Faltaban dieciocho horas para la gala de los premios The guardian y estaba atacada de los nervios.
Todo lo que no había sufrido durante días desde que me enteré lo estaba sufriendo en estas 24 horas.
Creí que lo tenía todo bajo control pero no era así. Estas cosas me ponían muy nerviosa sobre todo el discurso, un discurso el cual no sabía si llegaría a leerlo en público pero aún así había que llevarlo preparado.
Como era muy mala para estas cosas de los agradecimientos y demás le pedí ayuda a Ashton, él cual aceptó encantado, pasar tiempo conmigo era su pasatiempo favorito desde hacía tres días que había llegado a Londres. Y yo bueno... me sentía muy agradecida por tenerlo.
La noche antes de la gala le había invitado a mi casa a cenar. Me había esforzado por hacer una receta que mi hermana me había enseñado pero fue un caso imposible así que acabamos comiendo pizza de la pizzería Flavio Benetti, eran las mejores de la ciudad pero aún así no había sido mi comida la que habíamos degustado esa noche.
Ashton trajo vino y bueno como los nervios habían empezado a aflorar en mi pues bebí más de la cuenta. Primero empecé a parlotear como una cacatúa, como si me hubieran dado cuerda. Después empecé con mi desastrosa vida amorosa y a poner verde a todos los tíos que habían pasado por mi vida y como mi lengua tenía vida propia, también le conté los que habían pasado entre mis piernas a excepción de uno. Daniel.
Él parecía divertirse mucho y también empezó a contarme algunas de sus anécdotas y bueno, una cosa llevó a la otra y ahora estoy desnuda en mi cama con Ashton al lado roncando ligeramente. Así que cuando digo que todo lo que creía que estaba bajo control no lo está, tenéis que creerlo.
Tengo ganas de levantarme pero el brazo de Ashton está sobre mi vientre y si me muevo lo más mínimo le despertaré y es lo que menos quiero. Aún estoy recapitulando las escenas de la noche anterior. Y las comparaciones son inevitables.
"Mierda, ya está otra vez ese maldito en mi cabeza".
Me recrimino cuando pienso en la noche que pasé con Daniel y la comparo con la de Ashton. Sé que está mal pero mi mente se empeña en jugarme malas pasadas y lo hace de tal manera que puedo escuchar la risa socarrona de Daniel en mi oreja disfrutando de mi NO gran noche.
- Te odio. - digo más alto de lo normal y Ashton se remueve entre las sábanas dando por comenzado un día grandioso. Nótese la ironía
La gala comienza a las ocho, bueno comienza la pasarela de famosos que asisten al evento y por supuesto los nominados y sus acompañantes.
Ashton está guapísimo con su esmoquin de color gris perla aquella noche y yo desde luego no me quedo atrás, si en este caso me lo tengo muy creído. Para la ocasión había elegido un vestido largo de color rojo con la espalda al aire simplemente decorado con un pequeña tira con pequeñas piedrecitas color plateado que caigan sobre mi espalda desnuda. El vestido tenía abierta la falda por un lado hasta la altura del muslo y dejaba ver mis piernas con aquellos zapatos de Christian Louboutin. Sin duda había sido la mejor decisión para aquella noche. No quería ir demasiado recargada así que me puse uno pendientes del mismo estilo que la tira de mi espalda.
Aquella gala desde luego derrochaba glamour a donde quisiera que miraras y había atuendos realmente bonitos y sobre todo atuendos con precios realmente desorbitados. Dinero era lo que se respiraba entre la mayoría de los invitados. Sobre todo por parte de aquellos que protagonizaban las portadas de nuestras revistas y periódicos.
Estaba siendo una noche tranquila y apacible en compañía de mis compañeros y amigos del periódico cuando la gente empezó a revolucionarse levemente. Sobre todo el público femenino ante la entrada de alguien que sinceramente no esperaba ver aquella noche.
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30 Días ©
RomanceSpencer Mills tras empezar como columnista en German Phillips, uno de los periódicos más famosos de Londres, conocerá a la persona que le cambie su vida para siempre. Harta de planificar su vida constantemente decide correr el riesgo y conocer a Dan...