos, cuando frente a cientos de espectadores y la prensa de la ciudad, se inclinó sobre su rodilla e hizo la propuesta. Y después los rápidos momentos de la boda pasaron por mi mente, desde que hilvané un "sí, acepto", hasta que él me cargó por la entrada de nuestra suite reservada para pasar nuestra noche de bodas.

Sonreí ante el recuerdo mientras conversaba con las chicas compartiendo pequeños detalles de la luna de miel y sintiendo que el momento para dar la noticia de mi embarazo podría ser justo cuando el postre fue servido.

Una ronda de abrazos y felicitaciones vino después y mirando a mi papá pensativo me acerqué a él poco antes de marcharme con Antonio de regreso a casa.

—Papá... —Jorge me miró y suspiró—, ¿todo bien?

—Todo perfecto Dan, es sólo que... acabas de darme la noticia de que seré abuelo por segunda ocasión... —sí, el primero fue Manuel, hace apenas un año—, es un poco abrumador, aún ni si quiera llego a los cincuenta

—Pero eres un abuelo con onda —él rio y asintió serenamente.

—Eh... suegro —murmuró Antonio nerviosamente, Jorge lo miró y espero—, nos vamos, vendremos después de visita, tal vez mañana

—No te preocupes Antonio, cuídalos bien —pidió Jorge.

Antonio.-

Siete meses más pasaron para que ella reafirmara una vez más que mi felicidad siempre estuvo a su lado, y fue cuando entré a su habitación en el hospital y la vi sostener entre sus brazos a nuestro primer bebé.

—Hola —murmuré acercándome a ellos sin hacer mucho ruido, dejé el arreglo floral en la mesita al lado de su cama.

—Hola —respondió ella, sonaba cansada, se veía aún más agotada, pero aún así ella era hermosa—, míralo, es... tan hermoso —asentí acariciando la manita de mi bebé. Y en seguida un tumulto de gente entró a la habitación, todos familiares del recién nacido y con muchas ansias de conocerlo ya que éramos, entre nuestros amigos los papás primerizos.

—¿Puedo ver a...?, ¿cómo se llama? —quiso saber mi hermana.

—Antonio —respondió Dan—, se va a llamar Antonio —decidió haciéndome sonreír.

—¿Qué hace tanta gente aquí? —preguntó una enfermera entrando a la habitación—, por ahora sólo los padres por favor, después comienzan a pasar grupos pequeños —un murmullo de gente quejándose se escuchó e inquietó a Antonio, haciendo que abriera sus ojitos ligeramente.

—Regresaremos —prometió el que creo fue Carlos.

—Adiós —dijo Mar.

—Tomen una foto de él —pidió Karly.

—Después lo ven, vamos, salgan, descanse señora y felicidades —inquirió la enfermera dejándonos de nuevo solos a los tres.

—Te amo —murmuré mirándola, ella me miró y sonrió.

—También te amo —respondió.

—Los amo —corregí sin poder dejar de admirar al nuevo integrante de nuestra familia que levantó su manita y chocó con el dije que Dan llevaba adornando su pecho, mi corazón.

—Creo que él también nos ama —murmuró Dan tan fascinada como yo.

F I N 

Mentiras de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora